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Encuentros inesperados

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Encuentros inesperados

Estaba ahí, la persona que no había creído capaz de esto, otra vez, estaba ahí...

Ian, la persona que me "cuidaba" y en varias ocasiones, "me defendía" de los abusos de mi padre.

Confíe en él, creí en él, ponía mis manos en el fuego por él, y aquí es donde lo encuentro.

—No tendrías que estar acá.— Habla por fin.

La esperanza de que él sea la persona que me llama y me da pistas, se rebajaron a cero. Dudo que él sea la persona que estoy buscando.

—¿Qué tienes que ver con el secuestro de Cloe? —Cuestioné, sin expresión alguna que delate el miedo y la desesperación que llevaba dentro.

Ya no podía decir que estaba cuidándome, que estaba preocupado, porque esta vez, le caí de sorpresa. Él no sabía que venía.

—¿De qué hablas, terremoto? Yo no tuve nada que ver.

—¡No mientas! —Grité, su expresión se tornó fría.

—¡Lena! —grita Aaron detrás de mí.

Entonces volteo, y lo puedo ver. En sus manos había un arma, lo sujetaba con tanta tranquilidad y su rostro marcaba firmeza, sabía qué estaba haciendo, y no dudaría un segundo en hacerlo.

—Kent, no es lo que piensas —Trata de tranquilizar Ian, a mi padre.

—¿Dónde está mi hija?

Ash, como si eso llegara a importarle.

Aaron me toma del brazo y me sostiene cerca de él para alejarme de la mira de mi padre, y mantenerme segura.

—No lo sé — contesta Ian.

Un disparo.

El ruido retumbó en mis oídos, obligando a tapármelos. La lámpara a la que le había disparado, yacía en el piso hecha pedazos.

—¡¿Dónde está mi hija?! —pregunta una vez más pero con un tono mucho más elevado.

De las sombras sale Alguien, alguien que jamás habría esperado.

Mi madre.

—¡Basta! —Ordena. Su voz ya no era delicada y dulce, era fría y dura. Algo muy diferente a lo que conocía de ella.

—¿Qué mierda haces aquí, zorra.? —pregunta mi padre.

—Eso a ti no te importa. Y baja esa arma, podrías lastimarte. —su mirada era observadora, pareciera que te matara con tan solo una mirada de esos ojos azules claros.

—Así que él era el hombre con el que te acostabas ¿eh? Tan básica como siempre.— indaga mi padre.

El rostro de mi madre, no cambia su expresión, sigue siendo dura, y observadora a cada movimiento que haya en el lugar.

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