Un día cualquiera, no recuerdo si había sol o nubes, si había luna o estrellas, pero en mi mente y mi alma, grabado en ellas, quedó tu esencia prendida, de entre todas de este mundo, la cosa más bella.
No esperaba nada extraordinario, como una gota más en el mar, una de ellas, o un rayo de sol una tarde de estío, en la ciudad humeante brea, sin particular relevancia, una breve historia, una que a penas queda.
Pero sin pretenderlo ni querer evitarlo si quiera, encontré esa aguja entre el heno, un grano de trigo en un campo de amapolas, imperceptible, inmutable en su quietud, pero que una vez arraigado asoma al cielo y sobre el suelo se eleva.
Pronto se transformaría en la sensación más bella de una vida de sueños, una discrepancia en la rutina, tan admirable, tan aventurada y aventurera; inquietante, fascinante, soplando a toda vela para recorrer un océano, a veces en calma, o en tempestiva tormenta.
Una fusión de vívidas sensaciones que en mi vida planea, que arde en llamas un corazón que allá por donde pasa en ascuas todo quema, pero le da otro color, otra perspectiva y de repente todo lo olvidado, lo que en un rincón oscuro se había quedado, inservible, invisible, desperdigado, de pronto toma forma y en mis ojos, delante de ellos se ordena.
Ya todo tiene sentido y no se explicarlo si quiera.
No recuerdo si llegaste una mañana o una noche, ni si quiero recordarlo o merece la pena, pero sé que aquí te has quedado, recomponiendo fragmentos de sentimientos, transformando un mundo, preguntando inocente, sonriendo, iluminando lo que ayer eran tinieblas.
Y ya, esto sin nombre, tiene un único dueño, que mi mente sin cesar recuerda, mi principito, como un Zar, capaz de apaciguar de sentimientos mareas.
Un día cualquiera encontré, de entre todas de este mundo, a ti mi pequeño, la cosa más bella.
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Diario de un náufrago
DiversosPoesía, reflexiones, citas. Filosofía del siglo XXI. Un memorando de sentimientos, de sensaciones y pensamientos. El lugar donde soy mi yo más puro