ZORO

353 32 5
                                    

Se sentó al lado mía en el suelo. Los dos estábamos con la espalda apoyada en una de las paredes del baño.

-Es por mí, ¿verdad?-me preguntó cabizbajo.

-No, es por mí.

-¿Qué te pasa? Creía que después de hablar pasarías de mí.

-Lo he intentado, pero me he dado cuenta de que siento algo más que atracción física.

-¿Qué puedo hacer yo?

-¡Nada! ¿No lo ves? Eres tú. Todo lo que haces, todo lo que dices, esa amabilidad conmigo...¡todo me gusta!

-Lo siento...

-¡Para! No has hecho nada, deja de disculparte. Mientras mejor te portas conmigo más me gustas.

-¿Eso qué significa? ¿Que debo ser malo? ¿Debo hablarte mal, huir de ti?

-Tú sólo actúa cómo sientas. Ya te he dicho que no tienes culpa de nada, me he ido porque no quería llorar delante de todos, no era para llamar la atención.

-No lo has hecho, pero he visto que Robin y Chopper te miraban con caras de preocupación y que seguidamente te ibas sin decir nada. Luffy dijo que iría a ver dónde ibas, pero yo supuse lo que te pasaba.

Yo suspiré, cansado de que mis sentimientos pudiesen más que mi mente.

-¿Qué se supone que debo hacer ahora?-pregunté desubicado.

-¿Qué quieres hacer?-me respondió mirándome.

-No debes hacerme esa pregunta-susurré.

-No en serio, ¿qué quieres hacer?

-¿Es necesario que te lo diga?-le dije mirándolo ahora a los ojos.

Asintió con la cabeza.

-Como mínimo besarte-solté sin pensármelo.

-¿Y por qué no lo haces?

Mi cerebro se detuvo. Mi corazón también. ¿Estaba hablando en serio? No era posible, debía estar imaginándomelo.

-¿Estás hablando en serio?-pregunté aturdido.

-Sí.

Yo me acerqué a él. Puse mi mano en su cuello y coloqué mis labios a apenas un centímetro de los suyos. Sentí su respiración y vi cómo lentamente iba abriendo su boca. Debería haberlo besado, pero no lo hice. Me aparté un poco de él.

-¿Qué estás haciendo Zoro?-le pregunté-Lo último que necesito ahora es que me confundas.

Él simplemente agachó la cabeza.

-Dime, ¿por qué ibas a besarme? Sé muy bien que no te gusto.

-Lo siento, pensé que si te daba lo que querías a lo mejor te sentías mejor.

-¿Y después qué? Podría haberme enamorado aún más...o sentirme como una mierda porque habrías hecho lo que sea conmigo sin tú quererlo realmente.

-¿Y qué hago? No puedo permitir que alguien esté mal por mi culpa.

Suspiré.

-Vamos a probar a hacer algo-sugerí-intentemos ser amigos. Cuando yo considero a alguien como de mi familia no puedo sentir ese tipo de cosas, por muy bueno que esté o mucho que me ponga.

-¿Tanto te pongo?

-No me hagas hablar.

-Vale-rio de nuevo con esa sonrisa asesina-¿crees que funcionará?

-No lo sé, pero tú no vas a dejarme superarte por mi cuenta, así que no tenemos otra opción.

Y de esta forma, entramos en lo que puedo considerar la peor etapa de mi vida. Zoro y yo hablábamos todos los días, cogimos tanta confianza que hasta nos contábamos  nuestros más profundos sentimientos.

-¿Sabes? Yo antes era como vosotros-me dijo un día-creía en el amor y en que estar con una persona toda la vida era posible.

-¿Y qué te hizo cambiar de opinión?

Estábamos los dos solos en la cubierta del barco en el césped. Era una madrugada.

-¿Quieres escuchar esa aburrida historia?-me peguntó sonriendo.

-Nada que venga de ti puede ser aburrido.

-Si me lo pides así supongo que no puedo negarme-rio-vamos mejor dentro, no me gusta contar esto y no quiero que se entere nadie más de momento.

Entramos en la sala de entrenamiento. Era el único sitio donde podíamos sentarnos a hablar tranquilos y no había nadie a aquellas horas de la noche.

-Pues bien, yo tenía diecisiete años y acababa de conocer a un chico llamado Eustass Kid. Kid y yo quedábamos y poco a poco cogimos confianza. Me enamoré. Él lo sabía y lo aprovechó a su favor. Hizo lo que quiso conmigo, yo me dejé hacer lo que él quisiera. Incluso cuando yo no tenía ganas de mantener relaciones con él, tenía que hacerlo para que no se enfadara. Le entregué todo de mí, no me costaba nada, yo lo quería. Estuvimos un año juntos y cuando se cansó de mí me dejó. Me quedé destrozado, me había dado cuenta de que había jugado conmigo y de que, además, yo no le importaba nada. Desde entonces no creo en el amor. Lo intenté con Robin, es una chica diez, pero no sentía lo que tenía que sentir.

-Vaya, me has dejado sin palabras-le dije-yo pensaba que tú eras una persona de piedra que no sentía nada.

-Me puse una especie de coraza, no hablo de mi vida pasada por miedo a que me ataquen donde más me duele, pero sé que tú no harías eso.

-¿Por eso me ibas a dar un beso aquella vez en el baño?

-Porque sé lo que significa pasarlo mal por alguien y no quiero que nadie pase por eso por mi culpa.

No pude evitar mirarle con mirada tierna, sentí su dolor como mío.

-¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así?-me preguntó preocupado.

-No es nada, es que pareces todo lo contrario a lo que realmente eres-le contesté sin poder disimular una sonrisa-quiero hacerte una pregunta: ¿has olvidado realmente a Kid?

Zoro permaneció un tiempo en silencio. No fue un silencio demasiado largo.

-Nunca lo olvidaré. Es algo que me ha ayudado a ser quien soy y he aprendido un montón con él. Pero si te refieres a si lo he superado, sí. Mi corazón no tiene dueño en estos momentos.

-Eres igual de fuerte por fuera que por dentro.

Él se limitó a bajar la cabeza y sonreír.

-Sanji, quiero preguntarte algo.

Me extrañó que me dijera eso, normalmente yo preguntaba y él respondía.

-Dispara-le ordené.

-Pronto vamos a llegar a una nueva villa y ya sabes que ahí es donde yo suelo desfogar con señoritas y señoritos. ¿Cómo vas a estar tú?

La pregunta me cogió por sorpresa. ¿Qué respondía? Podría fingir y decir que no me importaba lo que hiciera o podría contarle la verdad y decirle que no aguanto verlo con otros, pero él seguía siendo libre.

-Zoro, no tienes que pedirme permiso para hacer lo que quieras con tu vida y con tu cuerpo.

-Pero, ¿tú estarás bien?

-Por supuesto-mentí riendo-poco a poco voy controlando todas mis emociones.

La realidad era otra. Yo estaba enamorado de él y el hecho de que confíe en mí para contarme sus más profundas intimidades hacía que viera su lado más tierno y causaba que me gustara más aún. Ya no sabía cómo parar lo que sentía por él. Sin embargo, no fue este el momento en que me di cuenta de que estaba viviendo la peor etapa de mi vida. El momento exacto en que comprendí que me había metido en un pozo sin fondo fue el siguiente:

ZOSAN: MI PEOR ACIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora