Capítulo VII

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Dos meses habían pasado desde la despedida de ambas mujeres. En ese período de tiempo mantuvieron su promesa de continuar en contacto, no obstante, Lauren llevaba casi una semana tratando de entender que había hecho mal para no recibir información de la menor. Entendía que el internet de Camila no era el mejor, de hecho, las videollamadas en múltiples ocasiones parecían una quimera, pero nunca dejó de contestar los mensajes. Ahora, cada vez que marcaba su número, instantáneamente salía apagado. ¿Le habría ocurrido algo? La mínima idea de que estuviese lastimada apretaba su pecho. En esos sesenta días había aprendido tanto de Camila que se la hacía casi imposible no enamorarse de todas y cada una de sus manías, de las largas conversaciones a mitad de la noche sobre cualquier tema irrelevante, de los audios con su contagiosa risa… Sí, ella había disfrutado de los escasos momentos presenciales con la latina, sin embargo, a través de su celular descubrió que compartía tantas aficiones con ella y a la vez eran tan diferentes. ¿Estaba enamorada de Camila Cabello? La simple mención de la cubana formaba una sonrisa en sus labios y aceleraba su ritmo cardíaco.

Después de salir del trabajo sus amigas la habían arrastrado a una cena en casa de Ally. A ella no le apetecía mucho participar en esa improvisada reunión, no obstante, aceptó porque llevaba varios días de bajón emocional y las había evadido lo suficiente. Siempre trató que sus problemas amorosos no interfirieran con las otras esferas de su vida, por lo tanto, debía reintegrarse a la rutina. La mayor de todas hablaba con Dinah sobre los ingredientes necesarios para hacer un pastel de vainilla y chocolate, pero la mente de Lauren estaba lejos de aquella cocina. Revisaba constantemente sus redes sociales en busca de noticias de Camila. Por enésima vez en menos de quince minutos resopló derrotada. ¿Qué estaría sucediendo en Cuba para que la joven llevara tanto tiempo desaparecida?

- Te estás torturando, Laur. – Normani frenó su frustración interna.

- Ni siquiera sé que error cometí para que se desconectara o para que su móvil esté apagado a todas horas. Es desesperante, Mani. ¿Y si algo le sucedió?

- En serio te gusta. – Advirtió su amiga. – ¿Por qué no pones tu blanco trasero en un avión para averiguar qué le molesta o si se encuentra bien?

- ¿Sugieres que vaya a verla?

- Realmente Camila ha acabado con tus neuronas. Tienes dos opciones: estar 24/7 pegada a tu teléfono como una lapa o verla de nuevo.

Las palabras de su amiga calaron profundamente en su cabeza. El plan era arriesgado en varias vertientes, sobre todo para su corazón. Podría encontrarla con otra persona, lo cual le revolvía el estómago amargamente; también estaba su temor cardinal de ser rechazada por haber sido una experimentación. Esto último no tenía mucha lógica pues la menor había continuado escribiéndolo por ¡dos meses! De todas formas, era demasiado tarde para retractarse porque acababa de aterrizar en tierras cubanas. Cuando salió de la terminal 3, el caliente aire caribeño dio de lleno en su rostro, haciéndola sentir menos insegura. Lo primero que hizo fue tomar un taxi para dirigirse a Cojímar, no podría llegar al hotel sin antes cumplir el objetivo principal de su viaje. ¿Nerviosa? Nunca antes había atravesado por un ataque de pánico y estaba segura de que en breve lo sufriría. Sólo la espera frente a la puerta principal de la casa de la cubana la tenía más ansiosa que en toda su vida. Escuchó pasos en el interior, topándose con una copia de Camila aunque de trece años más o menos.

- Buenos días.

- Buenos días. – Saludó un tanto aliviada por haber sido recibida por la hermana de la castaña.

- ¿Eres Lauren? – Vaya, la chica sí sabía ser directa. – Mis padres nos matarán por esto pero no soporto ver a Kaki triste.

- ¿Tus padres nos matarán?

Amor a la cubana (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora