Para evitar la sobrepoblación o falta de alimentos, la Hokage decidió distribuir los sobrevivientes de su aldea entre las Cinco Grandes Naciones. El proceso fue largo y exhaustivo, pero gracias al poder de los Kages no se perdió ni una vida. O no más de las que arrebató Kewa.
El Kazekage le ofreció techo y comida a Lady Tsunade.
—Agradezco tu hospitalidad, Gaara —dijo la Hokage, con el rostro hinchado y extremidades trémulas, contemplando las estrellas envuelta en una manta.
—Te veo muy mal, Tsunade —confesó el Kazekage, sentándose a un costado de la Hokage—. El jutsu de juventud se está debilitando; tiemblas bastante y no puedes levantarte por ti misma. ¿Qué sucedió realmente?
—Debió de ser Kewa. Cuando me retuvo debajo suyo.
—¿Solo eso? ¿Qué pasó después?
—Llegó la Misukage y después... Apareció Ryan, dándome la noticia de que Sakura... —Los ojos marrones de Tsunade se cristalizaron. Pero negó con la cabeza, se levantó a trompicones y buscó en la habitación algo de alcohol. Cuando lo encontró, tomó directamente de la botella.
—¿Fue Ryan quien te curó?
—¡No lo sé! Usó un jutsu sobre mí y... me sentí mejor al instante. Pero ahora... —Tsunade lanzó lejos la botella que se terminó en un instante y tomó otra. Sus mejillas estaban cerca de echar humo por lo calientes que estaban—. Mi corazón arde ahora mismo... Tantas pérdidas por haber dejado entrar a mi aldea a un renegado.
—Tsunade cálmate —Gaara se levantó del suelo y caminó a la Hokage, tratando de quitarle la botella de alcohol. Tras varios tirones lo logró—. ¿Quién es realmente Ryan?
—Es un Uchiha —suspiró pesadamente. Como si tratase de recordar lo de hacía un siglo—. O más bien, es el hijo de una Uchiha y de Orochimaru. No hace falta decir que Orochimaru está obsesionado con los Uchihas... así que engendró a uno. No estoy segura de si Ryan nació en un laboratorio o de una mujer. Lo que sí sé es que hay que temerle.
—¿Por qué? —Gaara no daba crédito a lo que salía de la ebria boca de Tsunade
—Porque estuvo sometido toda su vida a experimentos... No me quiero ni imaginar cuáles, no me preguntes. Pero... Yo le debía un favor a Orochimaru, así que acepte hablar con Hiruzen Sarutobi para que admitiera a Ryan en Konoha, aún sabiendo de lo que este era capaz... El anciano aceptó. Maldita sea, ojalá Hiruzen estuviera vivo para matarlo yo misma.
—¿Qué pasó con el Uchiha, Tsunade?
—Ah sí, eso. ¿Que qué hizo Ryan? No hizo nada, el muy desgraciado. En los primeros años en Konoha se comportó como un niño bueno; entrenaba, estudiaba, era el mejor de la academia y ayudaba a los vulnerables —Tsunade rio irónicamente, pero luego frunció el ceño, ebria de odio—. Así nadie sospecharía quién masacró al clan Uchiha.
—¿Fue él? —preguntó Gaara, queriendo asegurarse de la respuesta, aunque fuese muy obvia.
—¡Y no solo eso! —Tsunade evadió la pregunta, aunque no pareció escucharla—. Aquella masacre fue solo una distracción; mientras que los ojos, manos y oídos iban a la ayuda del clan Uchiha, Ryan se encargaba de apuñalar por la espalda a los Ambus y Jounins. Básicamente, creó una entrada para que el ejército de Orochimaru avanzara y pudiesen terminar con clanes enteros. Ahí fue donde Hiruzen Sarutobi murió. Eso ya hacía tres años...
—Pero a pesar de todo eso, no aprendiste de tu error y volviste a aceptar a Ryan Uchiha en Konoha... —Gaara se veía bastante decepcionado, y con razón, ya que se alteró desde que no vio a Naruto entre los sobrevivientes—. ¿Por qué lo hiciste, Hokage?
Lady Tsunade se quedó muda por un instante; tomaba caladas profundas de aire para comenzar a hablar, pero de su boca solo salían quejidos y jadeos. Lo meditó. Lo meditó tanto que Gaara estaba cerca de largarse de ahí al no encontrar respuesta.
Pero entonces habló.
—Hace diez años, salí en una travesía en busca de apuestas, pero lo que encontré fue a un hombre encantador, con una lengua de miel y manos como pétalos. Me enamoré, Gaara —Tsunade sonrió melancólica, pero destrozada. Una endeble lágrima le rozó la rojiza mejilla—. Me enamoré... Él era un esclavo que escapó del País de los Antepasados, y yo era una mujer en busca de apuestas. Un año después tenía en mis brazos a un bebé saludable.
—Tsunade tú... —Gaara estaba atónito. Revelación tras noticia y no podía asimilar ni una—. Tuviste una hija.
—La llamé Zophia —Más lágrimas le rozaron las mejillas—. Los tres no podíamos quedarnos quietos, porque perseguían a mi pareja... Hasta que, cuando Zophia cumplió tres años, lo atraparon y lo ejecutaron enfrente nuestro. Entonces huí del mundo con ella... Era una niña de seis años, encantadora, muy alegre y noble. Y a diferencia mía, ella se preocupaba por sus amigos —rio entre lagrimas—. Llegamos a Konoha, y al año siguiente la asesinaron en la masacre de los Uchiha.
—¿Por qué? Ella no era una Uchiha...
—No, pero fue una testigo. Esa noche de casualidad pasaba por ahí. La esperé toda la noche pero... Zophia nunca llegó a casa —Con una mano temblorosa se limpió las lágrimas, y le sonrió al cielo—. Sakura Haruno me recuerda bastante a mi hija. Por eso no le pude decir que no cuando Ryan entró a Konoha. Sencillamente, me cegó su felicidad, tanto que no vi la realidad...
—Así que fue por eso...
En la oficina del Kazekage inundó un silencio asfixiante. No se trataba de una mujer alcohólica obsesionada por las apuestas, sino de una madre con el corazón roto que busca distraerse de su pérdida... Gaara no entendía de ese dolor, pero con sus ojos le dio a Tsunade su más sentido pésame.
—No me atrevería a perder a otra hija —Tsunade tomó aire profundamente—. Así que Gaara, ayúdame a salvar a Sakura, porque yo sé que ella sigue viva... Siento que Sakura está viva.
—Los Kages te ayudaremos a recuperar Konoha —asintió—. Pero debes de entender que si Ryan y Kewa amenazan a mi aldea, me centraré en salvar a los míos. Y los Kages dirán lo mismo. Así que tendremos un solo intento antes de que le echen el ojo a las Cinco Grandes Naciones.
—Con un solo golpe bastará —La Hokage apretó el puño, extrañamente sobria—. ¡Recuperaré lo que es mío!
N.R. — Fucking Shannaroo