Capitulo 3

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¡Debo rescatarlo!

Athía:

—Soy una tonta.— Mi susurro era lo único que sentí a pesar de los murmullos a lo lejos. El caminar en la arena incluso no se sintió tan mal porque estaba concentrada en mi actuación de hace poco.

—Eres una tonta.— Repite Ana.

—Una retrasada mental.— Sigo al mismo tiempo que llegaba hasta el puesto de los organizadores del evento.

—Mucho retraso.— Murmura ella.

—Él preferirá no hablarme.— Eso había salido con desesperación.

—No volverá a hablarte.

—¿Cuál es el apoyo que me das?— Me quejo, pero lo único que termino ganándome, es un carpetazo en la cabeza de parte de ella.

—Si no fuera por mí, tu amado Aidan hubiera descubierto que eres su acosadora serial.— Bueno, quizás tenga un poco de razón—. Estoy aguantando todo este drama y no entiendo por qué.

—¿Por qué eres mi mejor amiga y la que más quiero?

—O quizás porque si te decapito, tu madre deja de pagarme.

Mi boca se abrió en ofensa falsa, pero solo podía imaginar la reacción de las personas si escuchasen sus tiernas palabras.

—En el fondo me quieres.

- Matarte, sí.

Solté un bufido para concentrarme directamente en aquel traje de neopreno azul que iba caminando hacia el agua.

¿Por qué debe ser perfecto en cualquier cosa? No sabía cuántas veces podía pensar en cómo sería una charla frente a frente con él, y mentalmente, ninguna terminaba como lo hizo esta.

Antes de seguir visteando aquel chico que me volvía loca, unos lentes de sol aparecieron frente a mí.

—¿Los peces no saben disimular?— Suelta Ana, aun cuando estaba colocándome el par para mirar hacia lo lejos.

—Nos pescan con carnadas, ¿crees que sí?— Suspiro—. ¿Dónde está Alejandra? Dime que no la dejaste encerrada en el armario otra vez.

—Debería haberlo hecho.— Afirmó-. Me llamó antes de venir, su madre se intoxicó con una tarta de queso que hizo su padre anoche y tuvo que quedarse en casa.

—¿Por qué sigue insistiendo con la cocina?

—Ya te lo dije, demasiada fe en un caso perdido no hace bien, y la madre de Alejandra es la prueba.— ni había molestado en contestarle, sólo comenzó a sonreír mientras espiaba el agua donde se encontraban Aidan.

Y quise controlarme, pero mi vista se había ido a la dirección donde él había saludado con la mano, encontrándome con su hermana y amigos en una mesa cerca del bar.

Pero sólo una cosa había llamado mi atención.— Ana –la llamo. Su monosílaba me hace proseguir-. ¿Matt nos está viendo?

Sabía que la chica a mi lado era lo menos disimulada del mundo, por eso es que entendí. Miró directamente en su dirección cuando la cabeza de Matt casi se sale de su cuello por mirar a otro lado.

-Nos estaba mirando.— Susurra con voz de aburrimiento.

Sin más espera, fui directamente detrás de la mesa para ocupar el asiento de mi abuelo, quien con sus dos amigos, ya estaban acercándose a la orilla para poder juzgar a los concursantes. Y hubiera estado tranquila si no hubiera visto a mi amiga llevar su mano a sus botas, donde escondía su katana.

Mirarte a escondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora