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-¡Mira!- exclama con falsa emoción Tomás mientras su hermanito corre hacia él a la salida de el jardín. -Anda a leerla.- le dice, mientras la maestra se le acerca y no parece traer buenas noticias. -Seño.

-Tomás.- habla ella. Suelta un suspiro mientras lo mira con lo que parece ser lástima, algo que Campos odia. -Hoy Francisco no trajo nada para compartir. Pero, eso no es lo peor. Si no que, me dijiste que su tía abuela Rosa se estaba haciendo cargo de ustedes, cuando Francisco hoy me confesó que viven solos.- dice. Tomás suelta un largo suspiro mientras baja la mirada. -Mira, si eso es así yo... Tengo que llamar a servicio social.

-Señ...- él estaba apunto de hablar.

-Hola Tomi.- lo saluda la morocha, mientras le da un beso en la mejilla al chico. -Seño ¿Cómo está? Tanto tiempo. ¿Vamos a casa, chicos?- se agacha a la altura del nene que lo mira un poco confundido.

-¿Ustedes se conocen?- pregunta la maestra, quien fue quien educó a la morocha cuando era chiquita.

Julieta asiente. -Si, mi papá es quien nos cuida, porque los Campos se fueron de viaje ¿Viste? Y como son grandes amigos...- eso era mentira. Los padres de Tomás y el padre de Julieta nunca se conocieron. -Así que nada, vamos.

Francisco entrelaza su pequeña mano con la de Julieta mientras trata de leer la carta que "Manuel y Teresa" les dejó.
-No era necesario que hagas eso.- le dice Tomás. -Podes meterte en problemas.

-Gracias, se dice.- contesta Julieta mientras lo mira.

-Gracias.- suelta Tomás.

-¿Tenés tarea, Francisco?- le pregunta la morocha al más pequeño. Él asiente.
-¿Y si vamos a casa y te ayudo? De paso, almorzamos juntos ¿Querés?

-¿Y con mi hermano?- pregunta. Julieta asiente. -¿Podemos ir? ¡Por fi, Tomi, por fi!

-No quiero que molestemos, Fran.- habla el morocho, mientras lo abraza por los hombros.

-Si los invito, es porque no molestan.- responde la jujeña. -Vamos.- comienzan a caminar hasta llegar a la casa de Julieta, la cual está vacía porque su hermano y su padre, se fueron a hacer de las suyas. Una vez que llegaron, Cazzu se dedica a sacarle la mochila a Francisco y colgarla del perchero junto al guardapolvo. -¿Les gusta el arroz con pollo?

-¡Si!- exclama Francisco mientras persigue a la morocha que se adentra a la cocina. -Aunque, mi hermano no es de comer mucho.- a Tomás se le hace un nudo en el estómago. Julieta lo mira tratando de descifrarlo. Pero le quita la mirada de encima cuando siente que lo está intimidando. -¿Te puedo ayudar?

-Mmm...- duda Juli. -¿Porque no mejor te sentas en la mesa y mientras cocino, te ayudo con la tarea?- Campos menor asiente. Sacan los cuadernos y la cartuchera. Tomás se sienta frente a Francisco. -Leeme la consigna, Tomás, por favor.- otro nudo en el estómago y en la garganta. Crackero busca alguna escapatoria, pero no hay ninguna. Fran lo mira, sabe lo que le pasa. Cazzu se voltea esperando impaciente que el morocho lea. Pero eso no va a pasar. Porque él no sabe leer. Al ver las facciones del rostro de el chico, Julieta entiende todo y se siente estúpida. Ahora entiende porque le pedía que ayude al nene con sus tareas. -Bueno, acá dice que tenés que pintar y decir el nombre de cada fruta...

Cuando la comida está hecha después de media hora, se sientan a comer. La morocha le sirve a Campos mayor la comida, mientras que este trata de escapar, por tercera vez. -Yo... No quiero.- le dice. -Dale a Francisco.

Aunque la jujeña quisiera con todas sus fuerzas indagar el porqué, no quiere parecer pesada, ni mucho menos intimidante. La tarde pasa y luego de almorzar, Francisco se queda dormido en el sillón. Tomás ayuda a Julieta a levantar la mesa; -Gracias por invitarnos.- le dice.

-No es nada.- cuando terminan, ella se sienta en la mesada y prende un cigarro. -No sabes leer ¿No?

-No es algo de lo que quiero hablar.- le responde.

Ella se encoje de hombros. -No tenés que avergonzarte... Nadie nace sabiendo.

-Pero, yo debería saber. Soy grande.- miró hacia el costado.

-Tomás...- suspira. -Conmigo no tenés que tener vergüenza. No te conozco pero, no soy quien para juzgar.- le contesta. -Cuando quieras, te puedo ayudar. Y a Francisco también.

-No tengo plata.

Julieta se ríe. -No es necesario. Me gusta pasar tiempo con ustedes.

(...)

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Ilusiones negras | Cazzu y C.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora