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Julieta.

El llanto de Ciro hizo que me alarme, así que corrí hacia él. No quería que sepan que estábamos adentro, pero ahora, era tarde.

-Juli, sabemos que estás ahí. Abrinos, dale. Solo queremos conocer a tu bebé.

Traté de reprimir mis lágrimas mientras que con un nudo en el estómago me encerré en la habitación que compartia con Tomás. No quería escucharlos, sabia que una parte sensible de mi podría abrirles por ser mi única familia.

-Sh, mi amor... Mamá está acá.- susurré.

.

Tomás le hacia caras a Ciro, quien solamente lo miraba entretenido, no entendía muy bien que pasaba a su alrededor, pero al parecer, le gustaba.

-¿Te imaginas cuando crezca?- preguntó. -Va a ser re lindo, como yo.

-Que autoestima.- respondí. -Si, amor.

Besó mis labios. -Si, mamá es mía.- le dijo a Ciro. -Así que andá acostumbrándote a tomar mamadera.

Reí. -Voy a levantar la mesa.

-Deja, yo lo hago.- pidió.

-No, Tomás. Anda a bañarte, estás asqueroso.- y era verdad, estaba su ropa llena de cemento y su rostro también.
-Ni en pedo pienses que vas a alzar a tu hijo estando así.

-Bue, está bien...- suspiró y me miró.
-¿A vos te pasa algo?

-No, no ¿Porque?

-Te noto rara desde que llegué.- le dió un trago al jugo. -¿Pasó algo mientras yo no estaba?

-No, amor, tranqui.

-Julieta, tenés que decirme todo lo que pase, porque si algún gil se hace el piola lo tengo que matar ¿Me entendes?

Me senté nuevamente. -Tobías y mi papá vinieron hoy después de que te fuiste... Dijeron que querían conocer a Ciro y yo simplemente me escondí en la habitación. Siento como si todo el mundo me quisiera cagar la vida, y ellos ya lo hicieron suficiente.

-¿Porque no me dijiste, reina? Si a vos te pasa algo... Me muero. 

-Perdón, es que tenia mucho miedo.- solté el aire contenido de mis pulmones.

-No pasa nada, pero la próxima tenés que contarme, tenés que decirme todo lo que pasa ¿Sabes? Porque yo soy el responsable de cuidarlos y si no sé lo que sucede mientras no estoy, no puedo.- tragó saliva. -Voy a hablar con ellos dos en cuanto pueda.

-Se te van a cagar de risa, Tomás. Así que, ni te esfuerces. Dudo que hayan estado los dos sobrios cuando vinieron a pedirme conocer a Ciro.

-Te amo Julieta, y teniéndonos no necesitamos a nadie.

.

Miraba la tele concentrada, Tomás estaba encargándose de dormir a Ciro, quien parecía estar con mucha energía. Aunque le había pedido hacerlo yo, él me convenció de que era muy bueno haciéndolo dormir pero hasta ahora, no veía resultados.

Me acerqué hasta la habitación y lo miré desde la puerta.  -Quiero que te duermas como un sol, que se acuesta en un campo de trigo. Tengo aquí en mi pecho un corazón igualito al hueco de tu ombligo. Sabes quién temblaba, cuando ibas a nacer. Sabes que pensé, que por ahí no ibas a poder. Sabes quién te puso en el pecho de mamá.- escuché que cantaba "canción de cuna" de la banda Los Piojos. -Debe ser que me pediste un día una canción que fuera del corazón, ahí te va. Vamos a correr un rato que hay tiempo nomás hay tiempo nomás, todo el tiempo. Nunca nadie me dio tanta luz para nadie fui tan importante, nunca quise ver tan lejos al dolor con verte crecer tengo bastante...

Ciro quedó completamente dormido, así que me acerqué lentamente y con lágrimas en los ojos, dejé un beso en la frente de Tomás. -Sos el hombre de mi vida.

Ilusiones negras | Cazzu y C.r.oDonde viven las historias. Descúbrelo ahora