𝟔. 𝐌𝐚𝐟𝐢𝐚 𝐀𝐔!

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El resonar del disparo fue lo único que inundó la estancia, acallando los gritos y súplicas del hombre de rodillas frente suyo. Su sonrisa maquiavélica fue acompañada por los ecos de su acción anterior con el arma. Dio media vuelta e hizo una señal a sus hombres para que se hicieran cargo del cuerpo inerte que yacía en el suelo con una herida en todo el centro de la frente.

Guardo el arma entre el pantalón y la escondió con la oscura camisa que poseía junto a su chaqueta. Emprendió camino hacia la salida de la bodega, en la mitad del trayecto se vio interrumpido por su jefe y pareja, este le había abrazado por los hombros. Levantó la cabeza y le observó, encontrándose con unos orbes castaños mirándole con orgullo, le sonrió con agradecimiento. Volvió a caminar, siendo acompañado ahora por el azabache.

Salieron de la bodega, siendo abrazados por el manto nocturno, con las estrellas y la luna decorando el oscuro cielo, siendo esto lo único que iluminaba los frondosos árboles que les rodeaban. Avanzaron unos cuantos pasos hasta llegar a la camioneta blindada, se separaron para que cada uno pudiera dirigirse a su lado correspondiente en el coche. Se adentro al lado de copiloto después de que el seguro de las puertas fuera retirado, cerró la puerta de un suave portazo y miró hacia el frente cuando el coche fue encendido por su pareja y puesto en marcha, balanceándose suavemente debido al camino de piedras que estaban tomando para salir del bosque.

Unos minutos más tarde ya habían retomado el camino de la carretera, donde Conway pudo acelerar fácilmente, dirigiéndose hacia la sede. Gustabo, mientras tanto, miraba a través de la ventana, observando los árboles que había por su lado en la oscuridad que era sellada por las luces artificiales del coche, sonreía tranquilo. Repetía en su mente una y otra vez el acontecimiento anterior, mordiéndose el labio inferior con fuerza medida cada que recordaba los gritos de su reciente víctima.

Su excitante imagen mental se vio interrumpida por una grande mano sobre su muslo, que le regaló un pequeño apretón. Paseó su mirada desde la mano sobre su pierna hasta el dueño de esta, encontrando unos oscuros iris observándolo de reojo, combinados con una cálida sonrisa. Le devolvió el gesto hasta que el contacto de su mirada se rompió por parte de Conway quién desvío de nuevo la mirada hacia la oscura carretera. Gustabo volvió su vista a la ventanilla, subiendo su mano izquierda para poder tallar su agotado rostro, suspiró con la misma baja energía, cerrando sus ojos por unos cuantos segundos.

— Te vi demasiado contento allí dentro, ¿Tanto lo disfrutaste? — El manso silencio que inundaba el coche se vio roto por las palabras de Jack, quién movía suavemente el pulgar de su mano derecha sobre el muslo de Gustabo, relajando a este más de lo que debería.

— Joder si lo disfruté. — Se retiró la mano de la cara para así tirar su cabeza hacia atrás, dejándola reposar en el cojín del asiento— Dejar de escuchar sus lamentos de mierda después de haberle incrustado la bala en la frente fue lo mejor. — suspiró sonriente. Cerró sus ojos, dejando que la imagen de la bala saliendo de su arma y quedando en la frente del individuo volviera a repetirse en su mente.

Jack negó suavemente, dándole unas suaves palmadas en la pierna antes de retirar su mano de allí para poder manejar un poco más rápido a casa.

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Se bajaron del coche con prisas, Gustabo tropezando un par de veces en el camino hasta ingresar a casa. Fue allí, en su "refugio", donde por fin pudo agarrar de los hombros a su pareja y besarlo, probando aquellos belfos que no saboreaba desde hace bastante tiempo, simplemente porque tenían una orden de acabar con una mafia enemiga, y era aquello que no los dejaba estar cerca, hasta ahora.

Sus brazos no tardaron en reposar sobre los hombros del azabache, el cual movió también sus brazos hasta dejarlos sobre la cintura del rubio, uniendo más sus cuerpos como si aquello fuera posible. Gustabo comenzó a retroceder bajo la oscuridad de la sala, chocando de vez en cuando con alguna mesilla o algún estante que se cruzaba en su camino, hasta que finalmente encontró el sillón. Conway pareció percatarse de lo que estaba haciendo el rubio, así que, con agilidad, lo tiro sobre el sofá, poniéndose rápidamente sobre él, volviendo a unir sus bocas en un beso lleno de intensidad y deseo, donde sus labios se movían en busca de todo aquello que no probaban desde hace casi una semana.

Semana Norteña || IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora