CAPÍTULO 2: THE OTHER HOUSE

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Capítulo 2: La otra casa.







MAX SE GIRO A VER A SU HERMANA APENAS EL AUTO DETUVO SU MARCHA, y ambos no dudaron en expresar la sorpresa. —¡La vieja Ivy es rica!— exclamaron a la vez que bajaban del auto bajo el gruñido que su madre les regalaba por lo que acababan de decir. ¡Mocosos irrespetuosos! fue lo que Savannah oyó antes de cerrar la puerta del vehículo con fuerza.

—¡Mierda, esto si que es una casa!— exclamó Max mientras comenzaba a subir las escaleras que daban a aquella mansión. Si, mansión, no había otra forma de describirla. La casa de lo que parecían ser tres pisos estaban en medio del bosque en las afueras de Forks, y era, por definición, una casa de puta madre. Mientras la castaña oía a su hermano hablar de aquella genialidad, ella se limitó a mover su mirada entre los árboles de los alrededores. Parecía que estaban solos kilómetros a la redonda y ese sencillo pensamiento hizo que el cuerpo le temblará. Siempre era precavida y si algo pasaba tardaría mucho en hallar a alguien que pudiese ayudarle. A pesar de eso, el lugar era increíble, el bosque siempre le había parecido un lugar con encanto mágico e intrigante.

Savannah se movió hacia la puerta de entrada y Max tocó el timbre —¿Mamá no tiene llave?— preguntó la joven. El mayor se encogió de hombros.

—De cualquier forma está bien tocar ahora, podemos descargar todas las cosas e ir a comer unos waffles, la vieja Ivy llegará a la puerta en navi...

La puerta se abrió de un golpe que logró sobresaltar a los dos adolescentes. El rostro arrugado de la tía Ivy fue visible, y a pesar de no expresar mucho, Savannah pudo notar un brillo de diversión en sus ojos verdes. —Sigues siendo igual de idiota que de pequeño...— se quejó la anciana. Savannah río ante la expresión de su hermano. Su madre llegó con ellos y la mirada de Ivy se movió hacia ella —Te dije que deberías de haberlo abortado.

—¡Tia Ivy!— se escandalizó la mayor.

—Un gusto verte, querida — dijo Ivy luego de dejar de reír y saludo a Savannah con un abrazo ligero. Evaluó a Max con la mirada y se encogió de hombros —A ti también, supongo...

Los tres ingresaron en la casa siguiendo a la mujer —¿No se parece a Edna? ¿De los increíbles? ¡Tiene el mismo tamaño!

—¡Y la misma buena audición!— Ivy se giró para pegarle con una revista doblada —de la cual Savannah no tenía idea de dónde había sacado—, en la cabeza. —Pueden elegir sus habitaciones en el segundo piso, tengo que hablar con su madre —señalo las escaleras. Savannah fue la primera en subir corriendo, Max siempre solía quedarse con las mejores.

Después de dar un vistazo a toda la planta, no dudó en la última habitación. Tenía un ventanal con un balcón mediano que era realmente hermoso, y además una biblioteca grande en donde podría poner todos los libros que llegarían en el camión de la mudanza en un par de días. —¡Maldita! —exclamo Max apenas atravesó la puerta

Savannah se encogió de hombros mientras abría las puertas del balcón, el aire frío de Forks ingresó con fuerza. Ambos salieron, y la joven frunció el ceño al ver otra edificación entre los árboles, no muy lejos de ellos. —¿Tenemos vecinos?— cuestionó con el ceño fruncido. Max asintió con la garganta.

—Eso parece, espero que no sea ninguno señor de cuarenta que se obsesione contigo y quiera matarte, ya sabes, como hermano mayor tendré que salir en una noche lluviosa a buscar y cometer todos los errores que el protagonista hace en la película y eso hará que ambos terminemos...

Savannah sacudió la cabeza con fuerza —¡Ya basta con un demonio!— se quejó y empujó al mayor dentro de la habitación nuevamente. —Sabes que no me gustan las teorías...

—Porque pueden ser verdad.

Savannah bufó y miró una vez más la casa de vidrios para cerrar las gruesas cortinas de su ahora nueva habitación. Esperaba que no fueran unos dementes.


La cena —para su sorpresa- había sido más divertida y satisfactoria de lo que había imaginado. La tía Ivy era sin duda una adolescente dentro del cuerpo de una anciana. Una anciana con mucho dinero que había vivido muchas cosas extravagantes y no tenía vergüenza en contarlas —¿Las habitaciones están bien para ustedes?— cuestionó Ivy. Los hermanos asintieron.

—Sí, claro, muchas gracias —murmuro Savannah. —Por cierto, ¿Tienes vecinos?

La tía Ivy pareció pensar por unos segundos a que se refería hasta que chasqueó la lengua. Max río ante eso, no podría creer que la dentadura no se le había salido en el proceso. —¡Oh, si! Los Cullen, el padre de familia es Doctor y los hijos asisten a la preparatoria de Forks, seguro los van a conocer, aunque no son una familia muy social son amables, eso es lo importante, supongo.

—Hablando de eso, ¿cuándo iremos al nuevo infierno?— cuestionó Max elevando una ceja en el proceso. Él era mayor que Savannah y ya debía de haber terminado la preparatoria pero bueno, repitió un año así que ahora debía soportar la decepción de graduarse junto a su hermana menor.

Savannah observó a su madre dejar los cubiertos sobre el plato —Bueno, la semana que viene, aquí aprovechan para comenzar el ciclo lectivo en los días donde no llueve tanto, pero, como ambos son casi adultos...— dijo eso mirando a Max —les dejaré mi auto para que vayan y vengan solo si me prometen que serán responsables

—Obvio microbio.

—Sí. —ambos respondieron a la vez y por las respuestas, Savannah y su madre compartieron una mirada obvia. —Claramente yo voy a estar a cargo en los viajes, mamá— aseguró. Se quejó en cuánto el codo de Max termino en sus costillas. —¡Eso duele, bastardo!

—¡Tus palabras duelen, adoptada!

—¡No soy adoptada, imbécil!

—Chicos, ya basta...— la voz de su madre se perdió entre el sonido de los insultos que se lanzaban. Ivy le miró mientras reía suavemente.

—Extrañaba el ruido en esta casa.









CAN'T PRETEND | EDWARD CULLEN - CEDRIC DIGGORYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora