Prólogo (editado)

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Caminaba por los ya conocidos pasillos de la torre, sus zapatos resonaban en el suelo de mármol con cada paso que daba. Sus manos, normalmente llena de papeles, sostenían una caja de tamaño mediano con la firma «Ichiraku» en ella.
El peso de dicho objeto trajo consigo el amargo recuerdo del porqué portaba eso en primer lugar; hace cuatro meses que tomó el deber de llevarle comida al Hokage (quien actualmente parecía que quería matarse de hambre), cuatro largos meses en lo que trató de no quejarse de ciertas cosas de su trabajo.

Su caminata se detuvo cuando estuvo frente a dos grandes puertas de caoba, detrás de ellas se encontraba el líder de la aldea, su fiel y torpe amigo.
Con algo de renuencia tocó la puerta tres veces como acostumbraba, desde el interior oyó una voz masculina concediéndole el paso a la habitación, por lo tanto, no tardó en acceder.

Al entrar dejó qué sus ojos escanearan lentamente el lugar, envases de ramen instantáneo arrojados por ahí, algunos papeles arrugados, algo de tinta, nada nuevo. Diría que la oficina parecía la misma sino fuera por las seis pilas de papeles (que contenían documentos desde los más importantes hasta los más absurdos) que se encontraban a lado del escritorio del Hokage; volteó a ver a su jefe, el mencionado estaba sentado tranquilamente en su silla reclinable firmando lo que parecía ser el final de un informe.

Soltó un suspiro mientras se motivaba a continuar con su deber. -Te traje esto, debes comerlo antes de que se enfríe. _habló con calma colocando la caja anterior en el escritorio, frente a su amigo.

El hombre sentado alzó la vista de su trabajo y miró al otro en silencio quien le devolvió la mirada.
El rostro de su líder, antes alegre y amable, se había convertido en la definición de cansancio y tristeza. Estaba demacrado, ojeras bajo sus ojos, piel pálida...era como ver a un muerto viviente.

-Gracias_. Agradeció su amigo con una leve sonrisa (más parecida a una mueca si le preguntabas).

Lo vió volver a su tarea sin dirigirle ninguna otra mirada o palabra, tal vez esperando que se retirara al completar su buena acción.
¿Las cosas realmente seguirían así? No era la primera vez que se enfrentaban a esta situación, se les fue inculcado desde la academia, pero era difícil a fin de cuentas.

-Naruto_llamó la atención del más joven. El mencionado lentamente dirigió su vista hacia el pelinegro. -¿Necesitas ayuda con algo de esto?_señaló a los al rededores. -Puedo ayudarte, así tal vez puedas ir a tu casa y dormir un poco._Antes de poder pronunciar otra palabra, el hombre frente a él alzó su mano y le pidió silencio.

-No te preocupes, yo puedo encargarme de estos informes, pero gracias por tu oferta._Dijo con una tranquilidad impropia. -Aún que, ya que estás aquí, debo recordarte que organices la reunión de Kages que se realizará la próxima semana, eso sería todo, puedes retirarte_terminó con un ademán hacia la puerta.

Shikamaru no necesitaba que se lo dijeran, entendió perfectamente el mensaje: "Vete, quiero estar solo". Haciendo una leve reverencia salió de ahí con una sensación pesada en su estómago.

Había ignorado olímpicamente su consejo de ir a descansar un poco e incluso lo echó, no sabía qué más hacer. Era de conocimiento propio que ser su mano derecha sería problemático, pero ser su amigo lo era más.

...

-No pude conseguir nada, antes me hubiera rogado para que lo ayudara y así poder escaparse de revisar papeles...-Soltó pesadamente el pelinegro cruzandose de brazos.

Una última oportunidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora