LA NOCHE

308 27 4
                                    

-¿Qué te ha pasado?-preguntaba como loco una y otra vez-¡Sanji!-me gritaba cuando veía que yo no era capaz de responderle.

Supongo que algo intuiría, mi cuerpo estaba lleno de fluidos y eran visibles. Yo intenté hablar, pero tenía un nudo en la garganta. Cuando menos lo esperaba, se acercó a mí y me abrazó.

-Te vas a manchar-dije muy bajito.

-¿Crees que eso importa ahora?-me respondió.

Empecé a llorar como un niño pequeño en su hombro y él me abrazaba fuerte.

-Vamos al baño-me propuso dulcemente-y tú-señaló a Law-espera aquí.

Entramos en el baño y me sentó en el retrete. Reguló el agua para que no estuviera ni muy fría ni muy caliente y cuando lo consideró oportuno, me quitó la manta que Law me había puesto y me metió en la ducha. Yo estaba aún en shock, ni siquiera las manos de Zoro lavando todo mi cuerpo consiguieron que volviera en mí. Fue tan dulce conmigo que cuando recuperé mi ser no pude evitar enamorarme aún más de él.

-¿Estás mejor?-me preguntó cuando terminó de lavarme y me sacó de la bañera.

No me encontraba capacitado para hablar, pero sonreí y asentí con la cabeza. Me secó y me puso alguna ropa suya. Salimos del baño. Law seguía allí, no se había ido. ¿Por qué? Sabía lo que me habían hecho y sabía que tarde o temprano acabaría contándolo. ¿Acaso le gusta que le peguen? ¿Realmente está arrepentido?

-¿Qué ha pasado?-preguntó Zoro esta vez más tranquilo.

-No puedo hablarlo ahora mismo-logré decir con lágrimas en los ojos.

-¿Quieres que lo cuente yo?-preguntó Law también en tono triste.

Este chico no paraba de sorprenderme, cualquier persona hubiera huido. Si encima se queda allí y ve que me callo, ¿por qué quiere contarlo él? A lo mejor tiene algún tipo de problema psicológico. No sé.

-Quizás debas descansar-me recomendó el chico-yo le contaré todo.

Decidí hacer una última comprobación, así sabría las intenciones del muchacho de pelo negro y tatuajes misteriosos. Me fui a descansar, pero en realidad me quedé despierto para asegurarme de que no le contaba nada falso a Zoro. Una vez más, me quedaba boquiabierto. Le contó todo, incluso algunos detalles que yo no recordaba por el shock. Sin embargo, no tenía tiempo para ponerme a pensar de nuevo, sabía que Zoro lo mataría en ese momento, así que salí de la habitación.

-Zoro, no le hagas nada-ordené justo cuando estaba preparando sus puños.

-¿Perdón?-respondió él indignado.

-Eres Law, ¿verdad?-le pregunté ignorando a mi amado.

-Sí, pero eso no importa.

-A mí sí, ¿por qué has vuelto? Y, ¿por qué le has contado toda la verdad y no has mentido?

Agachó la cabeza y vi cómo caía alguna lágrima de su cara.

-Yo no quería hacer nada de eso ni quería que ellos lo hicieran, pero no se puede ir contra ellos. No podía dejarte ahí tirado y merezco que tu novio o amigo o no sé quién es me pegue o me mate.

-Tienes razón, lo mereces-añadió Zoro andando hacia el chico.

Detuve a Zoro con un simple gesto.

-Creo que tú también tienes que descansar-le dije.

-¿Estás de broma?-se indignaba aún más Zoro.

-Zoro, él no ha hecho nada. Es más, si no hubiera regresado a buscarme quién sabe cuánto tiempo me habría llevado allí tirado.

-Pero...

-Pero, ¿dónde estabas tú?-le interrumpí y él agachó la cabeza-Puedes quedarte en el sofá-le dije a Law.

-¿De verdad? Pero, después de lo que te hemos hecho...

-Si prefieres duerme en la calle-soltó Zoro.

No obstante, hay un pequeño inconveniente: no había pensado que la habitación sólo tiene una cama y si Law duerme en el sofá, Zoro y yo tendremos que dormir juntos. Entré en la habitación lo más rápido posible para no ver cómo la persona más caliente del mundo se desnudaba delante mía. Entré en la cama y me hice el dormido. Zoro entró minutos después y se quedó en bóxer. Deseaba que sólo lo hubiera hecho para ponerse el pijama después, pero no fue así. Se metió en la cama con tan sólo unos calzoncillos...madre mía. Cuando me di cuenta, estaba teniendo la peor pesadilla de mi vida, lo que me había pasado aquella tarde volvía a repetirse en mi sueño. Creo que incluso grité porque Zoro se despertó y me tranquilizó.

-Ya ha pasado-me decía mientras acariciaba mi brazo.

Yo estaba de espaldas a él y me giré para tenerlo en frente mía.

-¿Cómo voy a superar esto?-pregunté llorando de nuevo.

Me abrazó, estrechando mi cabeza contra su pecho.

-Lo harás, tú puedes con todo-me ánimo y me dio un beso en la frente.

Yo lo abracé y nos quedamos dormidos en esa postura. Sé que quizás no es el momento de esto, pero su pene estaba pegado a mi abdomen y no sabéis el esfuerzo que tuve que hacer para controlarme. He de decir que tampoco tenía mucha fuerza ni energía, eso ayudó a controlar mis impulsos. Cuando despertamos seguíamos abrazados, pero yo estaba de espaldas a él. ¡Ahora su pene chocaba con mi culo! No sé qué es peor.

-Zoro...-susurraba intentando despertarlo antes de que se me pusiera como un bate de béisbol-Zoro despierta...

Mientras se despertaba hacía algún ruido que se parecían a gemidos. Vale, puede que no lo parecieran, pero mi mente lo interpreta todo igual.
Sea como fuere, no pude evitar el bulto en mi pantalón. Me lo quité un poco de encima y conseguí salir de la cama. Justo cuando salí se despertó. ¡Vio mi bulto! Madre mía, qué vergüenza. ¿Qué voy a hacer? Quiero desaparecer. Me puse rojo. Zoro me miró muy serio, miró descaradamente mi entrepierna y volvió a mirarme a la cara. De la nada, empezó a reírse a carcajadas. No podía parar.

-¿De qué te ríes?-pregunté confuso-No tiene gracia.

Él seguía riéndose.

-Te he dicho que no tiene ninguna gracia.

Cuando consiguió retomar el aire me habló.

-No te pongas rojo, todos nos despertamos así.

Eso hizo que me pusiera más rojo. Ya notaba el calor en la cara.

-Es sólo que llevamos tanto tiempo viajando juntos y nunca te había visto así.

-Se supone que no debes hacerlo, ¿no?

-¿Qué más da? Los dos tenemos lo mismo. Conmigo puedes relajarte.

Tuve suerte de que me dijera aquello, pero no sé si realmente es tonto o no se da cuenta de que estaba así por él.

-En fin, vamos a hablar con Law-le dije.

-Bueno, primero tendrás que solucionar tu problemilla-continuaba riéndose.

-¡Cállate!

ZOSAN: MI PEOR ACIERTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora