Miró el reloj y bufó exasperado.
El mocoso ya se había atrasado 15 minutos y no le había llamado o enviado un mensaje para disculparse.
Decidiendo que lo habían dejado plantado, tomó su mochila y se levantó de la banca para caminar a casa, deteniéndose cuando un lujoso auto negro cerró su camino.
- Hey, asalariado – llamó la molesta voz desde la ventana – vamos, tengo hambre –
El mayor se mordió la lengua para no responder, y caminó hacia el auto, extrañándose cuando un hombre abrió la puerta por él.
- Siéntate lo más lejos que puedas. No quiero que me contagies –
- ¿Contagiarte qué? –
Sí, idiota. Eso es lo que debías responder.
- Lo que sea que tenga la gente como tú – dijo girándose hacia la calle para ignorar su presencia.
Luego de un rato, el mayor dejó su orgullo de lado para preguntar.
- Jisung – aclaró su garganta - ¿puedes darme tu dirección? –
- ¿Para qué? –
- Debo avisarle a mi roomie hacia donde me dirijo –
El menor soltó un suspiro pesado.
- Como molestas – dijo arrebatándole su teléfono para comenzar a teclear – ten –
Aceptó el aparato sin decir nada, mirando también a la ventana en silencio.
¿Cuál era su puto problema?
Además de ayer, Jeno no recordaba haber sido grosero con él o siquiera hablarle. No sabía porque ese idiota lo trataba tan mal.
Tal vez era clasista.
Después de un rato de incómodo silencio, llegaron a la residencia del chico.
Bajaron del auto ya estando dentro del garaje, esta vez, esperando paciente a que el chofer abriera la puerta por él.
- Gracias – respondió tímido.
- No es nada, joven – dijo el amable hombre.
- No hables con él – ordenó el dueño de la casa.
Jeno lo miró perplejo.
¿Acaso no le importaban los sentimientos de las personas?
Ese pobre hombre era un humano, al igual que ellos.
- No sea grosero, Jisung – regañó el empleado – el joven puede ofenderse –
Oh.
El mencionado rodó los ojos.
- Ni siquiera lo conoces - murmuró antes de despedirse de él haciendo una marcada reverencia y entrar a la casa.
El mayor no sabía si sentirse ofendido, o profundamente aliviado de no tener que pasar por una incómoda situación.
Siguió al mocoso al comedor y tomó asiento cuando el otro le indicó.
- Espera aquí – pidió entrando en la cocina.
Una vez solo, aprovechó para mirar a su alrededor.
El comedor era más grande que su departamento completo, punto.
- ¿Quieres comer? – preguntó saliendo nuevamente – ¿qué digo? Por supuesto que quieres, probablemente no has comido en días –
- Estoy bien – negó – no tengo hambre –
Que mentira tan descarada.
- No me importa – sinceró – dejaron el almuerzo para dos personas, y tú vas a comer por educación. Quiero pensar que la tienes ¿es así? –
- La tengo – respondió en voz baja.
Jisung entornó los ojos.
- ¿Qué haces? –
- ¿De qué hablas? –
- ¿Por qué ahora estás siendo todo...? – bufó – olvídalo – dijo adentrándose nuevamente.
Bien, tal vez sí lo había escuchado.
Yuta leyó el mensaje y negó decepcionado.
Odiaba sentir que le estaba fallando a su pequeño amigo, que no podía ayudarle de ninguna forma porque no sabía cómo.
Suspirando pesado, se agachó a tomar los paquetes de flores que acababa de armar para comenzar a colocarlos con cuidado sobre los estantes.
A decir verdad, amaba mucho su trabajo.
Estaba rodeado de colores bonitos y deliciosos aromas la mayor parte del día. Su jefa era increíblemente generosa y los clientes siempre estaban en apuros, por lo que pocas veces se daban el lujo de tratarlo mal.
El problema era la paga.
Nunca era suficiente.
Aún así, sonrió gentilmente a su potencial cliente, y se encaminó hacia él.
- Buen día – saludó - ¿cómo puedo ayudarle? –
Al menos podía generar comisiones.
Apenas puso un pie dentro de su casa, su teléfono comenzó a sonar.
- ¿Sí? – respondió sin mirar el contacto.
- ¿Cómo te fue con Park? –
- Estoy seguro de que me escuchó – recordó con pesadez – en una situación normal solamente me habría ignorado. Hoy no fue el caso –
- ¿Fue grosero? –
- Más bien cruel – rió – se la pasó recordándome lo pobre que soy y por qué era tan afortunado de trabajar para él –
- ¿Para él? –
- Ya sé – bufó – lo peor es que no puedo defenderme. No puedo decir nada porque sé que tengo la culpa –
- Claro que no –
- Claro que sí, Mark. Lo sabes –
- De todos modos no lo mereces –
- Él piensa que sí –
- Que piense lo que quiera, él no puede quebrar tu espíritu –
- Él podría comprar mi espíritu –
- ¿Entonces te rendirás y lo soportarás? –
- Sólo hasta que terminemos la asesoría –
- ¿Y eso sería en...? –
- Un par de semanas –
- Mierda – se escuchó el claro sonido de una puerta abrirse – Markie, ven a jugar conmigo –
- Salúdame a Nana –
- Como si hubiera tiempo para eso – dijo colgando la llamada.
En ese momento de su vida, de verdad quería cambiar de lugar con Mark.
Y quién no.
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My kind of love
SonstigesJisung encontró el amor donde menos lo esperaba, pero no lo entendió. Todo era intenso y abrumador. Buscó respuestas, y consiguió muchas, pero él sólo quería saber una cosa: ¿cuál era su tipo de amor?