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Salí de mi casa como cualquier lunes del mundo: Con cara de zombie, sin desayunar y atrasada para la escuela. No tengo mi licencia aún, así que tengo que ir caminando -más bien corriendo- para llegar. A mi hermana Olivia siempre la va a dejar mi padre en su jeep ya que le queda cerca de la oficina. Y Nelly no sale de casa hasta las 11 a la boutique.

Como sea, fui corriendo a la velocidad zombie, aunque la primera clase era "hora de estudios" no quería atrasarme y tener que ver la cara de la subdirectora arrugada y mal maquillada entregándome una linda invitación obligatoria a detención por llegar ¡cinco segundos tarde! Así que corrí como pude con mi bolso, unas carpetas y sin abrocharme los cordones. Era algo obvio cómo eso acabaría, y pasó... de bruces a la acera con las carpetas repartidas por el jardín de una persona x y mi bolso en la orilla de la calle.

-Muévete anciana- me dijo un niño mientras me pateaba el trasero.

-Efant stupide- dije entredientes -fils de pute- el chico me miró extrañado y rodeó mi cuerpo que seguía tumbado en medio de la acera.

Un auto se detuvo cerca de mí, un tío se bajó de éste, tomó mi bolso y me miró divertido.

-Bon jour Madamme Channel- por alguna razón en la escuela me conocían por ese apodo -lamento informarle que va tarde a clases y que tendrá que levantarse de su cómoda reposera de verano.

Ok, ese tipo era un fils de pute de primera categoría. Se llama Bob, el primer día de clases de hace dos años trató de besarme, es la estrellita dorada del equipo de natación y la vergüenza a la educación en sus calificaciones.

-Déjame en paz idiota- me levanté del concreto, tomé mis cosas -ahora si no te importa, me voy.

-Espera preciosa- es en este momento cuando mi delicadeza se va al caño - yo te llevo.

-Preferiría que me encerraran en prisión- vi el reloj de mi muñeca -pero creo que estoy teniendo demencia espacial, así que apresúrate para llegar.

Dicho esto, me subí a su coche, y no era cualquier coche, un Mercedes descapotable color plata. No quería hablar, ya suficiente con dejar de lado mi orgullo para llegar rápido.

Llegamos un minuto antes que el timbre sonara y me fui al salón de estudios, ahí estaba Yao-lan, mi pequeño amigo descendiente Chino.

-Llegaste justo a tiempo- dijo mirándome con cara de reproche -recuerda que hoy tenemos junta a la hora de almuerzo y práctica luego de clases en la sala multiusos 3.

-Okis, muchas gracias- le lancé un beso y sonó el timbre.

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-Lo que haremos este año tendremos que hacerlo al aire libre- decía Kevin mientras revolvía su ensalada.

-Eso si nos dejan hacer el acto con fuego- dijo Cat.

-Tenemos que hacerlo- rebatió Kevin.

-Habría que hacerlo en la noche- dijo Carlos.

-¡Lo proponemos como el gran cierre de la noche!- habló Sybilla.

-Me gusta la idea- dije.

Yao-lan, Gregory y Petra me apoyaron.

-Entonces así será- dijo finalmente Kevin mirándome coqueto.

Sí, hay una frecuencia de onda algo extraña entre Kevin y yo, por lo menos desde la fiesta de alguna de las del equipo de volleyball hace unos tres meses.

Para que entiendan quienes son éstas tiernas personas se los explicaré.

Kevin: presidente del club, 17 años, canadiense, sus mayores habilidades son el trapecio, malabares y actos con fuego.

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