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Era una tarde calurosa, cosa inusual, ya que faltaba menos de una semana para el otoño.

Eugine miró una vez más el cielo completamente despejado sobre él, y volvió a colocarse los hielos envueltos en un paño viejo sobre el corte en su ceja.
Su cabello rubio estaba manchado de sangre en las raíces de la frente.

Solo había salido a comprar una hamburguesa para almorzar en su oficina tranquilo, pero terminó envuelto en una pelea con un sujeto que le había robado la billetera a una anciana a la salida del banco, su hamburguesa murió en el enfrentamiento, y para colmo ese sujeto le golpeó con una piedra en la ceja haciéndole un corte que no paraba de sangrar.

Al menos, luego de atrapar al sujeto, el dueño de un bar le limpió la herida y le dio hielo envuelto en ese trapo viejo para que se pusiese.
Pero su almuerzo nadie se lo devolvió... Tampoco tenía ganas de regresar a la tienda y comprar otra hamburguesa, solo quería llegar a su oficina y tumbarse en el sillón un rato.

Al llegar al viejo edificio rojo de ladrillos subió las escaleras de mala gana y con la cabeza gacha.
De encontrarse con un vecino lo que menos quería era que le preguntara por su herida y le detuviera para hablar de cosas que no le importan.

Mientras subía los escalones sacó las llaves del bolsillo de su pantalón sin levantar la cabeza hasta llegar al tercer piso, que era donde se encontraba su oficina.
Cuando levantó la cabeza para abrir la puerta se encontró de frente con una chica, no muy alta, con cabello castaño oscuro, corto, cara redondeada y ojos grandes, vestía una blusa semitransparente blanca y un pantalón café claro ancho.

En cuanto la vió quedó embobado por un momento, sin siquiera poder pestañear.

-- Eemm.. disculpe, es usted Eugine Hansen? - dijo la chica sacudiendo su mano frente a la cara de él con voz suave pero firme.

-- Eh? Ah! Si si soy yo - sé acercó para abrir la puerta. Sin saberlo su cara se había tornado ligeramente rosada en el área de las mejillas --Necesita de mi ayuda? -

La chica rió suavemente --Para que una mujer estaría en la oficina de un detective privado si no necesitara algo?... - dijo eso en un tono burlón que hizo sonrojar más a Eugine y que sus llaves casi callesen al piso.
Prefirió no decir nada, solo se apresuró a abrir la puerta y entrar.


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Nt: Espero que les guste, y si tienen alguna opinión que dar estoy aquí para leerlos, esta es la primera vez que escribo una de mis historias y estoy enocionadx.

RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora