Capítulo 15 - Palabras incorrectas.

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No sé cómo ocurre pero cuando reacciono estoy en el cuarto de mamá, estoy sola en la habitación. Me pongo de pie y ya no siento entumida la cara, aunque me duele mucho la cabeza. Mis manos se ven limpias pero mis músculos gritan de dolor, me pongo de pie y llevo puestos otros tenis, un pantalón de mezclilla y una blusa azul de manga larga ¿a qué hora me cambié? ¿Qué hago en el cuarto de mamá? Recojo mi pelo en un moño y salgo de la habitación.

Sé que hay lágrimas en mis ojos, pero desde que lloro 40 veces al día sólo las dejo correr. Avanzo por el pasillo hasta mi cuarto y me topo con la puerta cerrada… ¿están ahí dentro?. Toco un par de veces y la voz de Sivart se escucha.

-¡No entres! – sé porqué me lo dice y decido hacerle caso-.

Vuelvo al cuarto de mamá y me paseo sin pensar en nada, excepto en que la maté… ¿cómo pude hacerle eso?, voy a su cómoda y tomo la foto que hay sobre ella. La veo borrosa a causa de las lagrimas, esa la tomamos un día que fuimos al mar, los tres estamos sonriendo y papá me tiene entre sus brazos… lo que daría porque eso volviera a pasar. Si tan sólo pudiera hablar con él, aunque sea un par de minutos estoy segura de que resolvería todo esto en un momento.

Sin antes pensarlo, mi puño se dirige al espejo y al impactarse lo agrieta por completo. Vaya que le di con fuerza, a pesar del dolor físico me siento un poco mejor, así que lo impacto una y otra y otra vez, sacando todo lo que está dentro de mí y no puedo sacar con lágrimas o palabras, luego de dar unos 15 golpes algo me impide continuar.

-¡Detente! – Es Brent- por favor Kim, te está haciendo daño-suplica-.

Me detengo y comienzo a calmarme, estoy llorando más que nunca y la mano me está matando de dolor, pero ya no siento esa opresión en el pecho… me siento liberada, por decirlo de alguna manera.

Me está sacudiendo por los hombros y me hace enfocarme en él. Parece enojado… o preocupado, no lo sé.

Dirijo mi vista a mi mano… o lo que era mi mano. Está cubierta de sangre e hinchada, parece que la metí en una trituradora y me punza del maldito dolor. Le doy una ojeada al espejo y está hecho pedacitos, algunos siguen aferrados al marco y otros están desparramados en el suelo. Hay sangre también ahí.

-¿Porqué lo hiciste? – Me pregunta mientras acuna mi rostro entre sus manos-.

La verdad es que no sé porqué pero me alegro de haberlo hecho. Mis músculos se relajan y me dejo caer en el suelo.

En ese momento Sivart entra en la habitación y luego de revisarla durante  3 segundos sabe lo que ocurrió. Él no me pregunta porqué lo hice, ni se ve preocupado… por el contario, podría decir que se ve relajado.

-Ya está listo. – no ocupo preguntar a qué se refiere-.

-¿Qué hicieron con ella? – Digo mientras empiezo a sentir el dolor real de mi mano-.

-¿De verdad quieres saber?- la verdad es que no, así que confío en que le dieron un lugar digno y niego con la cabeza un par de veces-.

-Necesitas ir a un hospital…-.

-Estoy bien- miento-.

-Eso no es verdad, tú no eres un ángel-.

-No quiero exponerlos, y tampoco a mí… -explico-.

Sivart se hinca ante mí y me mira.

“¿Confías en mí?-me habla a la mente-.

Lo miro de vuelta y asiento. Toma mi mano entre las suyas y hago una mueca. Me duele mucho. Pasa su pulgar sobre toda la piel herida y desgarrada y se reduce mucho el dolor. Lo miro anonadada.

El Ángel sustituto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora