Capítulo 14 - Enfrentar.

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Siento mucho frío y estoy totalmente entumida. Abro los ojos pero no puedo ver nada, intento moverme pero algo me lo impide: Unos fuertes brazos a mi alrededor. Me siento aturdida y demasiado cansada… recuerdo vagamente haber llorado, y de repente recuerdo que fue porque maté a mamá. Me entran ganas de llorar otra vez.

-¿Estás despierta? –susurra Brent. Ya recuerdo que fue él a quien me aferré-.

-Tengo frío-digo con una voz lastimada-.

No me responde, pero de repente siento un calor que me rodea. Algo suave toca la piel desnuda de mis brazos y piernas, es demasiado acogedor. Se siente demasiado bien.

-¿Está mejor?- acaricia mi helada mejilla-.

-Gracias- susurro-.

-Duerme-acaricia mi cabello un par de veces-.

-¿Con qué me cubriste?-.

-Con mis alas-.

¿Qué? ¡Vaya! Si no estuviera tan destruida emocionalmente, estaría feliz. Un ángel encantador me tiene entre sus brazos y envuelta en sus hermosas y tibias alas. Pero aún así me siento sucia, como una basura… y lo peor de todo es que sí lo soy.

Me despierto luego de no sé cuánto tiempo y sigo tibia. Porque Brent sigue cubriéndome. Estamos sólo él y yo en el pequeño capullo.

-¿Cómo estás? – Pregunta un poco inseguro-.

No puedo responderle… pero creo que lo entiende, porque en lugar de insistir, me deja que descanse mi cabeza en su pecho.

-¿Qué hora es? –pregunto-.

-Quizá las diez u once…-.

-Necesito ir a mi casa –digo de repente-.

-¿Qué?-.

-Necesito ver a mamá… su cuerpo. Seguro que la dejaron ahí-.

-No es necesario que vayas, puedes quedarte con Sivart y yo me encargaré de todo-.

-¡No! No es tu madre, es la mía. ¡Y fui yo quien la mató! Lo menos que merece es que vaya y la vea a la cara– En cuanto lo digo las lágrimas vienen a mí- lo mínimo que puedo hacer por ella, es darle un lugar digno en dónde descansar-susurro y limpio mis mejillas-.

-De acuerdo, pero no llores. Me mata verte llorar. Vamos a ir, pero debes saber que es muy probable que ellos sigan ahí… y vas a correr un gran peligro-.

-No me importa… -digo. Y es verdad- necesito verla-.

-Entonces vamos-.

Comienza a apartar sus alas de mí hasta que quedan tras él nuevamente, me pone de pie y luego se levanta él. Me arden los ojos y veo borroso. Seguimos en el cuartito del túnel y Sivart está en el rincón más alejado viéndonos fijamente. Nunca lo había visto tan preocupado como ahora.

“¿Estás bien?” – es su voz. Pero su boca no se ha movido. Lo miro alarmada aún al lado de Brent-.

-¿Estás bien? – Ahora sí que lo dijo-.

También con él me abstengo de responder.

-Voy a llevarla a su casa-.

-No-dice rotundamente-.

-No es una pregunta- me enfrento a él. Estoy harta de que sea tan protector- quiero ver a mamá por última vez-.

-Yo no voy a negárselo Sivart-.

-Tú cállate –sisea- ¿a caso no piensas? Ellos pueden estar ahí-.

-Vamos a arriesgarnos-.

-¡No! No lo harán, si siguen ahí y nos atrapan, lo que hiciste ayer sería sólo un desperdicio-.

El Ángel sustituto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora