Destiny

Capitulo 18

—¿Cómo amaneció el ogro feroz? —Off preguntó burlonamente entrando en la habitación de Singto. Su tono parecía demasiado alegre, aunque por dentro se lo estuviera llevando el diablo. ¿En dónde diablos había estado su cabeza el permitir que Godji alejara a Gun de su lado por dos días? Off tenía una sensación extraña desde esa mañana, no sabía cómo, pero presentía que Godji, Namtan y Gun algo planeaban.

—¿Ya atrapaste a los idiotas que me hicieron esto? —Preguntó Singto desde la cama de hospital. Seguía viéndose como la mierda, pero por lo menos ya no parecía con un pie en la tumba.

—Aún no —dijo Off palmándole la pierna enyesada. Sonrió. Un día de estos traería un marcador para dejar su firma sobre ese yeso.

—Entonces será mejor que te largues, porque no estoy de humor para una de tus conversaciones inteligentes, Poli troglodita —Off hizo una mueca.

—¿Desde cuanto estas de humor para algo? —Preguntó Off burlón, sin importar las protestas de Singto, Off lo empujo hacia un lado sin ninguna delicadeza y tomó asiento en la cama a su lado derecho. —Te he traído algo —Off le entrego una de las carpetas que llevaba en mano. Singto lo fulmino con la mirada, pero aun así, dejo a un lado el libro que estaba leyendo y sujeto la carpeta con su brazo bueno.

—¿Qué mierda es esto? —el ceño de Singto se hizo más profundo, Off ya se esperaba esa reacción. Suspiró y señalo la foto del expediente.

—Los médicos te darán el alta pronto y este hombre será tu nuevo guardaespaldas personal —informó tranquilamente.

—Yo no necesito un guardaespaldas —Singto lanzó la carpeta a su regazo. Estaba realmente molesto con esta sugerencia. ¡Mierda! ¿Por qué el hombre tenía que complicarle el trabajo?

—Escucha... —Off trato de no desesperarse, pero con este orgulloso hombre... era misión imposible —Casi te matan y no....

—No quiero un guardaespaldas, haz tu maldito trabajo y atrapa a esos hijos de puta. Eso es lo que necesito —Lamentablemente Off se había esperado esa reacción también. Así que tenia que ir al plan B.

—De acuerdo —le entregó la siguiente carpeta. —Aquí tienes —Singto leyó durante un segundo.

—¿Estas de broma? —Singto dijo molesto —¿Te has vuelto loco? —Off se encogió de hombros.

—Dijiste que necesitabas una niñera, yo solo quería ayudar —Al igual que hizo con el primer expediente, Singto lanzó lejos esta carpeta también.

—¡No necesito un policía de mierda disfrazado para cuidar a mi hija! — Off rodó los ojos y alcanzó la carpeta descartada, la alzo en alto y le enseño la fotografía del candidato que había elegido.

—No es policía —informó tranquilamente como lo había practicado — Es un profesor de escuela infantil con unas buenas referencias, es amigo de la doctora Tatchakorn, tal vez no es un niñero especializado, pero ser profesor de escuela cuenta para algo ¿no? creo que esta capacitado para el trabajo.

—¿Siendo profesor de escuela se rebajará a ser niñero? —Singto bufó divertido. Off trato de mantener su cara neutra.

—Hace poco se quedó sin empleo por un desacuerdo de criterio con el director del colegio, y no necesariamente tienes que ponerle la etiqueta de niñero, puede ser algo así como tutor privado de tu hija ¿Qué tal? —Singto entrecerró los ojos, inseguro. Off esperaba haber sonado convincente.

—No creo que se buena idea.

—¿Porque no? dicen que las mujeres pueden hacer los trabajos de los hombres ¿no? ¿Por qué no puede ser al revés? Te aseguro que este hombre está capacitado para el puesto, y se ve un poquito más valiente que tus niñeras de agencia, por lo menos es seguro que no saldrá corriendo al primer susto —Off hizo una pausa —O por lo menos no se enamorará de ti y correrá porque le rompas el corazón —Singto hizo una mueca, ese tic en el ojo, le indico a Off que había dado en el blanco. Había hecho sus averiguaciones y el mayor problema que enfrentaba el abogado en cuanto a su personal de hogar, era que las niñeras que había contratado anteriormente abandonaban en su mayoría sus puestos de trabajo porque no lograban llevarse a Singto a la cama, o lo habían logrado, pero Singto no les ofrecía nada más, rompiéndoles así el corazón.