Capitulo I

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Sonaban las trompetas retumbando en todo el cielo, la magistralidad que estaba ocurriendo en ese momento era indescriptible, la blancura encandilaba la vista de cualquier mortal, ángeles, arcángeles, querubines y serafines llenaban el salón de luz, ellos eran luz, simplemente el mismísimo paraíso; y allí se divisaba él... Louis, un hermoso ángel con cabellera castaña, de contextura pequeña, y sus ojos, sus hermosos ojos, eran más azules que el mismo cielo y mar juntos, el color de ellos eran únicos, eran color Louis.

Este precioso ángel pertenecía al selecto grupo de estos, era el favorito para ascender a ser arcángel; pero había algo en él, aún no se sentía completo, aun sabiendo el honor de ser arcángel.

Un día este curioso ángel bajó a la Tierra de los humanos para espiarlos. Quería saber que era la mundanidad, quería ver que era ser imperfecto, pero feliz con todas esas imperfecciones y esa mortalidad fascinante; nunca había bajado a la terrenidad, nunca le había entrado la curiosidad, pero desde que le plantearon ser arcángel no puede dejar d pensar en la Tierra, quería visitar a quienes él protegía.

Y ahí estaba él, a orillas de un lejano pueblo, adentrado en el bosque que lo cercaban, sintiendo la música, bailes y fiestas, ya que en el paraíso aquellas actividades mundanas estaban prohibidas.

Moría de ganas de participar de uno de esos festejos, pero al no poder ocultar sus alas observaba a aquel pueblo desde la oscuridad de los árboles aledaños. Así, esperaba a que la siguiente canción comenzará y bailaba en soledad entre medio de aquellos seres verdes y frondosos.

Amó tanto esa libertad de danzar en la soledad, sentir el césped musguiento en sus desnudos pies, vibrar con cada acorde de la música de fondo que decidió bajar a la Tierra todas las noches de su vida para revivir esa sensación. Sabía que era una decisión arriesgada, ya que los ángeles tenían prohibido hacerlo, pero lo hacía tan feliz que no pensó en las consecuencias que podía traer...

Una noche cualquiera, como siempre, bajó a la mundanidad y empezó a bailar al ritmo de la música en el bosque, y lo más inesperado paso, fue descubierto por un demonio que también visitaba la Tierra en busca de diversión, pero no era cualquier demonio, este era un príncipe, un Diablo llamado Harry. A este le entretenía verlo bailar, le parecía gracioso y muy bello. Como todo Diablo era un maestro del engaño y por ende podía tomar la forma que él quisiese, así que se transformaba en diferentes animales para estar cerca sin que Louis lo notase, hasta el momento en que decidió hacerse presente ante el. Le confesó que hacía un tiempo lo observaba en secreto y le preguntó qué buscaba en la Tierra, ya que sabía que las leyes de los ángeles eran más rigurosas y tenían prohibido el contacto con los humanos, no así los demonios que podían hacer y deshacer a su gusto.

El tímidamente respondió que amaba las fiestas que hacían pero al no poder participar en ninguna permanecía oculto allí para admirarlos de lejos. Fue entonces cuando una idea cruzó la mente de Harry.

-Yo puedo ir y venir entre los humanos, con mi magia logró cambiar mi apariencia. Si lo deseas puedo hacer lo mismo contigo - le propuso

- ¿Por qué me ayudarías?, ¿Qué esperas a cambio? - desconfió el

- Que bailes conmigo, ¿Es mucho pedir? - sonrió el travieso Diablo

Louis no podía evitar dudar, desde pequeño le habían enseñado que no debía confiar en los demonios, que eran seres malos. Pero su deseo de poder participar en una de esas fiestas era tan grande que decidió aceptar su propuesta.

Así el Diablo usó su magia, ocultó las alas de él y cambió su color de cabello, luego hizo lo mismo sobre él para desaparecer sus cuernos y cambiar sus rasgos. Louis estaba sorprendido, nunca había visto una habilidad así, definitivamente él era un ser poderoso.

Harry lo tomó de la mano y la llevó hasta el pueblo, la ansiedad se iba haciendo cada vez más fuerte en el pecho de él.

Al llegar pudo descubrir que aquella música provenía de una alegre taberna cuyos clientes siempre estaban dispuestos a celebrar.

El no podía ocultar el brillo en sus ojos, y el Diablo, lo invitó a bailar.

- Pero... ¿ y si no puedo hacerlo bien?...- dudó Louis

- Sólo déjate llevar...- le susurró Harry mientras con el brazo derecho tomaba su cintura, y con la izquierda su delicada mano.

Decidió hacerle caso y se dejó guiar por aquel misterioso demonio que lo miraba a los ojos de forma seductora. El no ocultaba su alegría, sus movimientos fluían perfectos con los del otro. No tardaron en llamar la atención, a la vista de todos era una joven pareja, ninguno de los presentes podría jamás imaginar que un ángel y un Diablo bailaban en el medio del salón.

Luego de ello, Harry lo invitó a probar la comida y bebida hecha por los humanos, él se desenvolvía con total naturalidad entre ellos, dejando en claro que no era la primera vez que iba a la Tierra.

Así la noche transcurrió entre risas y baile, sorprendentemente para Louis había pasado una velada inolvidable en compañía del ser menos pensado.

Antes de que la oscuridad desapareciese por completo se dirigieron nuevamente al bosque, recuperando así sus verdaderas apariencias

- Quiero agradecerte por lo de esta noche, ha sido como un sueño para mi... confieso que al principio dude de ti, no podía creer que lo único que quisieses a cambio fuese bailar - dijo el ser de luz

- ¿Y quien dijo que era lo único que quería a cambio? - sonrió con picardía él

- ¿Qué quieres decir?

Harry se acercó rápidamente a él, le tomó el rostro y de sus labios robó un tierno beso. Louis quedó inmóvil por un momento, aquel gesto fue totalmente inesperado, provocando que se sonrojara por completo.

- ¿De verdad creíste que estaría al lado de un ser tan bello como tú y simplemente me conformaría con bailar? - sonrió él mientras aún acariciaba su rostro

- Yo... no...- continuaba sin poder ordenar sus pensamientos

- Me gustaste desde la primera vez que te vi y desde entonces no has salido de mi mente

- Pero... no puede ser...- titubeaba, todo su cuerpo tiritaba como nunca

- ¿Por qué no?, ¿Crees que por qué somos distintos no podría poner los ojos en ti? Soy un Diablo, las normas no van conmigo- continuó seduciendo.

El, avergonzado, se tomaba el rostro mientras evitaba mirarlo directamente porque era consciente de que algo en él también la atraía, temía ser ingenuo y que aquel atrevido Diablo sólo estuviese jugando con él, después de todo era la primera vez que tenía contacto con uno de ellos.

- Por favor mirame y dime que sientes- insistió Harry mientras volvía a acercarse

- Lo siento, será mejor que me vaya...- respondió, se dio media vuelta y lentamente comenzó a caminar hasta invocar una puerta al paraíso.

Él simplemente sonrió, aquella reacción tímida le parecía simpática, y al verlo irse le dijo en voz alta -¡Si deseas volver a vivir lo de esta noche, sólo ven aquí!, Siempre estaré esperándote...-

Louis volteó por última vez sólo para ver que lo observaba con un gesto de satisfacción en su rostro, todo había sido tan repentino, no sabía qué pensar, si creer o no en sus palabras. Pero que el Diablo tuviese la habilidad de engañar no quería decir que todo en él fuese falsedad pues, como todo ser, también poseía un corazón.

EN BUSCA DE LA MUNDANIDAD-Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora