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Al bajar note la descomunal cantidad de personas moviéndose de un lado a otro dentro de la casa, lo que me hizo pensar en el tumulto que debía haber afuera.

Faltaban algunos escalones para finalizar la escalera cuando todos se detuvieron, me miraron y... Agacharon la cabeza.

Nonononononono, pánico.

Inhale y exhale para tratar tranquilizarme; al parecer ponerme nerviosa y sufrir de posibles episodios de pánico se me estaban haciendo costumbre, cuando antes no me pasaba nada parecido. Todos se abrieron paso y Noona me acompaño hasta el umbral de la puerta.

—Mi niña, yo debo ayudarles con la cocina. Ve, busca a Eliot y él te dirá que hacer —yo asentí y la vi desaparecer.

¿Será demasiado tarde para escapar?

Esta vez camine hacia el jardín y desde lejos pude visualizar a Eliot hablando con algunos chicos, y era bastante fácil verlo porque además de ser bastante alto, era el único vestido con un traje azul, todos los demás iban de negro.

Me acerque un poco más hasta estar segura de que él me vería, cosa en la cuál no me equivoqué, él volteo a mirarme y se acercó.

—¿Estás lista? —me susurró, a lo que yo simplemente asentí, aunque, no estaba muy segura de mi respuesta —, vamos entonces.

Comenzamos a caminar entre los presentes y pude sentir las miradas de algunos sobre mi, con el pasar de los minutos esas miradas se convirtieron en comentarios ofensivos que sin pensarlo me dieron igual. Al llegar a un pequeño escenario Eliot acaparó la atención entonando su voz con un micrófono.

—Estimados presentes, ¿Serían tan amables de tomar asiento para comenzar con el evento? —nadie dijo nada y acataron las órdenes del Alfa —, gracias.

En seguida pude ver a un chico acompañando a una mujer de edad bastante avanzada caminando por uno de los extremos para subir, ella se desligó del chico y subió con algo de pesar las escaleras, debo recalcar que hasta ese momento no había visto su rostro, más sin en cambio, cuando se encontraba frente a nosotros, levantó su cara.

Sus ojos eran grises.

¿Era... Ciega?

Todo estaba en silencio, nadie decía absolutamente nada y eso comenzaba a preocuparme. La señora estiró su brazo y me ofreció su mano.

—Dale la mano. —me susurro Eliot, quien por algún motivo pasó su mano por mi cintura, quería decirle que la quitará o le cortaría el brazo pero no podía, así que solo hice lo que me pidió.

En cuanto le di mi mano sentí como mi cuerpo perdía fuerza e incluso pensé que iba a caer frente a todos; los pocos segundos que mantuve mi mano entre la suya sentí como si me estuviera extrayendo la vida y un cansancio horrible que me recorrió todo el cuerpo, cuando por fin soltó mi mano mis piernas me traicionaron y si no fuera por el agarre de Eliot, de seguro me encontraría en el piso.

Ahora solo se escuchaban mis suspiros de cansancio, pero nada más, trate de mirar a Eliot, sin embargo, este parecía enojado por motivos que desconocía.

—Ella es... digna. —la mujer menciono eso, no obstante, su rostro mostraba molestia e incluso podría decir que algo de desprecio ante sus palabras.

¡Mentira! —la voz de alguien entre el público se escuchó, y de ese comentario le siguieron más diciendo la misma palabra o similares.

Todo esté espectáculo comenzaba a salirse de control y algo me decía que no era algo bueno para mí.

—¡Silencio! —Eliot se hizo escuchar con su voz de Alfa, lo cual desconcertó a muchos, incluyéndome —, ¿Quién dijo eso?

Esclava del Alfa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora