eighteen

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El almuerzo, >>aleluya<< pensó nayla,   y se rió,  porque parecía una niña de 13 años enamorada, y lo reconocía, le encantaba niall, le volvía loca, le gustaba, pero no sabría decir si estaba enamorada.

"Enamorada" es una palabra muy, muy fuerte. Nayla hizo una mueca al imaginarlo.

Tomó una bandeja y lo único que agarró fue una hamburguesa, no tenía mucho apetito.

Se sentó en una mesa sola, como solía hacerlo e intentó comer, realmente no tenia hambre.

Vio una castaña cabellera sentarse a su lado y suspiró.

-a mi no me suspires así chica, ¿vale?

Y sonrió por dentro, porque la extrañaba, joder que si lo hacía, pero quería que ella comprendiera.

-Vamos nay, no te enfades.-frunció el ceño.-llevamos una semana así, es un jodido record.

Y nayla no pudo evitarlo, se rió,  se rió como si le hubieran contado el mejor chiste de la jodida historia.

-Vale-levanto las manos-Pero prométeme que no te volverás a meter en mi vida amorosa, al menos que te lo pida.

-Vale.

-¿Pinky Promise?

Y ambas cerraron el pacto juntando los meñiques, como las mejores amigas que eran.

-Ah, joder, me habia olvidado, Zayn me dió esto para tí hoy.-y le entregó una carta, nayla frunció el ceño y la abrió.

"Nos vemos en el patio de atras a la siguiente hora bae.

                    Lots of love, x"

Y sonrió, sonrió como una niña a la que le regalaron su dulce preferido, y niall era su dulce preferido.

-Tengo que irme-nayla agarró su mochila y saludó a Skylar dejandola algo aturdida.

-¡Vale pero cuéntame luego!

-¡Vale!

"Slowing kisses, pretty lies"

»Y salió al patio, porque pensó que el la recibiría, y que la abrazaria hasta abrazarla, pero con lo unico que pudo ver fue a su cabellera rubia preferida, siendo acorralada por una chica, y no se veía molesto, ni incómodo.

»Y ella lo besó, como nayla lo hubiera hecho unos minutos antes, y ahí se dió cuenta de cuanto le importaba a niall horan, y en ese momento algo se rompió dentro algo de Nayla, algo que sabía que no volvería a arreglar.

»Y se maldijo, se maldijo en todos los idiomas que conocía, sus ojos se empaparon como si fueran dos regaderas, exacto, porque aquél chico que se estaba besando con otra podía abrir y cerrar esa regadera cuando quisiera, por mas olvidada, oxidada o dura que este, el siempre la abría.

»Y niall la vió, y salió como pudo del agarre de la chica de pícara sonrisa, para ver a la chica de pelo azúl, ahora algo gastado, llorando, destrozada, y la quiso abrazar, y la quiso besar, y decirle la persona de mierda que él era, y rogarle perdón, pero no reaccionó. Y nayla corrió, como si la estuvieran corriendo 200 perros hambrientos.

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Y la jodida vagina que os dió a luz.

Samantha, xoxo.

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