Capítulo 4: *Reflection*

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Anonadada quedo ante la inexplicable situación. Su mano es el punto fijo de mi mirada, mi cuerpo está sujeto al suelo mientras me reprocho y tomo repulsión de todo mi ser. Me convierto en lo que tanto he detestado: en la zorra de esta historia, el reflejo de lo que siempre me he negado a ser. Me estremezco al sentir su tacto en mi hombro y, perpleja, desvío la vista al otro lado de la habitación. Mis oídos quedan aturdidos y no logro distinguir ningún sonido, sólo escucho la represión interna que me auto digo. Cierro los ojos para buscar un equilibrio de tranquilidad y apaciguamiento emocional.
―Se encuentra bien, señorita Watson?
Capto la voz del señor Jones, y carraspeo para aclarar mi garganta.
―Sí, estoy bien. ―Me aparto del hombre sonriente y lo miro con aborrecimiento. Mis ojos comienzan a sentir cómo una pequeña liquidez se forma en ellos, y es cuando noto que en serio no soporto la situación que acontece. ―Si me disculpan, iré a hacer mi trabajo. ―Me volteo con cautela, y soy detenida por mi nuevo jefe.
―Espera. Tenemos algo que decirle. ―Regreso mi atención a ellos, y el mayor de los dos comienza su charla.
―Recuerdas que tenemos que celebrar el aniversario de la empresa? ―Asiento con confusión. ―Pues en la fiesta diré que dejaré mi puesto, y quiero que te esmeres en tu trabajo.
―Pensé que le gustaba mi trabajo ―dije con tono sarcástico. El señor Jones se acerca y toma mis manos de forma cariñosa.
―Siempre he adorado tu trabajo. Sé que eres muy entregada con lo que haces y por eso te felicito.
Su sonrisa afectuosa me dan ganas de llorar, los recuerdos golpean en mi cabeza y pienso en papá, en cuando era un hombre entregado por su familia.
―Iré a trabajar. ―Salgo de la oficina para realizar mis deberes laborales, tomo mi bolso y voy al elevador. Toco el botón y al entrar noto que detrás de mí se encuentra Isaac. Me coloco en una esquina para estar lo más alejada que pueda de él.
―Por qué te alejas tanto? Ahora me tienes miedo? ―Lo miro con seriedad y decido no responder a su incoherente pregunta―. No me ignores si no quieres asumir las consecuencias. ―Continúo en silencio, y él sonríe de lado cuando, en un abrir y cerrar de ojos, detiene el ascensor.
―Qué haces, te has vuelto loco? ―digo exaltada. Él, sin ningún escrúpulo, se acerca hasta estar a escasos centímetros de mí, me intimida y hace que la piel se me erice con un total descontrol. Su aliento es fresco y su fragancia embriagadora. Giro mi rostro para estar fuera de su campo de visión.
―Te dije que me atendieras, me gusta que me presten atención. ―Lo miro desafiante, a lo que el ríe.
―No te pongas a la defensiva, cariño. Después de todo vamos a trabajar juntos. ―Pasa la vista por todo mi rostro a la vez que me toca un mechón de cabello. Se acerca hasta que siento el roce de sus labios en mi oído. ―Muy juntos ―concluye.
Lo aparto de un empujón y toco el botón que hace que el ascensor continúe su trayecto. Mi respiración es pesada e inestable. Aparto el cabello que me molesta para poder verlo a los ojos.
―Tú y yo sólo somos compañeros de trabajo, tú eres el jefe y yo tu asistente.
Las puertas se abren y me dirijo al aparcamiento. Sus pasos van pisando los míos, los dos estamos solos alrededor de todos los autos. Quito la alarma del mío y antes de adentrarme en él, Isaac me vuelve a sostener, giro los ojos ante la manía de este hombre.
―Vas a actuar así tan... fría, después de todo lo que hemos hecho juntos ―pregunta con seducción.
―Sólo te diré que lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas ―respondí triunfante. Aunque la felicidad duró poco, ya que se borró con su sonrisa burlona.
―Claro. Eso dicen todas las personas que no quieren afrontar los errores que cometen allí. Pero... dime. Si de verdad es así, por qué estoy aquí? ―Perpleja quedo ante la molesta razón que tiene. Sin responder, aparto mi brazo del suyo para adentrarme en el auto. Coloco el cinturón de seguridad y, antes de acelerar, miro hacia afuera para verlo antes de irme. Me hace un gesto de despedida con la mano, y acelero sin mirar atrás. Enciendo el móvil y pongo un poco de música. Me pierdo en la melodía de Shalow, cuando Ashley me llama. Pongo el manos libres y contesto.
―Hola, qué tal el trabajo? ―dijo contenta.
―Bien, como todos los días, aunque ahora estoy preparando una fiesta para la empresa ―respondo mientras conduzco.
―Por fin algo de diversión, aunque esas fiestas son muy formales y aburridas, pero a veces van chicos guapos.
Ignorando su comentario, continúo con la conversación.
―Por qué no viniste a trabajar?
―Porque no me apetecía ―se limita a responder.
―Tengo algo que contarte, pero espera a que llegue a casa.
―Y por qué no almorzamos juntas?
―De repente quieres almorzar conmigo. No, Ash. Espera a que llegue a casa.
―Eres una amiga malvada, pero te amo. ―Sonreí ante su tierno comentario.
―Yo también te amo, amiga. Nos vemos luego.
Continúo el recorrido sin ningún entretenimiento hasta que diviso a la distancia el gran edificio con el nombre The Westin. Detengo el coche y entrego las llaves para que lo aparquen. Entro en la gran edificación para ir directo al salón y comprobar si se han cumplido todas las indicaciones que he dejado ordenadas antes de irme a las vacaciones. Al pasar por la recepción, la chica que se encuentra en el puesto me entrega una cálida mirada en forma de saludo, a la cual respondo de la misma manera para posteriormente continuar mi camino. Abro la puerta, y noto el excelente trabajo realizado. Todo se encuentra tal y como lo he planeado, sin un pequeño desvío. Decoraciones entre azul, blanco y plateado se esparcen por todo el lugar, hermosos y pequeños adornos florales con rosas blancas se encuentran encima de las mesas, las cuales están cubiertas por manteles azules, las sillas están forradas por telas blancas y rodeadas por un hermoso y brillante lazo plateado. Observo la pulcrosidad de la vajilla y sonrío. Grandes jarrones plateados se propagan por ciertos lugares. Todo va a la perfección, tal y como lo imaginaba. Percibo a la organizadora acercarse, también busco proximidad hasta estar de frente.
―Hola, señorita Watson. Cómo se encuentra? ―Me sonríe y extiende su mano en forma de saludo, la cual tomo y muevo un poco.
―Bien, gracias. Ha estado difícil el trabajo? ―pregunto sonriente.
―No, pero sí trabajoso. ―Abre su agenda y le da una pequeña mirada.
―Espero y todo esté a su gusto ―dice mientras señala todo el lugar con sus manos.
―Sí, todo está según mis indicaciones. ―Miro toda la estancia y algo llama mi atención. ―Pero crees que los adornos florales que están encima de la mesa aguanten hasta el viernes por la noche?
―No te preocupes, estas flores son sólo la muestra. Es para ver si quedan bien. Como puedes ver, los floreros grandes están vacíos. ―Asiento, y ella me pasa una hoja de papel.
―Éste es el bufet y la lista de las bebidas que pidió. Dele una ojeada y dígame qué le parece o si falta algo. ―Observo con detenimiento y precaución, notando que todo está en su lugar.
―Todo está perfecto. Regresaré el jueves para ver los últimos detalles. ―Le entrego el papel.
―Entonces la esperaré el jueves.
―Si hay alguna dificultad llama a mi número directo. ―Ella asiente, me despido y regreso por el mismo camino que he venido.
Me detengo a esperar mi auto, cuando mi teléfono comienza a sonar. Abro el bolso para contestar, pero, al ver en la pantalla un número desconocido, la rechazo. Me entregan las llaves y me abren la puerta para adentrarme, cosa que hago con rapidez. Mi teléfono vuelve a sonar y es el mismo número, por lo que rechazo la llamada nuevamente. Comienzo a conducir cuando recibo un mensaje.

Mr JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora