↳ ੈ‧₊ 11 DE ABRIL

1K 92 89
                                    

En las afueras de una ciudad, a la mitad de la nada, se paraba con devoción un pequeño y tranquilo convento, en el cuál habitaban nada más ni nada menos que 45 muchachos, cuyas edades no solían variar más que por un par de años.

Todos eran personas en edad universitaria, aunque ninguno de ellos estudiaba ya en dicho nivel educativo, pues por alguna extraña razón, cada persona que se asentaba en aquel lugar con propósitos religiosos era dotado con sabiduría e inteligencia.

Por esa razón, los habitantes de la divina construcción sabían cómo vivir sus días en harmonía y sano juicio. Aquellos devotos a tres entidades divinas que decidían llamar dioses.

No era muy común dentro de sus tierras creer en dioses no convencionales, mucho menos en tres deidades distintas.

Primero estaba Byakuya Togami, el dios de la abundancia. Se decía que había ganado su título como dios derrotando a los quince de sus hermanastros. A pesar de que esto sonase como algo impresionante, la entidad era realmente muy serena y de personalidad levemente descarada, pero, sobre todo, traía la abundancia a quien le fuera fiel.

Después iba Nagito Komaeda, dios de la suerte. Era el más misericordioso y compasivo de los tres. Se decía por ahí que esta deidad en específico tenía un complejo de inferioridad, pero que igualmente traería suerte y esperanza a tu vida, siempre y cuando estuvieras dispuesto a pasar por ocasionales rachas de mala fortuna. Los muchachos que tenían preferencia por él se verían afectados por estos males una semana al año, usualmente por marzo o abril.

Dentro de las creencias de esta deidad, estaba aquella que decía que entre los jóvenes de la religión se escondía la otra mitad del dios Komaeda. A pesar de que esto sonara como todo un honor, en la palabra escrita se decía que esto no era bueno del todo. Un ser neutral con poderes divinos se presentaría algún día frente al ente de cabellos blancos, representante del deseo de desesperación interno de todos los jóvenes.

Aunque no era el único, estaba dentro de las creencias de aquella religión que había un elegido en cada una de las divisiones, es decir, que tres muchachos serían llevados al reino celestial en el que habitaban para formar parte de la historia. Uno por cada dios. Nadie sabía si eso sería en el futuro cercano o en un millón de años, pero siempre había alguien cuya mente estaba plagada de aquel pensamiento que causaba ansiedad y alivio al mismo tiempo.

Y al final, estaba Kokichi Ouma, el dios del júbilo. Esta divinidad era caracterizada por ser energética e infantil, e inclusive a momentos solía ser juguetona también. Además de felicidad, la fidelidad a esta deidad te garantizaba una vida llena de verdades y sabiduría, aunque esto solo era para aquellos quienes estaban dispuestos a lidiar con las travesuras de la vacilona entidad.

Todos los muchachos dentro del convento vivían bajo votos de celibato, castidad, pobreza, obediencia. Eran humildes, moralmente correctos, y trabajaban constantemente para todo lo que tenían, o se le era obsequiado por los ciudadanos de pueblos cercanos.

A diferencia de otras creencias, no tomaban votos de silencio ni tenían prohibido tomar de la mano a las mujeres. Eran todos hermanos y hermanas, profesando la palabra de los mismos dioses, entonces no había necesidad de guardarse el entusiasmo que tenían por conocer a los otros muchachos que los rodeaban.

Tenían sus ceremonias los días miércoles y, por la noche, celebraban el regalo de la vida. Era pacífico dentro de ese grupo de personas, donde nadie sufría de desesperación ni de falta de esperanza.

En cuanto a las instalaciones, el convento se dividía en 3 secciones distintas. Donde estaban las habitaciones de los jóvenes del género masculino, la sección donde se encontraban las recámaras de las féminas, y la zona en la que absolutamente todos vivían su día a día, como la cocina, las bibliotecas, los jardines, la sala de audiovisuales, entre muchos otros.

↳ 🍃₊˚. ··· Divine »-Komahina/Kamukoma-«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora