—¿Estás segura? —le preguntó Tsunade a la pequeña chica que temblaba enfrente suyo.
—Sí... —respondió ella, dubitativa. Poco conocían sobre el árbol genealógico de Lia Haruno. No parecía ser pariente cercano de Sakura por esos ojos azules y cabellos casi rojizos. Pero el apellido Haruno era inigualable.
—Eres nuestra única salvación para retener a la diosa Krystina... —Tsunade alzó la vista al bosquejo casi destruido por el poder de Kewa. Llegaron a la Aldea del Fuego algunos grupos de Anbus y Jounins, ya que cargar con ejércitos le costaría el tiempo que no tenían.
En las horas de viaje rezaron una y mil veces por Sakura. Esperando a que ella siguiera en Konoha, para así salvarla.
Una combinación de alivio y temor ahogó a los grupos rescatistas al sentir una poderosa masa de poder al centro de la aldea. Solo una vivida, y tres moribundos...
—Lia, estarás bien —sonó una voz en medio de la nada. Ryan apareció como una sombra de entre los árboles, mientras que todos avanzaban a Konoha. La chica seguía temblando, a punto de hiperventilar, pero escuchó cuidadosamente—. Krystina no podrá hacerte nada ya que estará my débil. Cargarás con ella hasta que averigüemos como eliminarla... Pero sobre todo, esas almas no pueden poseer a nadie que no lo quiera... Estarás bien.
'No pueden poseer a nadie que no lo quiera', la frase resonó en la cabeza de la chica como si se tratase de un disco rayado. Asintió lentamente, y siguió a los Kages.
Todos aguardaron la respiración.
Se acercaban y veían un caos.
Cadáveres, humo y fuego.
Cruzaron las puertas, y vieron a la distancia a una chica desnuda sentada sobre la espalda de un cadáver vistiendo la capa de los Akatsuki. Parecía un tiburón que perdió la cabeza, con una enorme espada clavada en sus piernas.
Muchos vomitaron.
Otro vistazo más, y vieron a otra Akatsuki a la distancia. Esta estaba partida por la mitad, pero en lugar de sangre, salían hojas.
—Miren eso —alguien apuntó al fondo, aterrorizado. Tsunade se tapó la boca ante las arcadas tras ver a Itachi Uchiha crucificado sobre una cruz de cuervos muertos.
Ni una sola alma viva.
A su costado, escucharon a alguien moverse. El cuarto Akatsuki que les tendió una trampa para cazarlos a todos.
Pero en lugar de eso, apareció un chico de cabellos rosados, lleno de sangre y tierra.
—¡¿Jere?! —gritó Tsunade, deseando que fuera quien creía ser.
El hermano menor de Sakura asintió ante la pregunta, llorando a mares. Tsunade corrió a él y lo abrazó, manchándose los ropajes con sangre. Jere no aguantó mas y estalló en llanto y gritos.
—¡Sakura se volvió loca! —gritó el chico, ahogándose por sus mocos—. ¡Mató a mamá y a papá! Me dijo que huyera... que les dijera todo esto... Pero... ¡ella no es mi hermana! ¡Ella no haría eso!
Ryan no le quitó el ojo ni un segundo a Sakura. Ella aguardaba a un kilometro de distancia, entre los escombros, lamiendo con los dedos la sangre del Akatsuki que tenía debajo suyo. Como si disfrutase de aquello...
Tenía la piel rojiza, casi quemada. Sus largos cabellos habían sido cortados, hasta apenas cubrir su cabeza. Manchada de sangre, tierra y sudor. Cuando lamió la sangre que manaba de su mano, le sonrió a las tropas. Ryan se estremeció.
Como se temía, esos ojos ahora eran oscuros, negros, sin vida.
Ryan no esperó por una confirmación, tomó aire y gritó:
—¡ATAQUEN!
Y eso hicieron los grupos de Jounins y Ambus. Gritaron una canción de guerra, y avanzaron hacia la kunoichi. Tsunade hizo a un lado a Jere, diciéndole que se ocultase, y avanzó junto a los Kages, quienes manaban rayos, lava, arena, fuerza y tierra.
Sakura se alzó, con clama. Vio a los ninjas corriendo a ella, se agachó, tocó la tierra y deformó el suelo por el que corrían los Jounins.
Gritaron cuando cayeron o se desequilibraron. Pero muchos siguieron avanzando. Entonces Sakura alzó su pecho desnudo, tomando aire, y lo escupió hecho fuego.
Los Jounins de la Arena formaron paredes gruesas de tierra y lodo. El fuego no alcanzó a nadie. Y todos siguieron corriendo.
Los ninjas de Konoha se alzaron por los cielos y lanzaron kunais a Sakura. Ésta los evadió expulsando aire de su boca, pero los ninjas lanzaron papeles explosivos, prendiendo en fuego a la kunoichi.
Sakura voló al cielo para evadir el fuego, pero estando ahí, el Tsuchikage la encerró en una de sus figuras tridimensionales.
—¡Tsunade! —gritó el anciano, luchando con sus propias fuerzas para evitar que Sakura se liberase. Tsunade asintió y saltó al aire, preparando el puño.
Sakura, encogida y gruñendo, alzó la mano y la cerró en un puño. Una masa de rocas golpeó contra el Tsuchikage, deshaciendo el jutsu.
Pero Tsunade ya estaba ahí arriba, y le asestó un derechazo a Sakura.
La kunoichi cayó y rodó con fuerza por la tierra deshecha de Konoha. Gritó de dolor y enojo cada vez que su cuerpo tocaba el suelo, para luego alzarse, y volver a golpear.
Se detuvo gracias a una casa en ruinas. Escupió sangre de la boca y observó con rabia a los ninjas. Amenazando con matarlos a todos.
Pero los ninjas tenían una ventaja, y es que el cuerpo de Sakura ya estaba lo suficientemente débil por el encuentro con los Akatsuki. Un par de golpes más, y Krystina abandonaría ese cuerpo. Buscando otro recipiente de sangre Haruno.
Entonces todos se lanzaron al ataque. Sakura se levantó de la tierra, con la sangre hirviéndole. Pero una pierna le falló, y volvió a caer al suelo. Gruñó desde lo más profundo de su garganta. Pero para cuando alzó la vista, ya tenía a los ninjas encima suyo.
Hubieron patadas que le entumecieron el rostro, kunais que le rajaron las piernas, un jutsu de sombras tomándola por las extremidades y grava que le retenía el cuerpo.
Se detuvieron cuando Tsunade les gritó que lo hicieron, dejando a la kunoichi al borde de la muerte.
Sakura se detuvo. Cerró los ojos y suspiró un alma.
La sombra traslúcida buscó con desesperación un contenedor de sangre Haruno. Y lo encontró.
Lia se contrajo al sentir una masa de poder que se adueñaba de su cuerpo. Pero Krystina ya no era tan fuerte, por lo que cedió ante Lia. La chica le asintió a Ryan para que éste supiera que se encontraba bien.
Todos miraron a Sakura; ¿era suficiente? ¿Así de fácil detienen a una diosa?
Cuando la kunoichi abrió los ojos, todos se prepararon para defenderse del posible ataque.
El lodo que la devoraba se contrajo violentamente.
¿No fue suficiente?
Pero Sakura solo cayó al suelo, inconsciente.
N.R. — Vida