1: Olsen se puede joder.

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Lena Luthor acababa de salir de una larga ducha luego de derramar las ultimas lagrimas que prometió que iba a derramar por un hombre, mas un orgasmo placentero que le sacó casi todo el estrés que sintió en el dia. Sus planes de terminar con el idiota de su ex novio habían salido peor de lo que esperaba, pero tuvo el final que ella quería. Según él, todo problema que su relación pasaba era por su culpa. Si no tenían tiempo para verse, era su culpa. Si él coqueteaba con otras chicas, también era su culpa. Más si lo encontraba a punto de besar a una.

Sabía que los hombres eran unos idiotas, pero por alguna razón siempre seguía teniendo algo de fe.

Luego de su gran salto a la soltería otra vez, decidió darse unas merecidas vacaciones de su trabajo, de Metrópolis, y del estúpido de James Olsen.

Aunque no de todos los Olsen.

La hermana menor de James, Kelly, estaba sentada en la cama sonriéndole mientras Lena se llevó una mano al pecho del susto que le dió.

Kelly se rió de ella.

—Lo siento. No quise asustarte. Te mandé mensajes y supuse que aun no llegabas asi que quise venir a hacerte un desayuno de bienvenida, pero me sorprendiste al estar acá.

—¿Yo te sorprendí?—preguntó Lena aun con el corazón en la boca. Kelly volvió a reír.

—Bienvenida, amiga.—la abrazó.

Conoció a Kelly gracias al innombrable de su ex en una cena. Ella estaba de pasada en la ciudad y quiso verlo, de paso, conocerla a ella. No es que tuvieran una gran relación de hermanos, de hecho se hablaban poco y nada, pero Kelly igualmente no quería perder la relación ya que es su único hermano.

Divertida, comprensiva, honesta e inteligente. Se llevaron bien de inmediato, de hecho les gustaba bromear como si se conocieran de años, porque así lo sentían. Lena podría decir que Kelly era su mejor amiga en este momento, y nada que pasara con su hermano podría cambiar eso. Aunque tal vez le iba a pedir la copia de sus llaves si es que quería seguir con vida y no morirse del susto.

—Acepto el desayuno, solo si me dejas cambiarme antes.

—Y yo que te iba a decir lo bien que te sienta esa bata.

—Ja, ja.—rió sarcásticamente Lena.—Largo de mi cuarto.—la corrió.

Kelly fue a su cocina no sin antes reírse de nuevo. Lena se tiró boca arriba en su cama.

Tenía dos opciones:

—Abrir su cama y dormir todo el dia.

o

—Ir con su mejor cara a desayunar con su amiga y odiar su vida mientras esté despierta.

Eligió la segunda a regañadientes.

Finalmente tuvieron su desayuno, pero en una cafetería que para Lena parecía más un bar de mala muerte porque ella en su casa apenas tenía pan viejo y un café que Kelly lo llamó —Para matar a Superman— de lo malo que estaba.

Seguía observando del lugar donde se encontraban y no lograba entender por qué su amiga lo había elegido en vez de ir a los que siempre frecuentaban. Apenas había luz, tenía un mini escenario en el fondo y una mesa de pool gigante en el medio del lugar.

Sin dudas no era una cafetería.

Ni hablar de todos los aliens que se encontraban dando vueltas.
No tenía nada en contra de ellos, solo le sorprendió ser las únicas humanas ahí. Sin embargo, el café estaba rico.

Kelly estaba distraída. Mientras Lena le hablaba, ella solo asentía y luego observaba el lugar, como buscando algo, o a alguien. Prefirió callarse luego de haberle dicho que saltaría de un puente por la ruptura con su hermano, y ella le contestó —aja, me parece lo correcto—. Lena se rió mientras negaba con la cabeza.

State Of Grace 》SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora