Capítulo 02

50 7 0
                                    

- Buenos días, Lee – saludó su profesora.

- Hola, señorita Park – hizo una reverencia - ¿quería verme? –

- Pase por favor –

El menor se adentró y paró frente al escritorio.

- ¿Qué puedo hacer por usted? –

- Conseguí otro estudiante que necesita un tutor –

- ¿Qué materia? –

- Historia –

- ¿Historia? – frunció el ceño – sólo tiene que leer –

- Pues convéncelo – rió - ¿aceptas? –

- Claro – necesitaba el dinero - ¿de quién se trata? –

La mujer señaló un nombre en su lista con el dedo.

Jeno se inclinó para leerlo y retrocedió rápidamente.

- Pensándolo bien... -

- Entiendo que no se llevan muy bien –

- ¿Llevarnos bien? – rió – ni siquiera me mira, pero siento su desagrado a kilómetros. Incluso ahora. Está vibrando –

- Exagera, Lee – aseguró, riendo divertida.

- ¿Hay otra opción? –

- ¿Sabe? No todos los días se acercan alumnos a pedirme el número de algún tutor. Mi recomendación es que acepte. Ambos sabemos que será una buena paga –

El azabache apretó sus labios y asintió.

- Tiene razón – concordó – gracias por ayudarme con esto –

- No lo mencione – abanicó su mano – aquí tiene su guía –

- Gracias, profesora –

- No es nada. Puede retirarse –

- Que tenga buen día – dijo caminando a la puerta.

- Lee – llamó la mujer, deteniéndolo.

- ¿Sí? –

- Suerte –

Suerte.

La necesitaría.








- ¿Te asignaron al insufrible? – se burló su amigo.

- Por favor no me lo recuerdes – soltó sus cubiertos – sólo pensar que voy a tener que tratar de meter información en ese diminuto cerebro hace que me duela la cabeza –

- Tal vez no es tan malo –

- Mark... -

- Lo digo en serio – se encogió de hombros – dar asesorías en la zona residencial es lo mejor que pudo haberme pasado –

- Te besuqueas con tu alumno –

- ¿Tú no lo harías? – sonrió - además no pude evitarlo. Na Jaemin tiene unos ojos realmente hipnóticos –

- No son sus ojos el problema. Son sus manos –

- No vuelvo a contarte nada –

- Lo siento – negó – es que ni siquiera los puedes comparar. Antes de tus tutorías, Nana siempre nos sonreía y saludaba, para él valemos lo mismo, a diferencia de... -

- Sé lo que dices – señaló una mesa – pero sólo míralo. Ese podrías ser tú –

Ambos giraron sus ojos hacia el chico en cuestión.

Estaba rodeado de personas que lucían igual de impecables que él.

Todos reían por sus bromas, todos querían hablar con él, estar con él.

Hasta donde sabían, el niño era de lo más agradable que existía. Cuando le caías bien.

Si no era así, estabas del lado de Jeno.

El azabache se había acostumbrado ya a recibir sus miradas de desprecio y monosílabos cada vez que necesitaban hablar para algo.

No, no siempre eran monosílabos.

Hasta donde Jeno recordaba, la frase más larga que había escuchado salir de los labios del otro era "¿te importa?".

No, no le importaba.

Ni siquiera lo había estado mirando a él, solamente estaba pensando y su mirada se perdió en su molesta cara de niño mimado.

Pero por supuesto que eso generó aún más desprecio por parte del chico.

- Ese nunca seré yo – aseguró – incluso si le cayera bien –

- Ni siquiera sé por qué te desagrada tanto –

- ¿En serio? -

- Realmente no lo imagino - admitió divertido

- Basta con escucharlo por dos segundos para saber que se trata del típico niño al que mami y papi no le ponen atención, está todo el día solo en casa y necesita un montón de idiotas besando su trasero para sentirse mejor consigo mismo. Escúchame bien, amigo, yo no seré parte de ellos –

- Jeno... -

- Tan sólo imaginar su ridícula voz llamándome hace que... -

- Oye, no tengo mucho tiempo – interrumpió el muchacho tras él – sólo dime cuando vamos a iniciar con las asesorías –

El azabache apretó los labios y giró a ver al impaciente chico, que estaba junto a su amigo.

- ¿Puedes mañana? –

- Da igual – se encogió de hombros, dándole la espalda para caminar al lado contrario.

Su acompañante no se movió, en su lugar, sacó de su bolsillo un pequeño papel color rosado y lo depositó cuidadosamente sobre la bandeja de Mark.

- ¡Nana! – llamó – vamos –

- Adiós, Mark – se despidió antes de salir corriendo.

El mencionado tomó el papel y lo desdobló para ver lo que contenía.

- Es un corazón – anunció sonriente.

- Es un corazón – imitó molesto - ¿no pudiste decirme que estaban detrás de mí? –

- Estuve pateándote –

- Pensé que sólo estabas fastidiando – cubrió su rostro - ¿crees que me escuchó? –

- No sé – hizo una mueca – no creo, habría dicho algo –

- Tienes razón – se incorporó en su lugar – y si lo hizo, da igual, no es como que me agrade –

- Te sientes pésimo ¿no? –

- Quiero vomitar – se lamentó – yo no soy como él, no juzgo a las personas sin conocerlas, no las trato mal –

- Pues suenas bastante como aseguras que es –

- Ni siquiera lo insinúes –

- Sólo digo –

Mierda.

Tal vez Mark tenía razón y estaba juzgando sin conocer.

O tal vez él tenía razón y el idiota era una basura de persona, lo cual era aún más probable.

Mierda, mierda, mierda.

My kind of loveWhere stories live. Discover now