01│Memoria

917 64 4
                                    

Se removió en su cama aún con los ojos cerrados intentando dormir un poco más, unos escasos minutos más, pero la alarma de su despertador le quitó todos los deseos de seguir descansando. Se desperezó y palpó con su diestra el lado derecho de su cama encontrándola vacía, no obstante, las sábanas conservaban un poco de calor, lo cual demostraba que esa persona se había deslizado de la cama hace tan solo unos cuantos minutos antes que él.

Frotó las manos en su rostro y las ganas de orinar llegaron a él como un puño directo en su vejiga, así que como pudo se puso de pie, se guió con sus manos y casi tropezándose con sus propios pies llegó por fin al baño. Agradeció a los cielos por no orinarse encima.

Una vez su vejiga vacía, se despojó de sus ropas e ingresó a la ducha, debía estar preparado y limpio antes de las once de la mañana, pues llegaría alguien realmente importante a esa hora, así que su presentación tenía que ser impecable..., a menos que quisiera un combo tamaño familiar de sarcasmos y burlas respecto a su imagen personal.

Palpó la superficie que contenía los útiles de aseo personal hasta toparse con el recipiente vacío de su shampoo. Suspiró y siguió palpando hasta dar con un envase relativamente lleno, el cual llevó hasta su nariz; tenía un aroma a moras y crema, como un licuado.

"Nota mental: comprar shampoo para no volver a ser un licuado de frutas andante"

Terminó de asearse, se envolvió en una toalla y salió del cuarto de baño con mucho cuidado de no resbalar o tropezar. Tomó la ropa que preparó la noche anterior y se vistió. Cuando estaba listo olió en el aire chocolate caliente, su bebida favorita. Caminó por el pasillo hasta dar con las escaleras y descendió por ellas cuidadosamente para seguir avanzando hasta llegar a la cocina guiado únicamente por ese delicioso y dulce aroma.

-Al fin bajas, ya estaba creyendo que el monstruo de las sabanas te había devorado -escuchó apenas unos segundos después de cruzar la entrada de la cocina.

-Tan dramático como siempre -se acercó a él y lo abrazó por la espalda.

-No es ser dramático -siguió preparando el almuerzo que llevaría hoy al hospital-, pero hoy viene él y lo conoces. No le gustan las impuntualidades.

-¡Ay amor! A él le molesta la vida. Nunca le he visto el rostro y aún así sé que me mira con odio -hizo un puchero.

-Eso es porque le hiciste una fea broma cuando lo conociste la primera vez -se giró sobre sus talones aún envuelto en los brazos de su alta pareja y apretó con sus dedos el labio inferior borrándole lo que a su perspectiva era un intento de puchero.

-No fue mi culpa echarle sal a su café.

-Claro que sí, te burlaste de él mientras se quejaba por el horrible sabor y chocabas los cinco con tu sobrina -golpeó ligeramente el pecho del más alto y este soltó una estruendosa carcajada-. Luego le echaste la culpa a tu situación para excusarte.

-Ya, está bien, soy culpable, pero bien que sabes que es un enojón de primera, además JaeHyun también se rió con las travesuras de la bebé y mía -se acercó a los cabellos del pelinegro en sus brazos y le besó.

-YoonOh es un caso especial, además tú eres mi prioridad levantó su muñeca y vio la hora, si no se apresuraba llegaría tarde al trabajo-. Cielos, llegaré tarde si no me apresuro. Amor, está todo listo así que no deberás hacer nada que no sea comportarte -se deslizó fuera de los brazos de su pareja.

-Sí bebé, haré exactamente todo lo que me pidas.

-Te pido, por nuestros futuros hijos perrunos, que por favor, John Seo, no lo arruines, no actúes como un chiquillo con TaeYong, porque tiene permiso para jalarte las orejas si no haces caso -advirtió.

Fallin' light│JohnDo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora