Capítulo III

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Cuando Mu Qing dejo de sentir la lluvia, alzó la vista. Feng Xin no lo miraba, miraba al frente, listo para avanzar en cuanto él lo hiciera.

- Mojarás el contrato.

Aquella respuesta bastó para que Mu Qing reaccionara. Su sonrojo desapareció, dándose cuenta que afortunadamente para él, Feng Xin no había tomado mal sus palabras. Miró el contrato al que milagrosamente la lluvia no había alcanzado y luego el cigarrillo que las gotas había apagado. Lo pensó dos veces y luego le regresó las hojas.

- Sostenlo, mi ropa esta empapada.

Así, ambos emprendieron el camino al hotel en silencio, un silencio que podría considerarse agradable apesar de la incómoda cercanía que mantenían, refugiados bajo la misma sombrilla que al ser individual los mantenia tan juntos que sus brazos se rozaban al caminar. Feng Xin se alejó un paso.

- ¿Usted es un Omega?

El peliplateado miraba los árboles, sus ramas se sacudían por el viento y las hojas rebotaban al caer de las gotas cuando escuchó la pregunta.
Como supuso, era un imbécil. Solo un imbécil haría semejante pregunta de la nada. Pero a Mu Qing no le extrañó estar en lo cierto, suspiró y respondió como si no importara.

- ¿Huelo como uno?

Feng Xin se lo pensó por un momento y después del silencio amortiguado por el golpeteo de la lluvia respondió, como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

- Supongo que fumar es más normal en betas.

Los labios del peliblanco se contrajeron antes de responder con un tono de ironía disimulada por un gesto ofendido.

- ¡Oh! ¿Acaso me veo tan inferior al lado de un alfa tan imponente como usted?

Feng Xin guardó silencio. Recordando el rostro que había visto hace unos minutos, analizando sus movimientos delicados y elegantes.
Por fin, no le pareció que aquella actitud fuera de un beta. Lo miró, de reojo, realmente desconcertado. Paseando su mirada discretamente por la figura que caminaba a su lado.

¿Era un alfa?

Al no poder apreciar bien, volteó su cara, buscando su rostro.
Su perfil era delicado, pero su carácter hasta ahora distaba de ser el dulce de un omega, o el inseguro de un beta.
Dio un paso más, acercandose y pudo notar que el hombro de la persona a su lado llegaba abajo del suyo.
Era más delgado y pequeño que él, más pequeño que un alfa normal, pero más alto que un omega normal.
No tenía aroma, más que el del cigarro que sostenía, apagado en sus dedos.
Avanzó un paso más cerca, impactando sus hombros y haciendo que Mu Qing saliera de la sombrilla, un pequeño empujón, suficiente para regresarlo a la realidad, notando la expresión en el pálido rostro de Mu Qing que definitivamente no era la de un omega.

Parecía tan agresivo como un animal salvaje.

No, definitivamente no tenía carácter de omega. No parecía serlo. Y eso era mejor para él.

A Feng Xin no le agradaba trabajar con omegas, sentía un rechazo inexplicable por cada uno de ellos al punto de casi huir.
Podía trabajar normal con alfas o betas, hasta podía manejar a Xie Lian, pero si tuviera que trabajar con otro omega, se sentiría demasiado incómodo.

Entraron en la recepción y luego subieron por el ascensor hasta la cuarta planta.
Mu Qing rebusco en sus bolsillos, sacando una tarjeta, la acercó. La puerta se abrió con un chasquido bajo.
Feng Xin se quedó parado en la entrada contemplando el cuarto, cuyo interior se perdía en la oscuridad que olía un poco a cigarros y a un olor dulce. Ese olor trajo un recuerdo vago que se disipó al ver que Mu Qing entraba mascullando algo.
Encendió las luces. Suspiró profundamente quitándose el abrigo mojado.

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