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Los días lluviosos eran sus favoritos. Taehyun lo recogía con la camioneta de su padre para ir al colegio juntos, y hacer un resumen de lo que habían hecho el día anterior. Moría de ganas de decirle todo, que tenía el poder de convertirse en un gato cuando quisiera, que conocía a Soobin más de lo que parecía.

— ¿Qué sería de ti, sin mi? — lo saludó su amigo, desde dentro del vehículo. — ¿Cómo has estado? tienes muchas ojeras hoy.. — Cuestionó, corriéndose al otro extremo de los asientos traseros, dejándolo pasar. — No va con ánimos de ofender.

— ¡Hola! — Saludó amablemente a su amigo y al padre de este, abrochándose el cinturón de seguridad. — No tengo nada, de verdad. — contestó, sin dirigirle la mirada. — Pero ¡tengo buenas noticias! intentaré acercarme a Soobin. Esta vez es la buena.

Taehyun trató de escupir la bebida como ocurría en las películas cuando alguien decía algo descabellado.. pero no tenía nada que escupir, solo pequeñas segregaciones de saliva.

— ¡Te levantaste bromista hoy! — alegó su amigo, llevándose una expresión seria como respuesta. — Espera, ¿hablas en serio? — el otro asintió, sintiendo el calor estableciéndose en sus mejillas. — No sé que decir.. ¡ya era hora! Aunque es como la quinta vez que dices algo así.

Beomgyu rió y escondió su cabeza dentro de su sudadera, estaba avergonzado.

— Tranquilo, beom.. — Lo tranquilizó su amigo, él entró en pánico ya que, así lo llamaba Soobin en su forma gatuna. — ¿Sucede algo más? — le preguntó al ver su expresión nerviosa.

— No, no pasa nada.. son los nervios. — Contestó no muy seguro, añadiendo una risa incómoda al final.

Siguieron dialogando sobre sus amores imposibles hasta que llegaron a la escuela. Había menos alumnado de lo normal, suponían que era debido al chaparrón que transcurría sobre ellos. Los pisos de la entrada estaban sutilmente mojados, con marcas de pisadas sucias.

Beomgyu, apenas llegar al aula, notó la presencia de Soobin. Como siempre, se mostraba serio. Estaba sentado con una postura perfecta y una pierna cruzada, al parecer leía un libro de portada roja. El pelinegro lo miraba, remarcando cada una de las facciones del peliazul. Parecía irreal. Un príncipe.

— Etéreo.. — susurró Beomgyu, cerca del oído de Taehyun. El otro soltó una carcajada.

— ¿Con ese susurro vas a declararle tu amor? — lo molestó, haciéndolo poner los ojos en blanco. — Oye, tranquilo, de verdad. Ve a decirle que lo amas.. desde hace tiempo.. sin sonar como un desquiciado.

Era un buen consejo, pero Choi ya lo había planeado todo, sin embargo, no le había dicho nada a nadie. Creía que, si mantenía sus objetivos en secreto, estos iban a dar resultados positivos. Se limitó a asentir ante Taehyun, quien dio una palmada en su espalda en forma de ánimo, y fue a saludar a las otras personas del salón. A veces envidiaba lo sociable que era.

Su plan consistía en lo siguiente: primero que nada, tenía pensado invitarlo a un picnic bajo un árbol, pero estaba lloviendo y hacía frío. Entonces, era un rotundo no. Pero, si iba a ser rechazado, quería ser recordado y no pasar desapercibido.
Por lo tanto, se le ocurrió comprar una caja de bombones y entregársela con una nota en ella, explicando cómo se sentía (porque sabía que no iba a poder omitir sonido una vez tenerlo tan cerca). Y tampoco podía decirle que él era Beom, aquel adorable gatito que lo consolaba en sus peores momentos, porque el hechizo se rompería. Además, hoy era su último día para decidir si iba a quedarse como humano, o como minino. Y esto iba a servir para confirmar su decisión ¿Acaso pensaron que esta decisión estaba premeditada? Claro que no, fue una idea de último momento que iba a servirle para arruinar, o no, su vida entera.
Entonces, como no le daba la cara para soportar todo un día rechazado, iba a confesársele a última hora.

"Perdóname Soobin, por no poder ser valiente." Se dijo para sí, algo desganado y preparándose mentalmente para un amigable rechazo. Aunque dentro suyo, había un extraño sentimiento esperanzador que lo motivaba a confesarse.

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Soobin siempre era de los primeros en irse. Aunque, también iba por el camino más largo hacia su casa. Quizás no quería estar en la escuela, pero a su vez tampoco en su hogar. Lo que significaba que Beomgyu debía apurarse. El timbre acababa de sonar y Soobin salía disparado hacia la puerta.
Tímida pero apresuradamente, con una mano en su  bolsillo y la otra detrás de su espalda, nuestro protagonista se acercó al objetivo. Tocó su hombro con su dedo índice, el otro volteó y sonrió confundido. Su estómago estaba siendo atacado por millones nervios, y al parecer un remolino de emociones.

— S-Soo.. Soobin. — lo llamó Beomgyu, inmóvil ante la sonrisa del otro. — P-podrías venir.. ¿un momento?

Estaba muy nervioso, ni sus pies ni sus manos podían quedarse quietos. Sudaba en exceso. Tenía ganas de vomitar.

— Claro, no hay problema. — respondió Soobin, yendo detrás de él.

Beomgyu lo hizo subir las escaleras, llegando a la azotea del edificio. Estaba prohibido ir ahí, más cuando llovía y todo estaba resbaloso. Ambos sabían que no podían estar ahí, que algún directivo iba a subir y los iba a castigar, pero por suerte, ya no llovía. Y parecía que el sol quería salir.

Soobin ya sabía a qué venía todo eso.

— Supongo que ya te diste cuenta. — Le dijo Beomgyu, tomando la caja con sus dos manos y entregándosela al castaño, con los ojos cerrados y esperando lo peor. — Y si tu respuesta es no, no quiero robarte más tiempo. Me gustas, Choi Soobin. Desde hace mucho tiempo que me siento así, y creo que es la ocasión perfecta para confesártelo.

Soobin se acercó a él, con algo de rubor en sus mejillas y una sonrisa sincera. Beomgyu abrió los ojos con lentitud. ¿Acaso su sueño se estaba haciendo realidad? ¿Soobin no iba a rechazarlo? debido al atardecer, las nubes se tiñeron de tonos pasteles, el cielo continuó decolorándose al unísono. Los últimos rayos de sol los alumbraban, haciendo que sus pieles combinaran y se vieran de tonos anaranjados.

— Uh, lo siento, Beomgyu. Tengo muchas cosas en mente como para empezar una relación. — dijo, volviéndole a sonreír. — Deberías volver a casa pronto, no creo que el tiempo mejore.. te veo mañana, ¿no? Cuídate, por favor.

Soobin esperó a que el otro al menos, sonriera. Pero como eso nunca ocurrió, el más alto abandonó el lugar, reprochándose, ya que beomgyu era de los pocos que toleraba en su salón.

El otro esperó a perderlo de vista totalmente, y apenas lo hizo, dejó caer el regalo. Se derrumbó a su lado, con unas inmensas ganas de llorar. Miró sus manos, raspadas por la caída. Unos nubarrones negros taparon el sol. Rápidamente, se establecieron sobre él, comenzando una llovizna que empeoraba con el pasar del tiempo.

— ¿Qué esperaba? — Dijo bajo la lluvia, totalmente mojado. — Esto no es una película romántica. Qué tonto fui.

Le dolía más de lo que había previsto. pero.. ya había llegado a una decisión. Nunca dejaría de amarlo, estaba seguro de eso. También estaba seguro de que si la vida de Soobin fuera un poco más fácil, las cosas serían diferentes.
Entonces, ¿para qué seguir siendo un humano? ¿para qué vivir lleno de responsabilidades, teniendo la posibilidad de ser un gato? un gato que, era amado por todos. Incluida la persona que más amaba.

Soobin, a mitad de las escaleras, escuchaba los sollozos del pobre chico mezclándose con los truenos ruidosos a la distancia.

Ugh, lo siento, Beomgyu. Pensó ahora él, casi que arrepintiéndose. Me terminarías odiando aunque te dijera que sí.

CAT&HUMAN ✧ SOOGYU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora