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Llevaban un mes saliendo. Fué una gran noticia en todos los Santos. Los periodistas no paraban de preguntar por su relación y la gente murmuraba al verlos pasar.
Gustabo nunca fué cariñoso, y eso Conway lo notaba.
Le costaba tener momentos íntimos con su pareja ya que Gustabo siempre giraba las tornas haciendo alguna broma o cambiando de tema.
También había ocasiones en las que el rubio pasaba por algún mal momento, y ni siquiera era capaz de compartirlo con Conway.
Por la insistencia del pelinegro, el rubio acababa contándole todo brevemente, sin recalcar los detalles importantes y siempre entre bromas que escondían una abrumadora tristeza.
*Flashback*
El pelinegro embestía al rubio a un ritmo acelerado, sacándole gemidos guturales al tocar la próstata del de ojos azules.
Mientras continuaba a un ritmo poco estable, se dedicaba a besar y morder el cuello de su novio a su gusto. A la vez, acariciaba el miembro necesitado del de ojos azules.
Comenzó a embestir más fuerte al notar las contracciones del rubio, que le avisaban de que iba a llegar al orgasmo.
Finalmente Gustabo terminó, clavando las uñas en los hombros del pelinegro intentando controlar los espasmos repentinos.
El pelinegro dió un par de estocadas más y terminó por correrse en el preservativo.
Se levantó de la cama dejando a un rubio empanado mirando al techo, aún con la respiración acelerada, para tirar el preservativo a la basura y buscar algo para limpiar el abdomen del rubio.
Cogió un trozo de papel higiénico y se recostó al lado de Gustabo. Comenzó a limpiar todo el desastre que había ocasionado, ante la atenta mirada del rubio.
Cuando terminó tiró el papel a la basura más cercana y se incorporó encima del rubio.
- ¿Qué haces?- Dijo entre risas.
- Shh- Respondió simplemente el pelinegro comenzando a dejar pequeños besos por todo su rostro y cuello.
- Conway, no me sea mariconetti anda.- Dijo el rubio en un susurro algo incómodo y avergonzado.
- No podrías callarte alguna puta vez en tu vida, tal vez no arruinarías estos momentos.- Dijo Conway cegado por la rabia y frustración, separándose de inmediato ante el rechazo del rubio.
- ¿Qué momentos? Yo no arruino nada, no se monte películas hombre.- Dijo el rubio con el ceño fruncido.
- Se supone que estamos saliendo.- Susurró el pelinegro reflexionando sobre la situación.
