CAPÍTULO 1: ¡14 de febrero!

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El sonido del despertador retumbó en mi cabeza, despertando en el acto.

-¡Kadan, Faruk! Despertaos, es hora de ir al instituto.

-¡Uaaah! ¡Qué sueño!...-Encendí el móvil y vi la fecha en la que estábamos hoy-. Así que ya ha llegado. Va a ser un día duro...

Me puse mi sudadera gris favorita, con rayas azules en las mangas, y mi pantalón vaquero y me preparé para colocarme los zapatos, pero me encontré con un objeto punzante.

-¡Ay! ¿Huh? ¿Esto qué es? Genial, me ha empezado a sangrar el pie...

Fui bajando los peldaños, pero cuando iba por la mitad me resbalé y me caí por las escaleras.

-¡Vale... esto sí que duele!

-Hijo, ¿estás bien?

-Sí, mamá...

-Lo siento, no quedan cereales, vas a tener que desayunar otra cosa.

-¡¿Cómo?!

Terminé el desayuno y me dirigí rumbo al instituto.

-Bueno, nos vamos. ¡Adiós!

-¡Adiós, Kadan! ¡Adiós, Faruk!

-¡Por fin llegamos!... ¿Eeh? ¡Cuidado! -Me resbalé con el barro que había, justo en la puerta del instituto-. ¡¿Pero qué está pasando!?

-Toma, un pañuelo.

-Gracias, Faruk.

-De nada. -Miró la hora-. ¡Me voy, a la salida nos vemos!

-Adiós... -Me dirigí raudo y veloz hacia mi clase, pero por el camino una chica me paró-.

-¿No quieres una caja de bombones? Para que se la regales a tu novia.

-No, gracias. Además, yo no tengo novia.

-¡Vamos! El dinero que recaude será para poder pagar mi viaje de fin de curso.

-Lo siento.

-¡Idiota!

-No tengo tiempo para esto...-Esquivé con agudeza las peticiones de los que pasaban por allí. Después de un rato llegué a mi clase-. ¡Uf! Ya he llegado.

-Kadan, has llegado tarde. ¿No te da vergüenza? Ya tienes una edad.

Esas palabras retumbaron en la habitación. Toda la clase dejó lo que estaba haciendo y fijó la vista en mí. Como era evidente se empezaron a reír de mí.

-¡Ja,ja,ja! ¡Ya es la tercera vez!-dijo uno al fondo de la clase.

-¡Rayos! ¡Me muero de la vergüenza!-Sin duda fue una de ellas situaciones más vergonzosas que he vivido nunca.

-¡Miradlo, está rojo como un tomate!-continuó otro.

-Ya basta -Hizo que se callaran todos-. Kadan, siéntate.

-Sí...-Tomé asiento y el profesor empezó a hablar-.

-Muy bien, ya que estáis todos tengo algo que decir... ¡examen sorpresa!

-¡¿Qué!?

-¡Mierda! El examen no era hasta la semana que viene, así que no he estudiado nada... Sabía que hoy no iba a ser un buen día, ¡pero esto ya es demasiado!

El profesor fue repartiendo los exámenes uno a uno, a medida que el ambiente de la clase cambiaba a uno de tristeza y amargura.

-Pues habrá que hacerlo...

¡Din, don!

-¡Recreo!

[En el patio trasero]

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