Banqueta

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Bien. Así habían ido las últimas semanas.

La entrevista con el presidente había tenido un alcance mayor de lo esperado, la película se estrenaba mañana y ahora mismo Park Jimin estaba en una rueda de prensa. Sus compañeros de trabajo parecían llevarlo bastante bien, pero él estaba lejos de estar tranquilo.
No había podido dormir en días.

_Entonces, ¿Debemos esperar el final de la saga?

Por suerte aquella pregunta había sido para el director. El chico rubio allí sentado parecía estar perdido. Las ojeras habían sido tapadas con maquillaje al igual que sus pensamientos, porque nada podía hacerlos callar. Se sentía aún más irritado, cada pregunta se acumulaba en sus venas y el trabajo era cada vez peor. Esperaba el lanzamiento del film para tener un merecido descanso.

_Jimin, ¿Vas a aceptar el trabajo en Illoys?

Bien, ese jodido descanso no iba a llegar nunca.

Illoys era una pequeña empresa que había comenzado a hacerse paso entre los grandes tiburones, siendo que era una pequeña extensión de una cadena de Iglesias que se encargaban de hacer misiones y reclutar gente. Aceptar aquel trabajo y apadrinar las iglesias iba a ser un verdadero dolor de culo, pues muy poca gente era la que de verdad quería trabajar y pertenecer allí. Jimin o quería salir corriendo o quería patear la cara del fotógrafo que le había perseguido minutos antes cuando había estado teniendo su almuerzo. Que le sacaran fotos mientras estaba comiendo era algo que le molestaba demasiado, no pudiendo disfrutar de una jodida ensalada en paz.

_Yo...- dijo en el micrófono, y el silencio se hizo y las cámaras comenzaron a grabar y apuntar hacia él, ¿Qué no se supone que era una jodida rueda de prensa para la película? - Sí, veré en que puedo ayudar.

¿En qué tiempo de qué agenda libre?

Luego de aquella pregunta el mar de gente pareció sesar, moviendo el foco de atención hacia el director del film. Jimin quería hundirse nuevamente en su sillón de más de mil dólares y tomar bebidas zero hasta reventar. No se había peinado ni maquillado ese día por lo que las maquilladoras le habían hecho unos leves retoques, pues Park Jimin, con su imagen pulcra y buena no podía llevar demasiado encima o lo tacharían de alborotador. En su vida había usado algo más que el corrector y los polvos.
Cuando todo terminó, agradecido de poder volver a su casa, los reporteros del Nacional se encontraban esperándolo en la puerta de su camarín. Tuvo que poner todo de sí para no rodar los ojos. Era extraño como luego de aquella noche, Park Jimin parecía cada día más irritado, o menos capaz de controlar lo que realmente sentía y pasaba dentro suyo. Como si aquello hubiese destapado algo en su caja torácica, y ahora casi que no podía mantener sus pensamientos para él mismo.
Sonrió, aceptando la botella de agua que le daban.

_Park Jimin, querido, quería hacerle unas preguntas en torno a Illoys.

_Claro, cuantas quiera. - sonrisa.

_ ¡Fantástico!

Había pasado una hora antes de que el rubio pudiera salir de allí. Estaba cansado, con hambre y totalmente exhausto. Su cuello tiraba y sus pies dolían. No había podido sentarse y sus admiradores le habían esperado en la salida, por lo que se había sacado miles de fotos y firmado miles de camisetas. Suspiró, agradecido con que la agencia le hubiese mandado un auto porque sus pies no estaban para manejar su Yamaha.

Se sentía caliente. Así se había estado sintiendo por los últimos días desde que había optado por no asistir más a aquel club. Primer y última vez se dijo.

Pero Park Jimin no podía dejar de pensar en aquello. En lo bien que se había sentido insultar a Jeon Jungkook, en lo bien que había sido explotar, no mentir, decir lo que realmente sentía. El sujeto había logrado leerle en menos de media hora y eso era algo que debería de preocupar al rubio, pues su tapadera no debía jamás ser descubierta por demás personas o su carrera caería a pique. Jimin, en realidad, tenía un carácter fuerte y asqueroso que había guardado por años. Nadie le había visto así, sólo él mismo en su privacidad.

S.S.C.Where stories live. Discover now