_No me importa, Baekhyun.
_Pero, jefe-
_Si bien firmé estos permisos.- habló el rubio mientras arrojaba los papeles en la mesa de la junta con furia. Su director de publicidad nunca le había visto en ese estado tan furioso. Era un Park Jimin que no conocía.- Era porque prometían mantener la imagen dentro de los marcos de nuestra ética empresarial. Tenemos un código, y un público muy específico hacia quienes van dirigidas nuestras prendas.
_Claro, señor.- el sujeto tragó el nudo de su garganta.- pero con la nueva tendencia y las pocas prendas colocadas para un rango de edad más joven, el innovar el estilo y subirnos al columpio de la moda nos hizo tener un nuevo crecimiento en ventas, jefe.
El rubio suspiró, parándose de su silla y dirigiéndose hacia la máquina de café que tenía en su oficina. Se sirvió un expreso doble sin azúcar y lo bebió de un sobro, dejando las palabras de su empleado en el aire. Si bien estaba tan enojado como para arrojar todo por el retrete, tuvo que controlarse aunque sea un poco, por más que ya hubiese dejado ir su temperamento con su pobre jefe de publicidad.
_No necesitamos subirnos a un columpio de moda cuando nosotros manejamos las jodidas cadenas, ¿Lo entiendes, Baekhyun?
_Sí, señor, pero-
_Y puede que las tuyas se corten si me encuentro con otro fallo como este, ¿Ahora lo entiendes, Baek?
El empleado asintió, murmurando un por supuesto, jefe, y pidió permios para salir corriendo de allí con su maletín y papeles en mano. Jimin estaba desquiciado y fuera de control, cuando esa mañana una publicación del último Nacional había llegado a sus redes, una donde una famosa reportera se encontraba usando una de las pocas prendas que habían salido a la venta antes de cerrar el catálogo. Era una blusa totalmente transparente con una espalda descubierta y unos volados de encaje. Claramente su elegante logo, aquella letra inicial "P's" bordada con lazos alrededor era bastante clara en el bolsillo, y Jimin tuvo la cuenta de su marca llena de solicitudes de mensajes. No quiso molestarse en abrirlas todas cuando notó que la mayoría eran preguntas y dudas sobre el re-stock de las pocas prendas que habían lanzado. Odiaba, jodidamente odiaba cuando las personas se tomaban tantas libertades con él. Sus admiradores y ahora sus empleados, al parecer.
Aun así, creía haber manejado bastante bien a Baek por más que en sus más de cinco años trabajando juntos, nunca en su vida había hecho o impuesto el papel de jefe. Nunca había amenazado con despedir o delegar a alguien como lo había hecho hacia momentos.
Se sentó, escuchado los mensajes que su contestadora había recibido. Tenía un junta de firmas en unos días, una entrevista y su madre quera verle el domingo para la misa, seguida de una junta con el director de las actividades de las parroquias, con los cuales había aceptado trabajar. Illoys le tenía sin cuidado en ese momento, pero su mensaje de voz había llegado igualmente, citándolo mañana por la tarde.
Quería llorar. Se sentía exhausto, estresado y con demasiado trabajo sobre sus hombros.
Tanteó en sus cajones con llaves aquel folio que le había llegado hacia días, cuando Jeon había traído su motocicleta como había prometido. Había sido cuidadoso, y lo había colocado dentro de una carpeta que pretendía tener catálogos de ropa, llena de papel en blanco mientras la copia del contrato que habían firmado se encontraba escondida allí. Bien, al parecer el castaño se toamaba las cosas seriamente y aquello no hacia mas que darle seguridad a Jimin, la cual no le gustaba para anda.
Ojeó el papel nuevamente, llegando hasta el número telefónico de su Dominante. De su Maestro, impreso en la ultima página junto con el número de la escribanía que había legalizado todo aquello. El actor había agentado al sujeto apenas tuvo la oportunidad, pero ningún mensaje había sido enviado por el momento. Estaba tan enojado, tan eufórico y con tanto miedo, que no supo que más hacer. No tenía amigos, no podía confiar en su familia y podría esparcirse el rumor y ser temido por sus empleados ahora.
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S.S.C.
FanfictionJimin habia sido siempre el sujeto correcto. Soltero, sin hijos pero con una enorme fila de pretendientes a la espera de una migaja de su atención. No esperaba pasar desapercibido cuando había dejado la comodidad de su hogar, demasiado cómodo y ab...