𓂃colina abajo.

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México llamó a la puerta de Chile.

—¡Chile, despierta! —gritó— ¡Sal y mira que maravilloso es el invierno!

—No saldré —respondió Chile—. Estoy calentito en mi cama.

—El invierno es hermoso —continuó el mexicano—. Sal y vamos a divertirnos.

—¡Bah! No tengo ropa de invierno —contestó sin interés alguno.

Y sin previo aviso, el norteamericano entró a la casa de su amigo.

—Te he traído algunas cosas para que te lo pongas —dijo mientras mostraba algunas de las prendas.

México al notar el chileno tendido sobre la comodidad de su cama, sin intenciones de levantarse por cuenta propia, decidió echarle una mano. Así que, cuidadosamente, le puso un abrigo y después abrochó botón por botón.

Luego del abrigo, le ayudo con los pantalones. Los cuales se los puso y, al igual que el abrigo, después abrochó.

Cuando ya estaba listo con lo esencial, se acercó para ahora ponerle un gorro y una bufanda que rodeaba su cuello.

—¡Socorro! —gritó el chileno— ¡Mi mejor amigo quiere ahogarme!

—Sólo quiero prepararte bien para el invierno —le explicó sereno.

Luego de tener a su amigo totalmente a salvo del frío, lo agarró de su mano y se lo llevó consigo para enseñarle la maravillosa nieve que sólo hay en esta temporada. Blanca y majestuosa nieve.

—Nos lanzaremos cuesta abajo por la colina en mi trineo —dijo el mexicano.

—Yo no —respondió temoroso el de estrella.

—No tengas miedo —sonrió para tranquilizarlo—. Yo iré contigo en el trineo. Bajaremos a toda velocidad. Será emocionante.

En el momento que le hacía charla a su acompañante, también acomodaba su trineo para ya lanzarce.

—Chile, tú te sientas delante y yo me sentaré atrás —le indicó cuando estaba acomodándose en su lugar, dejándole un espacio a su amigo.

El sudamericano asintió y se posicionó donde le fue indicado. Al estar preparado, el trineo empezó a deslizarse colina abajo.

En su caída saltaron sobre un montón de nieve. México en uno de esos saltos se cayó del trineo.

Chile, sin percatarse, seguía a toda velocidad dejando atrás árboles y rocas.

—México, me alegro que estés aquí —dijo Chile—. Yo no podría conducir el trineo sin ti.

El chileno saltó sobre otro montón de nieve.

—Tienes razón. ¡El invierno es divertido!

Un cuervo revoleteó cerca de él.

—¡Hola, Cuervo! —gritó Chile— Míranos a México y a mí. ¡Montamos en trineo mejor que nadie en el mundo!

El cuervo no hizo más que un horrible chirrido que lo espantó un poco.

Chile miró atrás para asegurarse de que su amigo estuviese bien ante ese agresivo pájaro, pero su corazón se aceleró a mil al ver que México no estaba allí.

—¡Estoy solo! —gritó asustado.

¡Bang! El trineo chocó contra un árbol.

¡Crack! El trineo chocó contra una roca.

¡Plop! El trineo se incrustó en la nieve.

México llegó corriendo colina abajo. Ayudó a sacar al chileno de la nieve.

—Lo he visto todo —dijo México—. Lo hiciste muy bien tú solo.

—No es verdad —dijo Chile—. Pero hay una cosa que puedo hacer yo solo.

—¿Cuál? —preguntó México.

—Puedo irme a casa —dijo Chile—. Quizás el invierno sea hermoso, pero la cama es mucho mejor.

 Quizás el invierno sea hermoso, pero la cama es mucho mejor

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𝐔𝐍 𝐀𝐍̃𝐎 𝐄𝐍𝐓𝐄𝐑𝐎 ── mexchi. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora