05- Los 7

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Desde tiempos remotos nos hemos dedicado a cuantificar lo que nos rodea y tratar de llevar una cuenta de lo que poseemos. Se que la mayoría de los que disfrutan de una buena lectura, no aman tanto las matemáticas y no intentan saber cuantos átomos hay en una proteína o la suma algebraica de la longitud de los catetos al cuadrado (que es igual al cuadrado de la hipotenusa en triángulos rectángulos, gracias Pitágoras). Sabemos que casi todo depende de ellas y esta ligado a las mismas, pero sin embargo no sentimos su importancia verdadera en la vida cotidiana. Y así pasa con los 7, que sabemos de su importancia y existencia, pero no los valoramos como deberíamos ...

Estoy casi seguro de que tienen una vaga idea de a que 7 me refiero. Pero en verdad hoy voy a hablar de dos grupos de 7 “cosas”, diferentes entre si totalmente, pero ligados entre ellos gracias a nosotros, los humanos.

Conocidos como los malos “hábitos” que poseen las personas y repudiados desde tiempos remotos de disímiles maneras, llegan los Pecados Cardinales (o Capitales como muchos los conocen). Estos han sido plasmados o tratados en libros como “La Divina Comedia” de Dante Alighieri o la mismísima Biblia. También existen series, animes y películas en las cuales podemos encontrar a estas 7 faltas que vienen incorporadas dentro de cada quién, como si estuvieran tatuadas en nuestra frente. Si aún no sabes o no recuerdas cuales son, que significan o de donde proceden, te haré un pequeño recuento de cada uno:

Orgullo: Llamado originalmente soberbia, es conocido como el original y más serio de los pecados, derivándose de este los demás. Identificado como el deseo obsesivo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a otros. Es también la sobrevaloración del Yo respecto a otros por superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, o bien, alcanzar un estatus elevado e infravalorar al contexto. Representado por el pavo real (aunque esto puede variar, como en todos).

Ira: descrita como una no ordenada, ni controlada, emoción de odio y enfado. Manifestada como venganza tomada por mano propia, discriminación, negación de la verdad a los demás y a uno mismo o fanatismo en creencias tanto religiosas como políticas, deseando hacer mal a otros. Originalmente representada con el león.

Avaricia: Pecado de exceso consistente en el deseo de adquirir riquezas únicamente materiales en cantidades mayores a las necesarias para satisfacer todas aquellas acciones que procuran el desarrollo integral de la persona. Originalmente representada con el sapo.

Envidia: Parecida a la avaricia por ser un deseo insaciable de poseer bienes para uno mismo, pero también incluyendo bienes intangibles como cualidades que tiene otra persona. La otra gran diferencia es que la envidia desea algo en si que posee otra persona concreta y particular. También se considera parte de este pecado la percepción dolorosa y aguda de nuestras propias carencias respecto a lo que esa persona posee. Originalmente representada con la serpiente.

Lujuria: Considerada como el pecado producido por los pensamientos excesivos de naturaleza sexual o un deseo sexual impulsivo, desordenado e incontrolable. El pensamiento posesivo sobre otra persona es considerado lujurioso así como el amor a cualquier persona poniendo a Dios en segundo lugar, visto así por Dante en su libro. Representada sus orígenes por la cabra.

Gula: Se identifica actualmente como el consumo excesivo de bebida o comida. En cambio, en el pasado, era considerada como cualquier forma de exceso. El derroche y consumo excesivo, irracional e innecesario de cualquier cosa, incluyendo un comportamiento destructivo también se consideraban parte de las características de la gula. Representada por el cerdo.

Pereza: Incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo. Esta aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Entiéndase como obligaciones deberes, preceptos, ejercicios de piedad y religión. Entristeciéndonos o sintiendo desgana de las cosas a las que estamos obligados, sentimos pereza. Representada con el caracol.

Ya con esto dicho, imagino que cada quien debe estar buscando el suyo, el que lo representa, como hemos estado acostumbrados a hacer por todos los test psicológicos de Internet y cosas así. Pero el ser humano posee todos y cada uno de ellos, destacándose algunos dependiendo de la ocasión o el sentimiento que pase por nuestro sub-consiente. Debemos entender que los pecados no son más que la gran manifestación de nuestros más oscuros deseos. Lidiar con ellos es una opción para aplacarlos así como no dejar que estos tomen el control de nuestro ser. Pero no podemos erradicar por completo algo que nace con nosotros, como si de una cirugía estética se tratara. Debemos saber convivir con ellos y en que momentos dejarlos fluir, pero siempre usándolos para bien, por muy increíble que suene. También poner uno por encima de otro puede ayudar.

Ciertas veces, sintiendo una ira inconmensurable, decidimos dirigirnos a una persona que nos ha hecho algún mal. En esos momentos solo pasan 2 opciones por nuestra mente: golpearla como si fuera piñata de cumpleaños o dañarla verbalmente como si de una batalla de rap se tratara. Pero y si en vez de maldecir con justo entono, citando la canción “Lágrimas Negras” de Miguel Matamoros, simplemente dejamos que la pereza se apodere temporalmente de nosotros hasta que nuestro cerebro baje su temperatura y poder así evitar males mayores.

Miles son los ejemplos que podemos poner de manifiesto respecto a minimizar un pecado manifestando superlativamente otro. Pero no siempre podremos resolver los problemas con nuestros desperfectos. Mejor dicho, no podemos pensar que superponiendo un error por encima de otro los estamos resolviendo, al contrario, estamos propiciando un error mayor y además, mostrando al mundo nuestros demonios internos.

Es por eso que nos vimos obligados a buscar una forma en la cual nuestras virtudes sobresalieran y, los pecados y desperfectos propios, se vieran minimizados a tal punto de casi desaparecer. Sabiendo como dominarlos abrimos una brecha inimaginable entre nuestra espiritualidad y nuestra “despreciable” humanidad.

My Tongue is a Razor©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora