ᥫ᭡ 6.

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Llovía a cántaros.
Había comenzado a odiar cuando llovía, Taehyun ya no estaba para él. Ya no lo pasaba a buscar, ni lo veía, nada. Se había quedado solo.
Su cola estaba repleta de lodo, con hojas y pequeñas ramas pegadas a ella. Beomgyu recorría las calles de la ciudad en busca de comida. Aunque en el camino veía a sus ex-compañeros de salón dirigirse a la escuela. Al parecer, su ausencia no era importante. Sus compañeros iban en grupitos de tres o cuatro riéndose a carcajadas, mojándose y saltando charcos de barro. Pero no iba a dejar que eso lo afecte. De hecho, ellos van a pasar el resto de sus vidas como esclavos, trabajando para grandes compañías y llevándose una miseria de sueldo. Tarde o temprano todos van a morir, siendo víctimas de un sistema monopolizado, donde unos pocos se llevan el esfuerzo de los demás.

Un agujero negro consumía su estómago, y lo último que había cenado había sido un pequeño grillo aplastado que encontró calcado en el asfalto de una carretera vacía. Bebió un poco de agua estancada que encontró en un pozo, el cual estaba repleto de insectos molestos. Llevaba días así, vagando entre las calles más transitadas y los callejones más solitarios. Cargando con muchísima suciedad en su pelaje, soportando lagañas que empeoraban su visión. No pensaba que la vida de un gato iba a ser tan.. difícil. Creyó que su única tarea iba a ser actuar lindo y ronronear sobre las piernas de su amado.. Eso era lo que le habían prometido.

Un aroma a carne fresca y pescado inundó sus fosas nasales nublando su mente. En lo único que podía pensar era en comida, y cuando vio la carnicería dueña de aquel olor, un suave ronroneo se escapó de su garganta. Habían varias personas en la cola, pero como él ahora era un gato, no importaba. En la vidriera, además de haber un sinfín de panfletos con los precios de las carnes, había un papel que llamó su atención.
"¡Se busca! Choi Beomgyu. Dieciséis años. contextura delgada, cabello castaño con ondas." Y una foto suya con el uniforme escolar.
Oh.. Unas inmensas ganas de llorar invadieron su cuerpo. Se sintieron como diez puñaladas impactando en su pecho. Rayos.. extrañaba a sus abuelos, a Taehyun. Se sentía el ser más egoísta que había pisado la tierra. Había perdido la cabeza por amor, por alguien que jamás se fijará en él.

Negó con la cabeza repetidas veces y se adentró en la carnicería. No sabía bien cómo pedir algo de comida, por lo que solo actuó tierno y se recostó sobre el zapato enchastrado del dueño del negocio.
Y seguido de eso, el señor reaccionó de la peor forma, pateándolo y pisando su cola.

— ¡Ven, Bero, hay un gato molesto en mi carnicería! — Exclamó el tipo, abriendo una puerta mediana que conectaba con el matadero. Un perro enorme color marrón atigrado salió disparado en su dirección, con la intención de morderlo y hacerlo trizas. Lo vio correr con hilos de baba colgando de su boca y dientes, su estómago se retorció.

Beomgyu salió disparado de aquel local, pasando entre decenas de pies humanos, intentando perder de vista a esa bestia hambrienta. Muchas personas lo pisaron, intencionalmente o sin querer. Oía los quejidos de la gente alborotada por lo que estaba ocurriendo y sus nervios aumentaban.
El problema se agravó cuando el travieso animal que lo perseguía logró frenarlo.

Primero mordisqueó su cola, haciéndolo lloriquear del dolor. La usó de juguete, y la zamarreó tantas veces hasta arrancarla de su cuerpo. Luego continuó mordiendo su cabeza, para callarlo de una vez, ya que sus maullidos adoloridos le estaban resultando insoportables. Beomgyu intentó defenderse utilizando sus uñas, pero no eran lo suficientemente largas como para hacerle daño alguno.
Dejó de sentir dolor cuando aquel furioso perro atravesó con su dentadura la piel que cubría su pecho. Dos, tres, cuatro mordiscones más y Beomgyu prácticamente no respiraba. Yacía inmóvil sobre el frío asfalto de una calle poco transitada, en el charco de su propia sangre. Había muerto.

¿Tan poco había durado su vida como gato? al parecer el mundo no quería verlo cerca de Soobin.

Soobin, Soobin, Soobin. Al fin y al cabo todo seguía tratando sobre él.

Beomgyu cayó a una habitación blanca. Todo a su alrededor era blanco, no habían puertas y tampoco habían muebles.. nada. Todo estaba vacío.
Se sentó sobre la blancura en forma de indio. El suelo estaba frío, podía deducirlo pese a no poder sentir nada. Entonces, ¿esto es lo que ocurría después de la muerte? ¿seguir con la tortura dentro de un espacio blanco? observaba atentamente sus manos, y después de pasar varios días como un gato, se alegró de volverlas a ver. Aunque sea estando muerto.

— Vaya.. qué horrible forma de morir. — Un humano, a sus espaldas, comentó. — Bienvenido al club. Soy Heeseung, a mi me atropellaron dos días después de decidir ser un gato.

— ¡Siento mucho tu pérdida! — Dijo otra voz, esta vez a un costado, acercándose lentamente. — Soy Jungwon, morí en una valla eléctrica luego de decidir ser un gato.. duré pocos días, y pasó hace algunos años... van a ser treinta.

Los ojos de Beomgyu apuntaron hacia las pupilas del último que habló. Era un muchacho de su edad, guapo y tierno.

— ¿Años? — preguntó. — ¿Llevas años aquí encerrado? — continuó, poniéndose de pie.

— Sí. Este es el paraíso de los gatos, o al menos así le llamamos. Es donde vamos todos los que caímos en la trampa, una vez que morimos. — Explicó el tal Heeseung. — ¿Cómo te llamas? lo único que me dijeron fue cómo moriste.

"¿Años?" resonaba en su cabeza.
Su vida no podía acabar tan pronto empezaba.

— ¿Nunca saldré de aquí? — Hizo otra pregunta, aterrado.

Poco a poco el blanco cegador cesaba. Habían rascadores, sillones con la misma función, platos de comida de gato que se rellenaban apenas se terminaba de comer.. las paredes eran anaranjadas con rayas cafés. Habían estantes con camas para gatos, bebederos y juguetes. Lo único que hacía ruido en su cabeza era.. ¿por qué todos seguían siendo humanos?

— A juzgar por tu mirada no estás muy contento. Haz las preguntas que quieras, pequeño. — Lo tranquilizó Jungwon.

— ¿No somos humanos? ¿Qué hacemos en este lugar.. especializado en gatos? — Preguntó una vez más, adentrándose en aquella extraña zona.

— Pues, verás, somos humanos. ¿Recuerdas cuando Pokko, el gato gordo que te trajo aquí, dijo que te acostumbraras a la comida gatuna? — Habló Heeseung, sentándose junto a él en el único sofá desocupado que había, este era color bordó. — Bien. Ese maldito gato nos engañó a todos. De alguna forma íbamos a morir, pero ese rufián adelanta toda nuestra vida, se lleva nuestros cuerpos y los almacena para venderlos a verdaderos gatos que quieren ser humanos. Es decir, técnicamente, él te quitó tu cuerpo a cambio de darte uno gatuno. No es fácil de entender, tampoco de explicar. Pero todos los que estamos aquí, somos humanos convertidos en gatos que murieron de alguna forma, y permaneceremos en estas cuatro paredes el resto de la eternidad.

Debía ser una pesadilla.
Beomgyu tironeaba de su cabello, intentando despertar de aquel horrendo sueño, sin embargo no podía. Lo único que quedaba propio de un gato en él, era una fina cola grisácea, la misma que le había sido arrancada por el perro de antes.

— ¿Ves esta cicatriz en mi mano? — Preguntó Jungwon. — Bien, la cerca eléctrica en la que morí, me dio en la mano. Y de allí la corriente fue hacia todo mi cuerpo, por eso es algo extraña. — Contó, entretenido. — Un perro perforó tu estómago, ¿huh? Bueno, apuesto a que tienes la marca de su dentadura allí.

Beomgyu levantó su camiseta y, efectivamente, un perfecto molde de colmillos se veían allí.
Quería volver a casa. El amor de Soobin no valía tanto.

CAT&HUMAN ✧ SOOGYU Donde viven las historias. Descúbrelo ahora