dos

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¿Cómo carajo hago para sentirme viva?
Es una incógnita que me pregunto cada mañana.

¿Hay alguna forma de vivir?

¿Una motivación?
Además de la misma muerte.

Eso es algo que todo el mundo se pregunta, pero nadie tiene la respuesta, no creo que sea tan difícil conseguirla, solo se está buscando en el lugar equivocado.

A quién se le ocurrió pensar en un futuro, y no acabar con esta especie desde un principio, ahora nos estamos encargando de acabar con las otras.

Bueno, parece que el fin colectivo es el mismo, terminar con todo, no solo el mío, aunque hay algunos excéntricos que creen que la felicidad es una opción.

Algo anda mal con su filosofía, o quizás es la correcta, si es así les pediría muy cortésmente la guía.

¿Cuál fue la pregunta que se plantearon?

El infierno en el planeta tierra es real, creo que lo puedo considerar mi país, por lo general se tiene la nacionalidad del territorio en el que se nace. Adoptas aquellos aspectos, siendo extranjero también.

A mí me gobierna un tirano, dueño de mis límites, pero que no me da la órden que necesito.

La mañana de hoy es lluviosa, torrencial, como mis malos pensamientos, caen uno detrás del otro. Si tan solo el agua tuviera una píldora curativa en su fórmula, no dudaría un segundo, en salir sin paraguas.

Raramente pienso así, aferrándome a una pizca de esperanza, el pozo ciego de la ilusión, un intento de equilibrio en vano, tan solo dura lo mismo que un latido. En mi abismo del horror.

Mi desayuno se basa en un bol con leche y cereales, tengo que estar fuerte para cumplir la tarea de saco de boxeo.

Tengo que despertarme a la madrugada, la escuela no queda para nada cerca, y mis progenitores no van a mover un dedo en llevarme hacia allá, se desentendieron de eso también, nada nuevo.

Al salir del edificio, por tradición, saludé a Jung, pero este ambiente diferente me obligó a abrir el paraguas, ir caminando por las calles desnudas de personas, mientras chapoteas los pies en los pequeños charcos es una sensación diferente, algo infantil.

Parece a propósito, que me hayan inscripto en el colegio a más kilómetros de nuestra vivienda, se nota que me quieren bien lejos, no me quejo, el único ejercicio que hago diariamente.

El cielo está raro, algunas partes, bien a lo lejos, apenas despejadas, con el sol haciendo fuerza para siquiera hacer pasar algunos rayos, más que la luz artificial de los faroles no tengo nada para guiarme.

Los autos pasan imparciales a mi lado, espero que sientan lástima, por pasar descuidadamente sobre esas calles llenas de agua, empapando mis zapatillas. Pero no, cada cuál está en la suya. Yo me odio, sin embargo velo por el bienestar del prójimo, al menos alguien se merece una buena prosperidad.

Ni siquiera la parada de buses está cerca, literal, a kilómetros de distancia, tampoco es que viva en una zona deshabitada, pero Seúl es taaaan grande.

El colectivo se acerca a lo lejos, descolorido, como la mayoría de las personas en este día triste, para mí son los mejores, porque combinan con mi estado de ánimo, no seré normal, claramente.

No tenía ganas de escuchar las burlas, ya sentada, solo me acomodé para mirar por la ventana, y desconectarme de los ajenos por un rato.

Este clima altera la esencia de los malvados, los vuelve un 100 % peores, me gustaría decir que en momentos como esto temo por mi vida pero sería una falacia, hasta para ellos. No sé las razones exactas, pero su creatividad demoníaca se incrementa. Apenas verlos en los pasillos, y con el poco conocimiento que tengo sobre su especie lo deduzco.

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