siete

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—¡Noooo, noo, por favor!

Gritaba a la nada, a los oídos sordos que me estaban sujetando de los brazos por la fuerza, llevándome a una escena de sometimiento y perdición, estas personas tienen rencor en su alma, de la cual hace poco aprendí su significado.

—¡¡CALLATE Y COLABORA!! — Me exigió la chica que más me odia, sin motivo aparente de una forma casi satánica, totalmente fuera de sí.

Me estaban arrastrando hacia un salón abandonado que hay en el último piso, al final del pasillo, que alguien escuche los gritos es inalcanzable, estoy completamente sola, como siempre lo ha sido.
Cuando entramos al salón vi una silla en el medio, en la cual me sentaron y me ataron contra mi voluntad, parecía una cámara de tortura.

Tenían cinta en sus manos, y entre las tres se miraron, debatiendo en ponermela, pero al final discreparon, y con votación dividida decidieron no utilizarla en mí, con el argumento de que nadie me escucharía.

Habían venido equipadas, para maltratarme, para poner en práctica su sadismo, no sé cuánto tiempo habrán planeado esto, parecía que querían esclavizarme, o como si fuera una prisionera de guerra. Tenían una mochila con diferentes objetos en ella para lanzarme mientras yo estaba inmovilizada en un par de maderas.

Querían jugar a la ruleta rusa conmigo.

Lo que sí hicieron fue taparme los ojos, para que adivinara qué iban a arrojarme.

—¡Muy bien Kim! ¿Ya estás lista?

No podía ver nada, solo negro, como mi ilusión de estos momentos, nada, solo oscuridad y desasosiego, terror y abrumación.

—¡Contesta! — me volvió a gritar al no haber obtenido respuesta.

Qué quería que dijera, qué estaba lista para que me humillen, me hagan sentir inferior sin razón, ser su burla por un par de minutos. Percibí que tenían cosas pesadas, olorosas, y que suponen dolor.

Solo asentí y para ellas fue suficiente.

—Bien chicas, empecemos, — escuché que todas agarraron algo y calculo que se pusieron en posición — oh, esperen que pongo mi celular para grabar.

Sentí que pararon un momento, para que la hija de Satanás comenzara con su película casera, y así ellas poder disfrutarlo cuando quisieran. Dejarlo no solo en su memoria.

—¿Ya? — preguntó una de las secundarias.

—Sí, sean libres.

Eso no cuenta para mí.

[...]

Luego de eso estuve caminando por el limbo de mis pensamientos, atravesando una metamorfosis.

Todo lo que había mejorado hasta ese momento se fue por la borda, en un abrir y cerrar de ojos, me sentí en una batalla emocional donde todas mis emociones salieron a la luz para debatir sobre mí, cuestionando lo largo de mi existencia y el futuro de esta.

Tenía un ángel de un lado y un demonio del otro.

Y no sabía a cuál hacerle caso.

Gran parte de mi interior me recomendaba que acabara con todo de una vez por todas, de vuelta, mi destino es ese, en un cementerio para siempre partiendo desde ya, sin darme la falsa chance de descubrir, y conocer un poco más del mundo.

Nunca podré pertenecer a ningún lado, no soy nada, no soy nadie.

Desde pequeña que ha sido así, los hechos me lo han demostrado, no tendría ningún sentido intentar arreglar algo destruido, con miles de defectos irreparables, sin indicios de alguna mejoría, mi cura no está inventada.
A eso vine al mundo, a ser una persona dañada, a que me maltraten y me desprecien, me humillen y me pisoteen, vine a ser el conejillo de indias de los más fuertes, ese es mi único propósito.

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