𝟏. 𝐅𝐚𝐥𝐝𝐚𝐬

3.9K 200 57
                                    

Un lunes en la mañana, el sol brillaba como nunca antes siendo acompañado del calor de verano, hostigando a cualquiera que lo estuviera viviendo en carne y hueso.

— ¡Verano de mierda! — se quejaba Gustabo mientras se movía de un lado a otro dentro de su habitación en busca de algún ropaje que no le molestara tanto y no le fuera a sofocar de más. Sus manos levemente sudorosas abrían y cerraban cajones, buscando apurado prendas delgadas y de tela fina para no soportar estar sudando como un cerdo en el trabajo.

Sus movimientos rápidos y estresados se detuvieron cuando sus orbes azules se fijaron en una linda falda un color lila, casi tornando a azul turquesa. La agarró entre sus manos con sumo cuidado inspeccionado la prenda en busca de que no tuviera algún defecto, y, al no ver nada de malo en ella, sonrió ladino tirándola a la cama.

Ya sabía que se iba a colocar.

Al tener una de las prendas principales siguió buscando lo demás, encontrando una camisa musculosa de color blanco que se ceñía perfectamente a su torso y cintura, encontró unas zapatillas sencillas de color negro y su ropa interior de color azul oscuro, dándole poca importancia si combinaba con la falda o no.

Se dio una ducha rápida, dejando que el agua fría lo relajará un poco, dejando que se olvide, por pocos segundos, de que iba tarde al trabajo.

Esperen... ¡Iba tarde al trabajo!

Cerró el grifo de la bañera agarrando una toalla y saliendo de aquel pequeño cubículo para empezar a secarse todo el cuerpo rápidamente mientras se cepillaba los dientes y se arreglaba su húmedo cabello rubio.
Salió del baño segundos después de ya haber terminado con lo básico. Se acercó a la cama comenzando a vestirse de forma acelerada. Acomodó su falda - la cual en realidad era de Horacio pero que se la había dejado allí por motivos que el rubio desconocía - para que no quedará mostrando más de la cuenta.

Era un guarro, pero ese día no estaba para ello.

Cuando ya se encontraba listo agarró una chaqueta del mismo color de sus zapatillas y la dejo colgando de su mano izquierda, no se la iba a colocar en ese momento por la claridad de los motivos, pero era por si en la noche hacía frío cuando saliera de servicio. Salió de su habitación agarrando su móvil, las llaves de casa y las de su auto, se encaminó a la puerta de su hogar importándole muy poco el no haber comido nada, puesto que ya iba tarde y allí se podría comer algo. Cuando pudo tocar el pavimento que había frente a su puerta el sol lo recibió con un destello más brillante y que le comenzaba a dar más calor.

— Sol hijo de puta. — murmuró al aire colocando seguro a la puerta de casa y caminando hacia su Audi, ingreso a este por la puerta de piloto cerrando tras de sí. Metió la llave en el pequeño hueco que se ubicaba bajo el volante, giro un poco hacia la derecha escuchando a la perfección como el motor del coche gruñía en respuesta de aquel contacto, lo que indicaba que ya podía arrancar; movió su mano derecha hasta ponerla sobre la palanca de cambios, ya puesta ahí movió la palanca hasta ponerla en la R que indicaba reversa. Pisó el acelerador de forma suave moviendo el volante para que el coche saliera de su pequeño garaje de forma recta y no chocará con nada.

Varios minutos después donde estuvo terminando de sacar el coche decidió arrancar marcando en el GPS la comisaría, también prendió la radio, decidiendo cantar por lo bajo la primera canción que reconoció "HayloftMother Mother".

*
*
*

Estacionó el auto en el parking de comisaría y salió del coche dejando dentro su chaqueta. Comenzó a caminar hacia las puertas de comisaría, manteniendo su cabeza gacha en busca de que nadie lo reconociera ni nada cercano a ese estilo. Llego al interior de la recepción, ya ahí elevó la mirada, dándose cuenta que todo se encontraba vacío, cosa que se le hizo bastante rara pero no le dio importancia. Fue detrás del escritorio de recepción inclinándose un poco sobre la mesa firmando su ingreso a servicio, se volvió a enderezar caminando directo a los vestidores encontrándose estos también vacíos, con algo de inquietud agarró la radio que yacía apagada en su casillero y la prendió, siendo recibido por gritos.

Semana Norteña || IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora