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No asistió.

Se encontraba en la mesa de su casa, esperando que su esposo llegará del entierro de su hijo.

No lloraba, no tomaba. Sólo podía pensar en su carita.

En frente de él, en la mesa, estaban los primeros zapatitos que le compraron. Aún recuerda la emoción en los ojos de Luzu al elegirlos.

–¡PAPA!

Su dulce y suave voz, ahora era el sonido más irritante y desgarrador que pudo llegar a su vida.

"Lo siento"

El sonido de la puerta lo trajo de vuelta a la tierra, se levantó lentamente y camino a la puerta de su hogar. Al llegar, pudo ver a su esposo colocando su abrigo en el perchero.

Estoy de vuelta... —anunció. Pero a diferencia de las otras veces, lo dijo con pesadez y su voz quebrada.

¿Qué tal te fue?

–Bueno, se presentaron los encargados del caso para dar sus condolencias. Eso junto a qué ahora Alex y Fargan temen por la seguridad de sus hijos.

–Esos cabrones son policías, la tienen fácil para cuidarles, que no te cuenten gilipolleces.

También se presentaron unos compañeros de tu trabajo, tus amigos,... Y tu familia... Dijeron que te mandaban saludos y ojalá pronto te recuperarás de... "esto".

No dijo nada.

–Se veían muy preocupados... Tal vez si les llamas-...

–Nada de eso.

–Pero Ibai-...

–Porfavor ve a servir la comida, tengo mucha hambre y te estaba esperando para comer juntos.

Luzu le miró con pena y asintió para ir a la cocina, no sin antes darle un beso en la mejilla al más alto.

Este ni siquiera le miró.

Al entrar al comedor con los platos llenos, pudo ver los zapatitos de bebé que reposaban en la mesa, coloco los platos y se llevó los zapatos a la cocina.

Al acabar de comer, Ibai salió a fumarse un porro mientras Luzu recogía. Estaba terminando de lavar los platos cuando su mirada se volvió a enfocar en los zapatitos.

Tragó en seco para secar sus manos y con delicadeza tomar los pequeños objetos y mirarlos con más detenimiento, soltó un sollozo al imaginarse la carita de su bebé.

Camino hacia las habitaciones y abrió una en concreto, estaba al lado de la suya y la de Ibai. En esta había un montón de cajas y en medio había una cuna a medio desmantelar.

Coloco los zapatitos en la cuna y miró la habitación con lentitud y melancolía. Vio una caja sin sellar, con pequeños pasos llegó a esta y comenzó a abrirla.

A sus ojos había ropita de bebé, que en realidad era lo suficientemente pequeña para un niño de cuatro años, junto con unos cochecitos de juguete y un pequeño peluche de cerdito que antes le pertenecía a él.

Con cuidado lo saco de la caja junto con una de las playeras de dentro y se recargo en la pared.

Sólo podía pensar en su carita y sus ojos brillosos al llamarle a él o a su "papi bai"

Rió entre su llanto al recordar que su pequeño le llamaba "mami Luzu" por culpa de sus amigos.

Abrazó los objetos en sus manos y cayó al suelo, dejando oír sus sollozos mientras susurraba el nombre de su bebé y que lo quería de vuelta. Jadeaba sin dejar de mencionar cuánto lo quería y que haría lo que fuera con tal de que fuera él quien tomara su lugar.

Para Ibai, quien estaba en la puerta. Solo era la imagen que vio poco tiempo atrás.

Sorry [Luzbai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora