3: El menor de los Kim.

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Perspectiva de Mashiho, día 1.



Las carretas, llenas de productos, pasaban a su lado, asustándolo ligeramente. No sabía donde se encontraba exactamente y Hyunsuk se había ido hacía más de una hora, dejándolo indefenso ante tan grandes avenidas, confundido como si fuera un bebé dando sus primeros pasos sin la ayuda de sus padres.

Si bien no negaba que las vistas de las enormes calles principales eran embriagadoras, el caótico ritmo de la ciudad lo abrumaba, haciendo que terminara apartándose de la empedrada carretera y acabara por posicionarse al lado de una frutería antes de decidir qué camino tomar.

Al fin y al cabo estaba en la capital, y probablemente no tendría mucho tiempo para recorrerla, ni se le presentarían muchas más oportunidades como esta; usualmente sus recados se centraban en aldeas de riqueza media, alejadas de las ciudades importantes.

Mashiho levantó la cabeza al escuchar un fuerte silbido, acompañado de un redundante golpe que acabó con un hombre en el suelo, con una gran herida en la cabeza. La gente que había a su alrededor comenzó a alejarse. Varios murmullos comenzaron a escucharse entre la multitud.

No sabía qué estaba pasando.

Una carroza pasó junto a ellos lentamente, los motivos grabados en la madera pintada resaltaban ante la luz del sol. Desde las ventanillas del transporte se podía ver a dos personas, ambos con gesto serio. Fue solamente unos instantes, pero Mashiho pudo ver con claridad el rostro del más joven. Su rostro, aparentemente carente de emociones, estaba adornado con las pequeñas luces del Sol que se filtraban en el interior del carruaje. Sus ojos, grandes y oscuros, se posaron en los suyos durante apenas una centésima de segundo, pero para él fue como si una llama se prendiera en su interior. Aquellas orbes, tan desprovistas de luz, y a su vez tan candentes como una estrella, atrayeron sin quererlo al joven chico.

Dejó caer su respiración cuando finalmente el chico apartó su atención de él para centrarse en otra cosa. Su cuerpo se había erguido inconscientemente, así que no fue sorpresa cuando su espalda volvió a arquearse.

Miró a los lados, viendo como la carroza comenzaba a dejarlo atrás, queriendo inconscientemente que esta se parara una vez más para poder contemplar su rostro una vez más.

Chocó contra un señor mientras mantenía la vista fija en el transporte, así que se disculpó rápidamente. La carroza estaba cada vez más lejos, desesperándolo. Al parecer el hombre con el que había tenido el encontronazo lo notó, porque frunció el ceño, intrigado.

-¿Qué se te ha perdido en la carroza de los Kim, chico?

-¿Eh? No, yo solo estaba...

Cerró la boca, avergonzado. El hombre se fijó entonces en sus algo desgastadas botas, que hacía meses que no lavaba. No es que malviviera, pero buscar trabajo en aldeas no es que le diera grandes sumas de dinero, precisamente. Probablemente el viejo pensara que era un mendigo.

-¿Sabes? Creo que están buscando personal, creo que lo último que escuché fue que despidieron a uno de los criados porque lo pillaron vendiendo cosas de la casa a escondidas.

-Vaya...

-Así que yo que tú aprovecharía y lo intentaría, muchacho. No tienes nada que perder...

A pesar de que aquellas últimas palabras parecieron duchas con algo de sorna, el hombre procedió a indicarle, por medio de un trozo desgastado de pergamino que llevaba en un bolsillo, cómo llegar a la residencia de los Kim. Algunos consejos también se incluían entre las frases del hombre, mayoritariamente sobre cómo debía ir arreglado para solicitar un puesto de trabajo entre las grandes familias de los lares. Tras terminar aquél corto intercambio de palabras, Mashiho siguió paseando hasta que el Sol comenzó a esconderse en el horizonte.

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⏰ Última actualización: Apr 20, 2021 ⏰

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