Dañina como lo era mi vanidad.
Sea como fuere muy mala debio de resultar aquella experiencia para todos cuando decidimos por unanimidad anticipar el viaje de regreso. He de reconocer que si vote a favor de esta medida no fue por lo ocurrido en el museo sino por temor a que la vela de la pension pudiera volver a no apagarse. El solo hecho de pensarlo me producía escalofríos. No obstante apenas pude pegar ojo durante el viaje de vuelta, y cuando lo hice, procuré descansar la cabeza sobre tu hombro con la excusa de no ser consciente. ¿ Te das cuentá de que aquélla fue la ultima vez que estuvimos juntos como verdaderos e inseparables amigos? Luego nos atrapó el verano a cuyos brazos me arrojé como alguien que busca su propio sacrificio. Tu ve ademas la suerte de que te fueras con tus padres a la montaña. No te ofendas pero por entonces empezaba a sentir una extraña necesidad de estar solo. Incluso cuando no me lo proponía, de pronto me encontraba paseando por una calle poco transitada o por un arrabal desierto. Mi espíritu empezaba a alimentarse de soledad de modo que cada día que pasaba me resultaba mas necesaria. Mi padre, que en paz descanse, siempre decía que la principal cualidad de un artista es la querencia que siente su espíritu por la soledad, pues no en vano toda obra de creacion se lleva a cabo ennla intimidad, de modo que pense que quiza mi espiritu se estaba preparando para una actividad artística. Y como toco el piano desde los nueve años, me convencíde que estaba destinado a convertirme en un gran concertista.
En todo esto pensaba mientras cam,inaba por esos lugares alejados hasta que una tarde de finales de julio una tarde de verano agostada como todas por la canícula empecé a ver aquí y alla el rostro del espejo un rostro ovalado de muchacha. Lo reconocí al instante. No apareció en un lugar concreto sino como una pincelada que sobresalía por su colorido en los cuadros de mi vida cotidiana. Por ejemplo si acompañaba a mi madre a la pescadería bastaba con que mirara a otro puesto lleno de gente para verlo allí. Y lo mismo en el cine o en la playa. De acuerdo reconozco que entre una multitud y con la obsesión diríase casi trauma que me había provocado la visión de aquel rostro lo normal era que lo viera en todas partes. Pero deja que continue mi historia.
El verano prosiguió su curso de la misma manera que aquel rostro siguio apareciendo en mis comparecencias públicas pero como no era mas que una presencia y apenas interferia en el desarrollo de mi vida acabe por acostumbrarme. Con todo la ultima noche de vacaciones sentí de nuevo una extraña inquietud un desasosiego tan grande que dormí con la radio y luces encendidas. ¿ Qué temía ? No lo sé. Simplemente tenía el presentimiento de que algo iba q ocurrir. ¿ No has tenido en alguna ocasión la impresión de que una conversación se repite que ya ha tenido lugar? Pues esa era la sensación que me invadía. Iba a pasar algo. Estaba seguro. Y pasó claro . Ocurrió al día siguiente. Era el primer día del nuevo curso y la clase se llenó de savia nueva. No mucha pero sí la suficiente. Flatabais tú y Pesarradona, que habrais cambiado de colegio por no poder vuestras familias seguir pagando las tarifas de un centro privado. El colegio ademas se abrio a las exigencias de los nuevos tiempos se convirtio afortunadamente en una ensalada mixta de suerte que se incorporaron seis chicas a la clase . Una de estas chicas se llamaba Siria Mumiya y se sentó justo detrás de mí. No creo haberte hablado de ellas jamas. La razón es bien sencilla durante meses estuve huyendo de ella como gato escaldado. Vierte un cubo de agua fría sobre un micho y verás cómo salta brinca y se enfurece. Pues así reaccioné yo. Pero creo que otra vez voy mas rapido de lo que debiera. ¡ Son tantas kas cosas que deseo contarte y tan escaso el espacio que me ofrece este cuaderno !... Ahora voy a dejar de escribir porque me llaman. Aprovecha tú tambien para descansar un rato.