Epílogo Parte 1/2

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Epílogo: y si te quedas, ¿qué?


Beatriz llevaba más de medio año al frente de Ecomoda. Y vaya que habían cambiado algunas cosas, empezando por el hecho que después del día de la colección, Beatriz intentó no escuchar más conversaciones a medias y Daniel dejó de hacer bromas respecto a Armando, aunque de vez en cuando las hacia, como cuando estaba con amigos fuera de Ecomoda y lejos del chismorreo. 

"Odio a tu ex amante" le dijo a Betty un día cualquiera en la oficina, mientras revisaba los balances y recordaba la catastrófica junta en que el ingeniero fue destituido.

"Don Armando no era mi amante" contestó mirándolo con las cejas de fruncidas.

Daniel le respondió levantando los hombros, como diciendo "lo que sea, lo detesto"

Viniendo su novio a la mente, recordó algo bochornoso que les había pasado hace unos meses, y que le perjudicó específicamente a ella.

Como nunca, habían tenido una escena acalorada en la oficina. Todo era culpa de Valencia, y su estúpida personalidad seductora, como lo había dicho Betty.

"Beatriz" le dijo a penas entró a su oficina, por la puerta de la sala de juntas "¿está ocupada?"

"No... Solo estaba revisando el informe que me trajo Patricia Fernández hace algunas horas ¿por qué?" Preguntó dejando los papeles a un lado y fijando la vista en su novio. 

Daniel hizo una mueca "si considera que no está muy ocupada, puede ocuparse conmigo"

Ella le sonrió con burla "¿el gran financiero necesita ayuda con los números?"

"No específicamente" respondió acercándose a ella, hasta quedar sobre el escritorio "no pretenderá que pase todo el día sin besarla, tsk ¿o sí?"

Ahí entendió de que iba todo, y aunque no le gustaba tomarse ciertas libertades en la oficina, sacó como excusa que Daniel la había provocado, y así sin más, se levantó del asiento para abalanzarse sobre él.

Y de repente, Daniel la tenía contra el escritorio y la besaba apasionadamente. Sus manos estaban por todas partes porque parecía que nunca podría obtener suficiente de ella. Mientras que las manos de Beatriz se encontraban en su cabello y a momentos bajaban a su cuello.

La situación pudo haberse puesto peor, y Beatriz agradecía que no haya sido así, pues en ese mismo instante entró, sin golpear, su querido padre, don Hermes Pinzón. Quien, al ver en qué estado se encontraba 'su niña' y con quién, pegó un grito en el cielo.

"¡Beatriz Aurora Pinzón!" vociferó con el ceño fruncido.

Inmediatamente, Betty se separó de Daniel y arregló sus lentes de forma nerviosa ¿qué rayos hacía su papá allí? Miró confundida a su papá, y luego apenada a Daniel, por la escena que estaba a punto de presenciar. Él tenía las cejas alzadas, y unas inmensas ganas de reír.

"Me parece que los dos, jovencita, tenemos que hablar" ordenó dándole una mirada fulminante a su hija.

"Hola papá"

"¡hola!, voy hablar solamente con usted señorita." volviéndose a Daniel, le dijo muy seriamente "por favor, ¿nos puede dejar solos un momento?"

Daniel lo pensó de veras, claro que podría irse y ver a Beatriz después, pero él no quería. Al contrario de lo que  don Hermes esperaba, Daniel respondió con un tajante no. Si iba a hablar de lo que sucedió en la oficina, tenía que estar él presente.

Yo soy Betty, la fea; Betty × DanielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora