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TRES.

ACTUALIDAD

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ACTUALIDAD. año 2015.

Afganistán derramó algunas lágrimas y sollozos al ver las noticias de su país, estaba destrozado, escombros por todos lados, niños gritando por sus padres y adultos desesperados por apagar los incendios de su casas, las cuales parecían polvo. Sintió como Clint se sentaba a su lado y la abrazaba acostándola en su pecho, acariciando suavemente su cabello mientras que ella seguía sollozando.

—Dios mio... ¿Que es lo que tienen con mi país? ¿Por que lo atacan así?— se lamentaba la afgana aferrándose al hombre.

Su acento seguía igual de marcado como el día que piso el complejo de los Vengadores, algunas veces incluso era forzado para su sinceridad, pero todos sabían que su acento era lo único que la diferenciaba de ellos.

Ambos apreciaron el momento en el que Tony Stark había hecho su aparición en Afganistán junto a Thor y el Capitan America, los tres ayudando a las familias a apartarse del fuego, sacando personas de los escombros.

—No tienes idea de lo horrible que es— hablo Afganistan sin despegar la mirada de la televisión. —El hambre, caminar con miedo a que el que tienes al lado se inmole— la voz quedada de la muchacha hizo que Clint la mire. —Recuerdo que era creyente y practicante del Islam, me gustaba ser parte de eso, pero se hacía mucho calor en verano con el velo— sonrió levemente. —Deje de creer después que mis padres me vendieron... perdí la fe en Allah— escuchó como la palabra se deslizaba por sus labios con el característico acento afgano.

Clint permaneció callado, pocas veces había escuchado a hablar de Afganistán sobre su pasado, mucho más cuando se trataba de sus padres y su vida en el país.

—Por eso me llamé Afganistán, perdí la fe en la religión pero no en mi país— la muchacha le sonrió al hombre, quien la miró confundido.

—¿Te llamaste?

La muchacha bajó la mirada. —Antes me llamaba de otra forma... mi nombre de nacimiento— aclaró encogiéndose de hombros. —Me traía muchas malas sensaciones, no lo sé, era raro.

De vez en cuando escuchaba susurros en mi mente, muchas veces pensé que era algún síntoma de esquizofrenia pero nunca le cause daño a nadie así que lo guardaba para mi.

Dolunai.
Dolunai.
Dolunai.

Siempre era la misma voz masculina mascullando en mi cabeza, y por más que trataba de alejarla, siempre volvía.


•••


—Hey— saludó la afgana con una sonrisa al rubio de pelo largo que entraba a la cocina.

𝐀𝐅𝐆𝐀𝐍𝐈𝐒𝐓𝐀́𝐍, pietro maximoff. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora