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-Vamos, ya estoy lista- le dije a Alex mientras me acercaba a él y tomaba mis cosas.

-Vamos- dijo Alex levantándose.

Salimos del edificio hacia el frontis de la escuela, nos encontramos con Kevin, quien nos miraba envidioso, me despedí de él cortésmente y me guiñó el ojo. Fuimos caminando porque al parecer Alex tampoco tenía auto y en su casa queda por el mismo camino que la mía, lo raro es que nunca lo había visto irse a la escuela.

-Nunca te había visto de camino a la escuela, o de vuelta- dije mientras caminábamos por los suburbios donde vivíamos.

-Generalmente me voy muy temprano a clases y vuelvo tarde- me dijo- aprovecho de practicar en la sala de música.

-¿Tocas algún instrumento?- pregunté realmente interesada.

-Sip, bueno, más de uno- me dijo rascándose la nuca -violín, guitarra, piano y saxofón- dijo sonrojándose

-Wow- dije realmente sorprendida -¿Cómo sabes tocar tantos instrumentos?

-Desde pequeño mis padres me inscribieron en muchas lecciones- sonrió y acomodó su sombrero.

-Pues eso es muy cool- dije y sonreí -mis padres tan sólo me dejaban por el campo jugar mientras yo corría y eso.

-¿Y cómo llegaste a esto del circo?- dijo tierno.

-Esa historia te la contaré otro día ¿Vale?- le guiñé un ojo.

-Vale.

Caminamos hasta llegar a mi casa, nos detuvimos para sentarnos en el césped a relajarnos. Terminamos acostados en el jardín frontal.

-Me gusta tu casa, siempre la veo cuando voy a la escuela.

-Nunca he visto la tuya- dije -y gracias.

-¿Nunca? Pero si soy tu vecino- miré confundida -vivo al lado, en la casa grande justo después de la tuya.

Me sentí avergonzada y confundida, llevaba dos años viviendo en esa casa, y nunca me había dado cuenta que tenía un vecino de mi edad justo al lado. Ahora que recuerdo, nunca había visto la casa de al lado, bueno, solo la del lado derecho, nunca del otro lado.

-¿Quieres ver mi casa?- es como si hubiese leído mis pensamientos.

-Bueno- dije algo temerosa.

Tomó mi mano, nos levantamos, y sin soltarme la mano me llevó por la acera, estaba oscureciendo, caminos unos cuantos metros y llegamos al frontis de su casa, mejor dicho de su mansión. Sí, era enorme, lo que más me sorprendió era el hecho de que nunca había notado que estaba ahí, por lo cual también me sentí algo estúpida.

-Mi casa- me dijo soltando mi mano y mirándome a los ojos.

-Esto es una mansión- dije impresionadisima -¡Es enorme!

-¿Quieres pasar?- dijo riéndose suave.

-Sí por favor- asentí y me dio la mano de nuevo.

-Vamos- dijo y caminamos por el camino de cerámica que llevaba hacia la puerta. Se acercó, nos miramos y sacó de su bolso las llaves, abrió la puerta despacio y entramos. En la casa reinaba un silencio sepulcral, lo primero que vi al entrar fue un enorme candelabro plateado y unas enormes escaleras que luego de dividían hacia ambos lados. Alex miró hacia todos lados, apretó mi mano, sonrió y me llevó escaleras arriba, por las del lado izquierdo, se reía suavemente, pasamos por un pasillo lleno de pinturas abstractas, y luego por otro hastas llegar a una puerta solitaria al final del corredor ¡Joder ese lugar era un castillo! La puerta tenía varios dibujos hechos con marcador y uno que otro borrón. Alex abrió la puerta y se hizo a un lado.

Pregúntale al vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora