LA CARTA

274 20 5
                                    

HABLA ZORO

Desde el día en que supe que Sanji me ocultaba algo no pude dormir tranquilo, pero si él consideraba que aún no era el momento de que yo lo supiera tenía que respetarlo. Traté de estar con él como si nada, disfrutando y divirtiéndonos. Cuando estaba con él sentía que todo saldría bien, que no habría ningún problema; sin embargo, al caer la noche, no puedo evitar pensar que a Sanji, mi novio, le puede estar pasando algo malo y que yo no puedo hacer nada por ayudarlo. Sanji me decía a veces, cuando me notaba más apagado, que yo estaba haciendo justo lo que él quería: estar con él; y que no necesitaba nada más de mí. Eso me aliviaba y conseguía dejar de pensar un rato. Una noche, cuando nos acercábamos a un puerto y todos estaban dormidos, Sanji y yo nos quedamos en la cubierta del barco viendo las estrellas.

-¿Crees que lo nuestro será para siempre?-le pregunté nostálgico.

-No existe un "para siempre"-me respondió con dulzura y sonriendo.

De algún modo, esas palabras me dolieron. Para mí significaron que él, a diferencia de mí, no se imaginaba su vida junto a mí. Él lo notó y quiso aclararme dichas palabras.

-Lo que quiero decir, Zoro-empezó-es que ninguno somos para siempre en este mundo, todos somos pasajeros que estamos en un viaje. Y yo quiero que nuestros viajes estén juntos hasta que se acaben. Si tú "para siempre" se refiere al viaje de la vida, entonces quiero estar contigo "para siempre".

No pude evitar que en mi cara se esbozara una sonrisa. A esto le siguió un beso, pero no fue un beso de pasión, fue un beso de dulzura, de amor.

-Vamos a dormirnos, aquí fuera ya va haciendo frío-sugerí.

Él simplemente asintió con la cabeza y fuimos a mi cama. Allí comenzamos a desvestirnos, pues dormíamos en ropa interior. Nos tumbamos uno frente al otro, mirándonos a los ojos. Me podría llevar así horas sin cansarme y no sé muy bien por qué, pero presiento que él también.

-¿Sabes?-me dijo él-Hoy no me apetece que hagamos nada, quiero decir: quiero que durmamos juntos, abrazados sin hacer nada más.

Yo volví a sonreír.

-Vale, me parece una muy buena idea-respondí.

Al día siguiente me desperté y no vi a Sanji en la habitación. No era nada raro, él solía despertarse antes que yo y se iba a preparar el desayuno o darse una ducha mientras yo despertaba. Lo que me resultó extraño fue el silencio. Yo me despertaba bastante tarde y para entonces mis compañeros ya estarían corriendo y jugando por el barco, pero ese día no se escuchaba a nadie. Había absoluto silencio. Me puse unos pantalones, los primeros que encontré, y salí de mi habitación. Tampoco encontré a nadie por los pasillos, esto sí que era raro. No puedo decir que tenía miedo, pero sí que tenía un mal presentimiento. Cuando salí a la cubierta los encontré a todos llorando. A todos excepto al más importante: Sanji, mi novio.

-¿Qué os pasa a todos?-pregunté nervioso-¿Dónde está Sanji?

No conseguían parar de llorar. La mayoría siquiera era capaz de mirarme a la cara.

-Que alguien me diga qué mierda está pasando aquí-empezó a temblarme la voz.

Robin se acercó a mí, posó su mano sobre mi hombro y seguidamente me dio una abrazo. Ella pudo retenerse las lágrimas.

-Ven-me dijo dirigiéndose a la habitación de Sanji.

Yo, casi por inercia, la seguí, dejando a todos los demás desolados en la cubierta. Al llegar allí me senté en la cama y miré a Robin con una mirada de presión. Ella sacó de su bolsillo un papel. Estaba doblado varías veces.

-Toma-me dijo depositando el papel en mis manos-tómate el tiempo que necesites.

No fui capaz de responderle y ella salió de la habitación cerrando la puerta. Miré el folio y empecé a temblar. Yo quería saber qué era, pero me daba miedo descubrirlo. Poco a poco fui desdoblándolo. Inmediatamente reconocí la letra de Sanji.

Zoro, supongo que esta no es la despedida que esperabas, pero créeme: es la mejor. Te dije que cuando llegara el momento lo sabrías todo y este es el momento. Tengo leucemia, no hace mucho tiempo que Chopper me la detectó. Sin embargo, ya estaba demasiado avanzada y no tenía solución.

En ese momento una gran cantidad de lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas. No podía creerme que Sanji estuviera pasando por eso y yo no supiera absolutamente nada. Las lágrimas empezaron a manchar el papel y me dificultaban la visión.

No te sientas culpable, yo sabía cuál sería mi final y no quería que sufrieras más de lo necesario. Tampoco te molestes con los demás, yo les pedí que me cubrieran para que tú disfrutaras de mí tal y como me conocías. He decidido irme porque no quiero que tengas como última imagen a mí en el hospital agonizando y tú, al lado mía, cogiéndome de la mano. Quiero que vivas con todos los recuerdos y momentos que hemos vivido: esas noches en las que nos descubríamos el uno al otro, nuestros juegos que incomodaban al resto pero que a nosotros nos encantaban, las risas, también los llantos, nuestros enfados, las conversaciones... Esa es la imagen que quiero que tengas, la que conoces. Yo me voy, Zoro, pero la vida sigue y tú, con el tiempo, también debes seguir. A mí no me queda mucho y sé que celebrar un funeral no será de gran ayuda, así que no te molestes en buscarme, descansaré en algún sitio lejano, tranquilo, donde nunca nadie encuentre mis restos. Es mejor así, es mejor para todos. ¿Recuerdas el principio de todo? Yo sí. Tú estabas entrenando y fui a buscarte y me declaré. Ni por el más mínimo instante pude pensar que llegaríamos hasta donde llegamos, hasta donde hemos llegado. Pero lo hicimos. En ese momento pensé que tú eras un error, que quizás serías mi mejor error pero que no dejarías de ser un fallo. ¿Y sabes lo que pienso ahora? Que para nada eres un error. Roronoa Zoro, has sido, eres y siempre serás el mejor acierto de mi vida. Y sé que yo también de la tuya, pero a la vez el peor porque nuestros viajes no debían cruzarse y nos ha tocado averiguarlo de la peor forma posible. Aún así, me has enseñado a ver la vida de otra forma y no me arrepiento de nada contigo excepto de hacerte pasar por esto. Espero que algún día puedas perdonarme por engañarte e irme de este modo; y sé que volveremos a encontrarnos. Si lloras por mí, que no sea de tristeza. Llora de alegría, por recordar y saber que mi vida fue mucho mejor gracias a ti. Ahí fuera, en alguna parte del mundo, debe haber alguien, que aunque no lo sepa, te necesite. Y estoy seguro de que tú a él o a ella también. No te cierres porque eres una persona maravillosa y todo el mundo merece saber eso.

Ahora sí que no pude contener el llanto y no dejaba de llorar. Me secaba los mocos y las lágrimas una y otra vez tratando de terminar de leer la carta.

Me voy con alegría, lleno de felicidad y sobre todo, sintiéndome muy querido. Gracias por todo, nunca lo olvidaré. Te amo más que a nadie y nada nunca cambiará eso.

                                                           Vinsmoke Sanji

ZOSAN: MI PEOR ACIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora