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Una rivalidad misteriosa
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Las siguientes horas parecían un pandemonium con los brawlers yendo y viniendo del que ahora se había convertido en el nuevo lugar de trabajo de Edgar. Debía de admitir que había subestimado el puesto de mesero que ahora tenía y que ahora le pertenecería durante un tiempo indefinido: El trabajo era cansado, ridículamente cansado.

Era un debate mental el que tenía ahora: tal vez el hecho de haber trabajado en una tienda era totalmente diferente a ser un mesero, o por otro lado, estaba más alerta y pendiente a los movimientos de aquel esquelto sentado en una de las tantas mesas que ahora debía de atender y que llevaba puesta su bufanda, el tan solo hecho de mirarlo le provocaba un gran esfuerzo.

El mariachi sostenía una copa en su mano y bebía lento sin dejar de apartar su vista de ese pequeño adorno sobre su mesa: una vela bien parada y prendida. Hasta que ya no pudo más, y sus pupilas se fijaron en los ojos atentos del adolescente, quien rápidamente se sorprendió al saber que ahora estaban en una mini lucha de miradas que no tardó nada en acabar.

Poco suspiró pesadamente y apartó la vista irritado, la situación le parecía algo ridícula, pero no podía hacer nada por culpa de la prenda que yacía sobre su cuello.

"¿Qué estará planeando? ¿Enserio me está teniendo aquí encontra de mi voluntad? No puedo creerlo... pensé que ya habías dejado este tipo de caprichos atrás, pero claro, tu no controlas a la bufanda, ella actúa sola, ¿verdad? Seguramente te excusaras con eso... creí que ya habías cambiado" Pensaba un Poco algo decepcionado.

¿Que había ocurrido?

Una media hora antes:

Luego de una pequeña conversación extrañamente amable, Edgar volvió al trabajo sin dejar de perderlo de vista, Poco no pudo evitar sentirse algo intimidado, después de todo recordaba con pena la última vez que se habían visto en persona y lo mal que había acabado todo, aunque por supuesto, era algo que el esqueleto deseaba olvidar. Por otro lado Edgar sentía una presión en el pecho que no lo dejaba en paz, "la culpa" quizá.

Para cuando Poco hizo su pedido, Edgar sentía que se quería desmayar.

-Aquí tienes, espero que lo disfrutes-dejó la botella de vino junto a un vaso frente a un Poco con la mirada puesta en sus pies, que flotaban gracias a la altura de la silla en la que estaba sentado, parecía un niño avergonzado y asustado al mismo tiempo.

-Gracias- susurró sin ánimos.

Barley veía todo sin poder entender nada, estaba relativamente ocupado y por ahora si la situación no le causaba problemas no iba a intervenir.

El ir y venir de su vaso hicieron que Edgar se ponga aún más tenso, odiaba esa sensación que se incrementaba minuto a minuto. Hasta que...

-Vaya, ese vino estuvo muy bueno-dio un suspiro satisfecho y saltó de la silla con una cara de satisfacción, dejando el dinero en la mesa.-¡Gracias Barley! Nos vemos otro día de estos.

Justo ahí, el foco de ideas se prendió en mal momento justo arriba del épico, lanzó una mirada veloz hacía el pequeño esqueleto con sombrero.

-¡Espera, Poco!-elevó la voz, llamando la atención de todos los presentes.-Quiero hablar contigo, por favor.

Poco, quien ya estaba a pasos de llegar a la puerta de salida, se detuvo para decir en un tono audible para el nuevo mesero:

-Tú y yo no tenemos nada de que hablar-Continuó su camino, y hubiese salido si no hubiera sido por cierta persona...