"La medida de la inteligencia es la capacidad de cambiar".
– Albert Einstein.
Estaba algo aburrida, era un sábado nublado y poco alegre... Tal vez algún videojuego me animaría, coloque el primer videojuego que me encontré, en la consola de video; estaba a punto de matar al último zombi, cuando sonó el timbre de la puerta, no quería dejar mi oportunidad de ganar por ir a abrir la puerta, probablemente era alguien que se había equivocado de número, sin embargo, siguió sonando el timbre con mucha insistencia, así que abandoné el juego y fui a abrir.
– Vallolet ¡Qué bueno verte!, justo ocupaba alguien con quien jugar Xbox, ¡Vamos! - hice un ademán, invitando a que pasará, no obstante, su rostro inexpresivo empezó a preocuparme... - ¿Te sucede algo? - pregunté algo tímida a su respuesta.
– ¿Puedo hablar contigo? - dijo en tono serio, empezaba a intuir que algo grave sucedía, ella nunca empleaba ese tono.
– Si, claro, pasa.
Pasamos hasta la amplia sala de estar y nos sentamos en los sillones...
– Bien, dime ¿Qué sucede? - dije con toda la intención de ayudarla.
– Bueno pues... - hizo una pausa, pareciera que le costará trabajo contar lo que pasaba - quería ver... ¿Si me podrías acompañar a un lugar esta noche? - apretó los labios formando una fina línea.
– Sí, sin duda y... ¿Se puede decir a dónde vamos a ir? - No quería saber esa respuesta, pero ocupaba saberla.
– A... - empezó a morderse el labio - una riña - logró articular.
– Vallolet, dime que no es lo que estoy pensando - la mire fijamente a los ojos.
– Descuida, sabes que ya he peleado antes - dijo relajándose.
– ¿Entonces por qué quieres que te acompañe? - entre cerré los ojos.
– Bueno, es que esta vez... No conozco el lugar, encontré el sitio en Internet - hizo una mueca.
– O sea que vas a ir al matadero y de pasada me vas a llevar a mí - dije irónicamente, este tema era el más controvertido de nuestras conversaciones.
– ¿Sabes qué? ¡No te preocupes tanto por mí, iré sola entonces!, ¡No vaya a ser que la señorita se le quite lo elegante! - repudió, poniéndose de pie de un salto.
– Ya, perdón, no quise decir eso - me puse de pie también; en verdad si quería decir eso, pero no quería que Vallolet fuera ahí, quería quitarle la venda de los ojos, probablemente ese lugar no era nada bueno - dime ¿Por qué lo haces? - necesitaba saber la causa para entender la acción y dar inicio a la razón.
– Ocupo el dinero ¿Vale?, Mi mamá no ha tenido mucha clientela en la fonda, alguien le está haciendo competencia a unas cuantas cuadras de ahí y a mi Papá no le ha ido bien en la tintorería, ya ni siquiera se alcanza a pagar la renta con las ganancias - se desahogó.
– Vallolet yo puedo darte el dinero, tú sabes que no me cuesta nada ayudarte - puse una mano sobre su hombro.
– No quiero tu lástima - quitó mi mano sobre su hombro.
– No es lástima, solo quiero ayudarte - me quedé pensativa unos segundos - ¿Qué tal sí recomiendo la fonda de tu mamá en el trabajo de mi madre y mando toda mi ropa a la tintorería de tu papá? ¿Qué dices? - le hice una oferta.
– Si, claro ¿Y cómo voy a explicarle a mis padres esos repentinos sucesos? - arqueó una ceja.
– Las coincidencias suceden ¿sabes? - este tema era el más controvertido
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Envuelta En Mentiras
Ficțiune adolescenți"La confianza es un arma letal" Ese chico robó mi total atención el día que lo conocí, no obstante, se convirtió al siguiente día en... ¡Mi profesor! ¡Algo patético! ¿No?, Sin embargo, eso no fue obstáculo para enamorarnos perdidamente, en defecto...