My kind of love

Capítulo 10

Jungwoo mordía sus uñas ansiosamente.

Justo llegaba a la terminal cuando su esposo le llamó para decirle que ya tenía su equipaje y que lo vería en la entrada.

¿Estaba temblando?

Se sentía tan nervioso. Por fin lo vería.

El hombre del que se había enamorado en el peor momento de su vida, que lo había sacado del hoyo en el que se hundía por voluntad propia, que le había dado la familia más increíble que existía, estaba volviendo a él.

¿Por qué mierda tardaba tanto?

- ¿Qué hay, amigo? – saludó una voz grave junto a él – estaba buscando a mi esposo, luce casi tan hermoso y sexy como tú, pero sin duda eres mejor de lo que recuerdo –

- ¡Amor! –

En un movimiento rápido, saltó sobre él rodeándolo con brazos y piernas, haciendo al otro soltar sus maletas para recibirlo.

- ¿Me extrañaste? – susurró ronco en su oído.

- Tanto – respondió, olfateando su cuello.

- No llores, mi vida – pidió, separándose para mirarlo – ya estoy aquí –

- Estas aquí – sonrió.

El recién llegado lo miró seriamente antes de besarlo muy profundamente, ganándose el suspiro complacido de su pareja y los aullidos y silbidos de su audiencia.

- Yo también te extrañé – susurró sobre sus labios – ya quiero llegar a casa y... -

- Para – rodó los ojos – no seas ansioso. Aún tienes que saludar a tus hermanos –

- Que se vayan a la mierda – hizo una mueca – yo sólo quiero a mi gatito entre mis brazos. O debajo de mí. Pidiendo por más –

- ¡Jaehyun! – rió avergonzado – baja la voz, alguien va a escucharte

- Que me escuchen, ¿crees que no vi cómo te miraban? – apretó su trasero – esos zopilotes deben saber que tienes un esposo –

- Ya lo sabían – aseguró – mi argolla es enorme –

- Ahora sabes el motivo – bromeó, bajándolo con cuidado para tomar su equipaje con ayuda del otro.

Aún así, no soltó su mano en todo el camino.

Se sentían abrumadoramente felices.

Jeno bajaba las escaleras acompañado por Jisung.

No porque el menor estuviera siendo amable, sino que realmente tenía hambre.

- Niño, ¿ya terminaste? – interrogó Yuta, encontrándolo en el recibidor.

- Sí, hyung –

- Hola, Yuta – saludó el menor, tímido.

- Ahí está el niño genio – canturreó el japonés.

- No es así – susurró avergonzado - ¿se van ya? –

- Sí. Quiero llevar a este mocoso a cenar –

- ¿Por qué no se quedan? – batió sus pestañas – estoy seguro de que Jungwoo va a cocinar algo delicioso –

- Jungwoo tuvo que salir de urgencia – negó – está bien. Será otro día, si es que la invitación sigue en pie –

- Sigue en pie – asintió – nos vemos –

- Nos vemos – le guiñó antes de salir, seguido por el otro.