¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Sus miradas se cruzaron.
Y el hombre más temido de los santos, comenzó a creer en el amor a primera vista.
Gustabo llegó a comisaría junto a Horacio para poner una denuncia. El pelinegro prestaba atención a los detalles que le contaba el de la cresta, pero no podía parar de mirar al rubio de ojos azules.
Sus ojos transmitían algo que él conocía muy bien.
Soledad.
Y entonces supo, desde aquel momento, que ya había caído.
El tiempo pasó y observaba cada movimiento de Gustabo de cerca, disimuladamente. Ahora trabajaba para él. Era alumno de policía, al igual que su amigo.
Siempre que se quedaban solos el rubio no dudaba en flirtear con él.
El pelinegro le ignoraba, o eso aparentaba. Pero en realidad después de aquellas palabras tan descaradas no podía conciliar el sueño.
De vez en cuando sentía una presión en el pecho de rabia al ver al rubio coquetear con todos en la comisaría. Pero no podía hacer nada, no eran nada y seguramente nunca lo serán.
Él no lo quería reconocer, pero cada día estaba más enamorado del rubio. No podía parar de pensar en él y eso le estaba matando por dentro.
El dúo dinámico se convirtieron en inspectores jefe. Se lo merecían, después de todo lo que habían pasado.
Gustabo y él continuaban con su mecanismo de tira y afloja que les caracterizaba.
Hasta que llegó el día en el que el rubio se cansó de la actitud del pelinegro.
Estaban en su despacho y acababan de despedir a Brown. El superintendente no paraba de reprocharle al rubio y al de la cresta todo lo que habían hecho mal.
Cuando terminó, el rubio se levantó sin decir nada.
"Yo lo siento mucho pero dejo aquí mi placa y me voy, lo que no voy a consentir es que usted me eche la bronca y que encima, me diga que si fuera por usted estaríamos fuera del cuerpo. Lo siento mucho, pero que trague mierda otro."
Observó cómo el rubio salía por la puerta, y sintió el pánico envolver su cuerpo.
No podía acabar así.
"Está mamadísimo Conway." "Cállate capullo."
Salió ante la mirada de reproche y sorpresa de Michelle, comenzando a correr por los pasillos de comisaría para alcanzar al rubio.
